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Jennie cerró la puerta de su habitación y se recostó en ella, con el rostro extasiado y con una radiante sonrisa. Su piel aún estaba sensible y con el aroma del perfume floral de Lisa impregnado en ella.

La rubia llevó ambas manos a su rostro y lo cubrió con ellas por unos segundos, recordando las palabras de su novia, caminó hasta su cama y se echó boca abajo. Tenía unas pocas horas para dormir un rato, antes de ir a la empresa, con su rutina diaria.

Todo estaba bien hasta que recordó que no había visto a Lisa usar condón como lo hacía siempre. Se levantó de golpe y se sentó al borde de la cama, empezó a maldecir casi con lágrimas en los ojos, y la ansiedad la convirtió en su presa. Sintió que su corazón le dio una patada en el estómago y le entró unas ganas de vomitar. No es que le desagradara la idea de ser la madre del hijo de Lisa, pero definitivamente no era el momento. No ahora que estaba por alcanzar uno de sus mayores sueños.

— Tranquila, Jennie, tranquila. Será lo que tenga que ser — Metió una cantidad exagerada de aire en sus pulmones y fue exhalando muy lentamente.

Las ganas de dormir se habían ido para no volver. Se sentó en la cama y abrazó sus piernas, observando cómo clareaba el cielo a través de la ventana. Incluso sintió cuando Luz cerró la puerta de su habitación y maldijo porque casi pisó al perro. En el estado en el que estaba, incluso era capaz de oír hasta los pensamientos de todos los del edificio.

Cuando por fin aceptó que había sido un irresponsable error de ambas, y que si había consecuencias debería asumirlas, se predispuso a tomar un baño y prepararse para un nuevo día laboral.

******

La chica dorada caminó ausente a través del enorme recibidor de la empresa, y ni siquiera respondió al saludo de Hoseok, quien había levantado la mano con efusividad, él la bajó lentamente al ver que ella caminaba como alma en pena entre la multitud barullenta de personal y pasantes, prácticamente arrastrando los pies.

Ella nunca se había planteado la posibilidad de ser madre, y aunque era muy pronto, y algo exagerado pensar que podría haberse embarazado, la idea rondaba y rondaba por su cabeza.

— No sucederá, no sucederá... — pronunció la rubia, pensativa y casi en un imperceptible susurro — Son solo ideas mías...

— ¿Y son buenas esas ideas? — preguntó Lisa, apoyada por una de las paredes contiguas a los ascensores. Jennie se sobresaltó mucho al notar su presencia, tanto que palideció por completo. La interna frunció el ceño y la siguió, una vez que las puertas doradas se abrieron.

— No me hagas caso, estaba pensando en voz alta... — respondió Jennie, apretando los labios. Evidentemente, Lisa no se lo creyó, pero lo dejó pasar momentáneamente. Ya se lo quitaría luego, con sus (infalibles) técnicas de seducción.

La rubia sonrió y enseguida miró con frustración a unos chicos muy bien vestidos, con el carnet de pasantes en el pecho, subir casi cuando las puertas se cerraban. Ese día no estaba de humor para compartir el ascensor, pero ni modo, les dio la espalda e intercambio miradas con Lisa, quien se apoyó de espaldas a una de las paredes, a pocos centímetros de ella.

Y de nuevo esa mirada de la pelirroja que podía resolver cualquier problema. Jennie elevó coquetamente la comisura de sus labios y Lisa asintió, como si aprobara su nuevo semblante. Los dos chicos parloteaban sobre algo de la universidad, por lo que no prestaban atención a lo que ellas se decían con la mirada, lo que sus labios no podían momentáneamente.

Se quedaron solas dos pisos antes del suyo, así que aprovecharon para unir sus anhelantes labios, cumpliendo por fin ese deseo que para cualquier persona atenta era más que evidente.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now