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Cuando volvieron a la empresa, Jennie sólo pensaba si tendría la fuerza necesaria para no contarle ni siquiera a Rosé lo que le había pedido la abeja reina. Antes de entrar a su oficina, Chaerin se giró nuevamente y, con una intimidante mirada, se encargó de recordarle sus palabras.

«Nadie, absolutamente nadie debe saber que fuimos al hospital y, mucho menos lo que hablamos, Jennie. No puedes contarle ni siquiera a la señorita Park ni a tu interna», la rubia recordó el escalofrío que le recorrió la nuca cuando oyó de los labios de su jefa la palabra «interna».

¿Sabría de su relación y le incomodaba? «Si alguien se llegara a enterar, puedes despedirte del puesto de jefa de negociaciones. Créeme, me enteraré» Le había asegurado que no hacía falta que se lo pidiera, que no era su estilo el andar aireando temas que no eran de su incumbencia, pero ciertamente no entendía por qué le importaba tanto que alguien se enterara.

Jennie no sabía qué era exactamente lo que tenía su jefa, pero sospechaba que debía tratarse de algún pico de estrés, así que era muy razonable que se tomara unas vacaciones, pero... eso no era gran cosa ¿o sí? Vio la forma en la que Lisa observó a la abeja reina y de nuevo sintió ese temor que siempre la invadía de tan solo pensar que ella se preocupara por su jefa.

¿Por qué la miraba como si le importara? ¿Qué tan cercanas eran realmente? De pronto recordó que Rosé le había contado el consejo que le había dado Chaerin y supo enseguida lo que debía hacer: Ocupar todos los pensamientos de Lisa. Tomó su agenda y se dirigió a la oficina de su jefa. Su interna había vuelto a lo suyo, aunque con el semblante un poco más serio de lo normal. Chaerin no parecía sentirse muy bien, así que estaba preparando sus cosas para retirarse.

— Jennie, solo anota todas mis llamadas y prepara los documentos que se deben firmar en la reunión con el señor Meyer el lunes. Yo... estoy algo agotada y voy a retirar me — la rubia anotó en su agenda y asintió. Chaerin tomó su cartera y su abrigo y se dispuso a abandonar el edificio — No quiero que me molesten, a menos que sea una emergencia. Estoy segura de que podrás manejarlo.

— Por supuesto, señora Lee. Vaya tranquila, que yo me encargaré de sus llamadas — Su jefa ya estaba por salir cuando se giró nuevamente.

— La próxima semana haremos público tu ascenso, pero seguirás entrenando a la señorita Park. Aún falta para que Leroy se retire, por lo que te recomiendo aprovechar al máximo para aprender de él...

— Muchas gracias de nuevo, señora Lee. Haré mi mejor esfuerzo por aprender — A Jennie le brillaban los ojos de la alegría que no cabía en su pecho. Quería que el día terminará para poder contárselo a sus seres queridos, pero antes, lo festejaría en privado con su novia.

— Hasta el lunes. Dejo mis llaves por si necesites algo de mi oficina, déjaselas al portero cuando salgas.

La rubia asintió con un rostro angelical, pero había tenido la más perversa de las ideas cuando apretó las llaves en su mano. Miró el lustroso escritorio y sintió un calor invadir todo su cuerpo. La vio perderse detrás de las puertas del ascensor y salió de la oficina con el rostro muy sonriente.

Rosé la abordó primero, aunque pudo notar que Lisa había tenido la misma intención, solo que ésta volvió a tomar asiento al ver que las amigas hablaban muy bajito. La castaña llevó ambas manos a su boca en cierto momento de la misteriosa conversación y chilló emocionada. Abrazó a Jennie, evidentemente feliz, lo que provocó aún más curiosidad en la interna.

La rubia le había contado a Rosé que Chaerin le confirmó el puesto que tanto quería. Tenía ganas de llorar, de gritar de alegría, pero se contuvo. No quería que todos empezarán a preguntar aún. Quería que fuera una sorpresa cuando la jefa lo hiciera público la semana siguiente.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now