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«No soporto a las personas que pudiendo hacerlo mejor, hacen sólo lo que se le pide. Esa es la manera más efectiva en la que mido el interés y el potencial de alguien a quien voy a evaluar en mi empresa»

Las palabras de Chaerin, en la entrevista que le habían hecho para el proyecto de la universidad, resonaban en la atormentada memoria de Jennie. La rubia revolvía pensativa la tasa de té que había preparado unos minutos antes. Había elegido un traje de falda lápiz en color berenjena para su primer día del año en el "CL Enterprise" y pensaba combinarlo con unos stilettos negros (sus favoritos), mientras esperaba noticias de su amiga.

Había recibido un texto de ambas amigas, pero por separado, claro. Ambas mencionaban que lo estaban pasando bien, así que entonces tomó su agenda y anotó algunos puntos que pensaba cambiar en su estrategia diaria. Había decidido luchar por el puesto del viejo Leroy y no estaba dispuesta a perderlo por falta de preparación.

«Visitar más al viejo Leroy para recopilar información de primera mano», había sido el primer punto en su anotación. Llevó la cola de su lápiz de papel a los labios y pensó en otros tips que podrían serle útil. Hablar con Chaerin sería el último, así que no lo anotó aún.

«Investigar discretamente si hay otros interesados en el puesto. Es mejor conocer a la posible competencia». Sonrió conforme al anotar ese punto. Hizo una nota mental para recordar pedirle a Rosé que la ayudara con eso. Ella era toda una experta sacando y oyendo información clasificada. Prueba de ello, lo del retiro del jefe de negociaciones internacionales.

«El viejo ya debe conocer todo el mundo, o por lo menos, los sitios más interesantes», pensó Jennie y miró por la ventana. Suspiró al ver que empezaban a caer los primeros copos de nieve de la tarde. Adoraba esa sensación de tranquilidad que le generaba esa vista. Tal vez eso se debía a que adoraba también las flores de cerezo, porque cuando las flores dejaban caer sus pétalos, parecía un momento mágico, capaz de darle paz incluso en los momentos más terribles.

Miró la foto que tenía enmarcada sobre su escritorio y sonrió. En ella se podía ver a Jennie rodeada de sus inseparables amigos a la salida de un club nocturno, ahora que se fijaba bien, la mirada de Jisoo a Rosé ya se veía diferente, como si deseara robarle un beso. Su tierna sonrisa se había transformado en una más perversa. Se le ocurrió que debía hacer algo por esas dos cabezas huecas, o terminarían perdiéndose para siempre.

La rubia había anotado algunos recordatorios más en la agenda cuando oyó la aparatosa entrada de su mejor amiga a la habitación. Ésta había entrado tan rápido y abriendo tan sonoramente la puerta, que Jennie pensó que la seguía el mismísimo diablo. Ella la miró desde la cabeza hasta los pies y levantó una ceja. Rosé tenía el rostro muy pálido y respiraba agitadamente.

— Luces como si hubieras corrido una maratón — mencionó la rubia, esbozando una sonrisa — con el diablo pisándote los talones — añadió con énfasis, para ilustrarle mejor como se veía.

— ¡¿Por qué me dejaste sola?! — reclamó la castaña, mientras sacudía la nieve de su pelo.

— ¿Jisoo hizo algo indebido? — preguntó Jennie sería — ¡Porque si lo hizo, le corto las manos! — Ella simuló tener unas tijeras enormes en las manos y que cortaba algo en el aire. Rosé negó con la cabeza.

—No, no. Se portó muy bien, pero me pidió que saliéramos una de estas noches — Rosé llevó una mano a la frente.

— ¡¿Y?! ¡¿Qué le dijiste?! — Jennie unió las manos a la altura de la boca y esperó con ansias a que Rosé le hubiera dicho que sí. La castaña apretó repentinamente los labios y luego cerró los ojos. Tal vez, fuera mejor decirlo sin ver a su amiga con tantas expectativas en la mirada.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now