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— A ver... ¡Cuéntame de nuevo cómo pasó! ¿Estuvo bueno? ¿Te gustó? ¿Te sientes... bien? — preguntó Rosé, todo de seguido. Estaba acostada al lado de su amiga, el primer día del año nuevo. Jennie se había negado a que condujera de madrugada hasta su casa, mucho menos con todas las visitas que había hecho a la barra de bebidas.

— Todo pasó tan rápido que ni lo puedo creer... pero no te voy a mentir — dijo la rubia luego de un profundo suspiro. Se giró sobre su propio cuerpo y se quedó boca abajo, sosteniendo su rostro con ambas manos. Ambas vestían pijamas y se habían liberado del hermoso maquillaje que Jin había hecho para ellas — estuvo mejor de lo que imaginé — Rosé chilló al oír eso. Ellas habían evitado tener esa incomoda conversación antes, pero ahora que su la rubia había dejado de ser la última virgen de Nueva York, podían hablar de ello con total normalidad — Fue... maravilloso.

— ¿Y quién es? ¿La conocemos? — Jennie se aclaró la garganta y se quedó repentinamente callada. Sintió que las mejillas le ardían. Rosé buscó su mirada, pero su amiga la evitaba a propósito — ¿Eso quiere decir que no la conocemos...? Sabes que puedes decirme lo que sea. No te voy a juzgar — Rosé se cruzó de brazos y la miraba en espera de una respuesta. La chica dorada apretó los labios y se encogió de hombros.

— Dirás que soy estúpida, pero no me dijo su nombre. Sólo sé que es la mujer más sensual que vi en mi vida... y que fue la locura más grande que cometí desde que recuerdo. Ni siquiera se me ocurrió decirle que no — Rosé chilló emocionada — En ese momento decidí que quería vivir mi vida de manera diferente. Ya no iba a esperar a la persona indicada, o a la que me juraría amor eterno... y no me arrepiento — Ella metió aire en sus pulmones de manera muy profunda y se echó de espaldas.

— Si supiéramos su nombre podríamos buscarla en las redes sociales — sugirió rápidamente la castaña, tomando su teléfono celular. Jennie negó con la cabeza, con un destello de tristeza en el rostro, entonces Rosé volvió a dejar su celular sobre la cama.

— No tengo la menor idea de quién es, ni de donde salió, solo me queda su dulce recuerdo... — La rubia cerró sus ojos y revivió en sus recuerdos. Sus hermosos ojos, tan cerca que podía verse en ellos, el aroma de su perfume, la suavidad de su pelo. Había besado su blanco cuello y no podía sacar esas sensaciones de toda su piel. Incluso su zona íntima empezó a latir de nuevo al recordar toda esa explosión de fuegos artificiales que generó en ella al llegar al clímax.

— ¿Será alguien de la empresa? Es muy extraño que se te haya acercado sin siquiera conocerte — sugirió Rosé dubitativa. Jennie apretó los labios y pareció considerarlo, pero luego recordó lo que su chica misteriosa le había dicho.

— Le pregunté si trabajaba para Chaerin, pero me dijo que no... — La rubia entrecerró los ojos al recordarla. Se había acostado con una completa desconocida — Pero me dejó en claro que conocía a los dueños de casa — Rosé formó con sus labios una gran "O".

— Tal vez se vuelvan a ver alguna vez — Rosé intentaba animar a su amiga, quien a pesar de no sentirse triste, se notaba un poco decepcionada. Ella apretó su cabeza por el dolor que le causaba la resaca.

— Fue demasiado bueno para que se repita. No creo volver a verla, jamás...

La castaña buscaba mentalmente a todas las chicas que distinguió en la fiesta antes de perder ligeramente el conocimiento. Ninguna encajaba con la descripción que le había hecho su amiga minutos antes. Y tampoco podía dar crédito a la divertida noche que había tenido su amiga en un abrir y cerrar de ojos. Jennie era de las que se lo pensaban todo tres veces antes de hacer algo y jamás tenía esos arrebatos repentinos.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now