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Jennie sentía que no sólo le ardía el rostro (el cual supuso debía estar rojo como un tomate), sino que ese calor se había extendido por todo su cuerpo. Había olvidado por completo todo ese hiriente discurso que había practicado para reprender a su interna. Y quién no lo haría con esos hermosos y penetrantes ojos mirándola como lo hacía en ese momento en que oyeron, en absoluto silencio, que las puertas se abrían.

Su corazón ya latía incontrolable con el recuerdo de ese apasionado y sorpresivo beso, pero se complicó aún más al ver quien estaba afuera del ascensor. Chaerin las miró a ambas con una ceja levantada y no pudo evitar recorrerlas con la mirada de la cabeza a los pies. La rubia miró asustada a Lisa, quien se adelantó hacia la abeja reina para disculparse por su repentina desaparición.

Jennie intentó detenerla, inútilmente, por supuesto, así que sólo llevó una de sus manos a la frente y esperó oír que su jefa la llamara a su oficina para reprenderla. Adiós sueños de ser la futura jefa de Negociaciones y viajar por el mundo. Aunque la pelirroja fuese su debilidad, la asesinaría lenta y dolorosamente cuando saliera de esa oficina.

La rubia observó desde su escritorio la conversación de su interna y su jefa. Chaerin no parecía molesta, tal vez ella aún tenía una chance de continuar con su desafío. Llevó su bolígrafo a la boca y no podía dejar de mover sus piernas bajo el mueble. Casi dio un brinco en su lugar cuando oyó su ruidoso tono de mensaje. Jennie tomó su celular antes de que llamara más la atención y revisó el mensaje.

Era Rosé preguntando sobre la excusa de la interna.

Rosé_13:15

¿Te dijo qué le picó para desaparecer así? Debes ser dura con ella desde el principio.

Jennie_13:16

Te cuento luego. Nos vemos a la salida en la cafetería de siempre.

La chica dorada no sabía cómo explicarle a su amiga, que en vez de darle el reto de su vida a su interna, ella había vivido una de las escenas más eróticas de su vida. Rosé no lo entendería a menos que empezará por el principio, y eso ameritaba un café bien fuerte de por medio, como acostumbraban hacerlo cuando tenían un notición que contar. Su corazón se aceleró nuevamente al ver que Lisa se despedía de la abeja reina y ésta parecía seguir muy tranquila.

— ¡¿Acaso enloqueciste?! De verdad que quieres arruinarme... — reclamó Jennie, casi en un susurro. Lisa se cruzó de brazos y esperó que la rubia terminará, porque sus labios parecían buscar las palabras para reprenderla un poco más — Te dije que esto es demasiado importante para mí.

La mirada de Jennie era suplicante, por lo que la pelirroja se sintió entre culpable y decepcionada. Era como si la rubia sólo la viera como alguien que arruinaría sus planes, pero lo que Lisa no entendía era que de no haber sido hija de Chaerin, tal vez la abeja reina no se lo hubiese tomado muy bien lo de su desaparición.

— Puedes tranquilizarte, que no olvidé que esto es importante para ti — Lisa tragó saliva dolorosamente, por esa sensación de querer contarle la verdad a la chica de sus sueños, pero no era el momento — La señora Lee te espera en su oficina.

— Lo sabía — mencionó la rubia, con algo de preocupación en su tono de voz. Se paró lentamente y suspiró antes de caminar hacia la oficina de su jefa. Lisa sonrió de costado y tomó asiento en su lugar.

Chaerin firmaba los papeles que habían redactado en la reunión esa mañana, los cuales ella estaba segura, los leyó detenidamente antes de almorzar. La abeja reina no parecía molesta ¿Qué le habría dicho esa atolondrada? Jennie moría de curiosidad por saberlo, aunque con cada paso que daba, pensaba en cómo se disculparía con su jefa por tamaña osadía.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now