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Para el tercer día de haberle dicho a Lisa que no la volviera a besar en el trabajo, Jennie ya se había arrepentido. Era una cruel tortura verla cada día, tenerla tan cerca y mirar sus labios como si estuviera leyéndolos, o sus manos, tocando el papel con tanta delicadeza como la recordaba sobre su piel. Y también el hecho de que se había esparcido por toda la empresa el rumor de que Lisa tenía genitales masculinos. Al principio la rubia pensó que era algo bueno ya que no tendría que preocuparse por los chicos que preguntaban por su interna. Sin embargo las cosas empeoraron, ya que las chicas eran más pesadas que los hombres.

A cada piso al que Jennie iba, las chicas le preguntaban por su interna, especialmente si estaba disponible. Cada vez que eso sucedía, la invadían unos celos inexplicables y, el pequeño demonio en su hombro derecho le hacía responder que había oído a Lisa en ocasiones hablar con alguien «de manera especial».

Jennie metió todo el aire que soportaban sus pulmones mientras se tomaba el puente de la nariz, al finalizar unos informes para Chaerin, mientras miraba fugazmente a Lisa, quien transcribía unos contratos en el ordenador. La pelirroja parecía muy concentrada y eso la hacía ver aún más sexy, con ese porte frío y calculador. Ese día, Jennie llevaba el pelo totalmente lacio y suelto, el cual acomodó a un costado de su cuello, cuando dejó de ordenar la carpeta que debía entregar a la abeja reina antes de retirarse. Faltaban como dos horas para que terminara su día laboral, y como unas cuatro para que su interna pasara a buscarla para llevarla a cenar. Al recordarlo, sintió un escalofrío recorrerle por la espalda. El no saber a donde la llevaría, o como resultaría su noche, generaba en ella mucha ansiedad y deseo.

El día anterior habían pospuesto su cena por el padre de Jennie, quien había tenido una descompensación de su presión. Lisa lo entendió perfectamente, ya que era sabido que la rubia tenía una relación muy cercana con su padre (la cual se intensificó luego de la muerte de su madre). Y menos mal había sucedido a tiempo para avisarle en el trabajo que no podrían salir esa noche, porque había olvidado darle su número de teléfono.

Jennie tomó el aparato en cuestión y acarició la pantalla, como si deseara recibir en ese momento algún mensaje suyo, pero algo le decía que esa introvertida chica no era de las que enviaba mensajes cariñosos durante el día. Es más, sólo la había visto tocar su teléfono una vez desde que empezó su pasantía y había sido para mirar la hora.

En ese momento como por arte de magia llegó un mensaje a su celular, sin embargo solo era Rosé, quien ya había elegido incluso la ropa que usaría la chica dorada en esa noche especial. Por otra parte Hoseok se había limitado a darle consejos de cómo mantener el interés en la primera cita, de los cuales, como dos o tres terminaban en la cama. Jennie le había dicho que sí a todo, pero en realidad, lo que deseaba esa noche era conocer un poco a esa chica misteriosa.

Nadie sabía quién era, ni de quién era hija, a pesar de haberla «investigado» disimuladamente en la base de datos de la empresa. Tener a su mejor amiga en el área de personal debía servirle de algo. Pero nada, su archivo estaba restringido, o habían recortado el perfil de Rosé para las consultas. Todos hablaban de lo hermosa que era, o también de su terrible carácter, pero todas las conclusiones eran las mismas. Nadie la conocía realmente. Y definitivamente no le preguntaría a su jefa, jamás, jamás. Hoseok había sugerido seguirla incluso, pero Jennie creyó que era una idea muy desesperada. Esperaría al resultado de su cena y luego verían qué hacer. Intentaría sacarle algo de información a su interna, entre bocado y bocado.

Jennie Levantó apenas la mirada de su teléfono y vio el gris de los pantalones de su interna frente a ella, así que se apresuró a bloquear la pantalla y a mirarla al rostro. Ésta estaba debatiéndose entre reír o no con lo que había leído antes de que la descubrieran «Así que su querida amiga le estaba diciendo que no la culpaba si ella terminaba siendo la cena».

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now