zx 39 xz

8.2K 751 173
                                    


Como no podía entrar con su jefa a la sala donde le harían la tomografía, Jennie decidió esperar haciendo un pequeño recorrido. Total, según le habían indicado, podrían tardar unos minutos ahí dentro. Miró a ambos lados del pasillo y decidió ir a la sala de espera más cercana, la de pediatría.

Momo, que caminaba junto al doctor Levine por el mismo pasillo, la vio conversando con una niñita con un oso de peluche bajo el brazo. Sonrió de costado y pensó que parecía un sol, iluminando todo a su alrededor. Jennie era tal cual como la había descrito Lisa un montón de veces y, era incluso más bonita que la foto que le había enviado. Su amiga definitivamente era muy afortunada y debía decírselo cuando la viera.

La rubia la miró y, aunque no la recordó enseguida, retuvo en su mente el recuerdo de su rostro. Estaba segura que la había visto en algún otro lado y más tarde o más temprano la recordaría. Momo hizo una pequeña reverencia con la cabeza, a modo de saludo, pero al llegar frente a la puerta del consultorio del Doctor Cecil, suspiró profundamente y entró, luego de despedirse del doctor Levine.

La chica dorada no pudo evitar sentir esa opresión en el pecho al ver a esos niños luchando por sus vidas.

"Ellos debían estar en los parques o en sus casas, colegios, guarderías, jugando. Cualquier lugar menos ese" pensó.

Incluso se sintió mal al notar que la pequeña, con quien jugaba en ese momento, miraba con tristeza su largo y dorado pelo. Había notado que la niña no despegaba la vista de la pulsera de perlas que llevaba en la muñeca. Era una pieza sencilla, de bijouterie y para nada costosa, pero para la niña parecía serlo todo. Se sacó la joya sin pensarlo dos veces y se la puso. Tuvo que adaptarlo para que le quedara, porque el brazo de la niña era tan delgado que incluso parecía que con un mal movimiento podía romperse.

La pequeña chilló de emoción y no dejaba de mostrarle a todos los que aguardaban con ella en la sala de espera, su preciada adquisición. Sus ojos brillaban de una manera especial y, por un momento, esa sombra que permanecía en ellos, se esfumó. Sus padres agradecieron el detalle a Jennie, pero, con un simple gesto, ella les dijo que no era gran cosa.

Mintió, era mucho, porque esa felicidad que sentía al ver a la niña sonreír de manera tan genuina, lo valía. Inmediatamente tuvo una idea y no podía esperar a contárselo a Rosé. Había encontrado la razón por la que había sido escogida por su jefa para acompañarla. Jennie siempre tuvo la firme convicción de que todo sucedía por algo y, haber ido ese día a ese hospital le había abierto los ojos ante algo que nunca había pensado. Podía hacer algo por esos niños, no sólo compadecerse.

******

A Chaerin la preparaba una de las enfermeras en una sala privada, mientras que el técnico en imágenes tomaba su puesto tras el cristal que dividía la sala de tomografías. El lugar donde permanecía el hombre, contrastaba con la muy iluminada sala donde la poderosa máquina esperaba a una poderosa mujer para revelar lo que ésta tenía en su interior e intentar descubrir qué era lo que la estaba aquejando tanto desde hace poco más de un mes.

La abeja reina caminó con mucho cuidado, sintiéndose muy liviana sin sus altos zapatos, hacia donde la conducía la enfermera. Ésta le pidió que se acostara en la camilla que estaba frente a la enorme máquina blanca. Ella obedeció, con el corazón galopándola descontroladamente, aunque no lo demostró, como era de esperarse de Lee Chaerin. No es que le tuviera miedo al procedimiento, sino a lo que éste le pudiera revelar. Temía que su vida cambiara, porque no sabía cómo vivir de otra forma. Nunca había dependido de nadie y no quería empezar a hacerlo ahora.

Cuando todo su cuerpo tocó la plana superficie de la camilla, ésta subió lentamente hasta quedar a una altura considerable, como para quedar al mismo nivel que el de la máquina. La enfermera procedió a colocarle una vía, por medio de la cual (según le habían explicado antes) le suministrarían el contraste. La mujer controló que el líquido (a base de yodo), circular correctamente y, luego de oprimir algo en el control, se retiró por donde había llegado para unirse al hombre que observaba detrás del cristal.

The Secret [Jenlisa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora