zx 50 xz

8.4K 699 374
                                    


Las luces de Manhattan aún iluminaban débilmente la fría madrugada en la que Lisa fue a buscar a Jennie para ese misterioso viaje. La rubia había decidido que viajar era la mejor manera de combatir esa tristeza que le generaba los días previos al aniversario de muerte de su madre. No sabía qué tipo de ropa empacar, así que empacó de todo un poco en una pequeña maleta y esperaba el aviso de su novia. Su corazón se aceleró al ver que el auto de su amada estaciona a frente a su edificio. Se apresuró a despedirse de su padre y de Luz, quienes apenas se despertaban.

— ¡Disfruta de tu viaje, hija! — Exclamó el señor Kim como despedida. Luz le dio un beso en la frente y la vio alejarse por la puerta principal.

Su corazón, al parecer, nunca se acostumbraría a verla así, de repente. Dio un vuelco al toparse con esa dulce mirada. Su piel aún se alteraba con un simple toque, con el simple roce de sus dedos por su rostro antes de sentir el apasionado beso con el que la recibió su emocionada novia.

— Buen día... — susurró Lisa, con una pícara sonrisa. Jennie esbozó un buen día con los labios, antes de robarle un último beso.

— Estoy lista ¿A dónde vamos? — preguntó sonriente. La pelirroja tomó la maleta de Jennie y caminó hacia su auto con una enorme sonrisa, pero sin responderle — ¿No vas a decirme? Eres muy cruel, ¿sabes? — bromeó.

— Si te lo dijera, ya no sería una sorpresa. Estoy segura de que lo descubrirás por ti sola cuando estemos de camino — Le abrió la puerta y luego de rodear el auto, subió para partir.

Cuando la rubia vio que tomaban la carretera que las llevaba a Filadelfia, miró a su novia sorprendida. Ésta no la miró, sólo sonrió con picardía y continuó manejando. Todo fue volviéndose más claro a medida que se alejaban de la ciudad para ir hacia las afueras. Los ojos de Jennie se aguaron al ver la entrada de su antigua casa de campo. Un conjunto de sentimientos hacía revolución en su corazón. Las lágrimas no tardaron en hacer su aparición. Aun así, pudo ver que todo seguía tan hermoso como lo recordaba, incluso imaginó que vería a su madre cocinando su famosa rosca dulce que tanto amaba.

— ¿Cómo lo supiste? — preguntó la rubia, pero ella misma se respondió — Rosé... — Negó levemente con la cabeza y sonrió.

— Qué mejor lugar para recordarla que éste... — mencionó Lisa, en referencia a lo que Jennie le había dicho afuera del hospital. La rubia la abrazó muy fuerte y sollozó.

Ya la amaba tanto que no quería ni siquiera pensar en perderla de alguna manera. Una vez que bajaron, la rodeó con sus brazos y se besaron. Hacía mucho frío aún, aunque ya no nevaba, entonces Lisa sacó las llaves de la casa de su bolsillo y le hizo un gesto con la mano para que entraran.

— ¿De quién... es ahora la casa? De todo lo que nos quitaron, esta casa fue lo más doloroso de perder — Dijo Jennie, acariciando la superficie de la chimenea, sobre la cual, en el pasado, reposaban muchas fotos familiares de los Kim — Cuando papá quería alejarse de todo, nos traía acá — Miró a Lisa, quien la oía muy atenta — Aquí no éramos los millonarios, aquí solo éramos una familia feliz, que disfrutaba de los momentos más íntimos y valiosos.

— Pues... además de recordar tus momentos más valiosos con tu familia, podemos crear otros nuevos... — susurró la pelirroja, besándola en el cuello desde atrás. Jennie se estremeció al sentir su respiración mientras lo hacía. Lisa evitó responderle.

Ambas miraron la mesa que adornaba el centro del comedor y sonrieron con complicidad. Tal vez, recordando esa primera vez en la que se entregaron a la pasión. Jennie caminó melosa hacia ahí y llamó a su novia con un dedo. Ésta no iba a desobedecerla.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now