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La fría madrugada nunca había sido tan hermosa para Jennie, como la de ese día, con las tenues luces aún iluminando las calles de Manhattan y el recuerdo de su maravillosa cita aun latiendo en todo su cuerpo. Pagó al taxista lo que le había alcanzado el viaje, bajó frente a la entrada de su edificio. Se acomodó bien el saco y la brisa hizo que notara que el perfume de Lisa se había impregnado a la tela de éste. Agregó mentalmente a su lista de cosas que la hacían terriblemente irresistible, ese aroma ya nunca lo olvidaría.

El portero, se había sacado los guantes para exhalar un poco de aire caliente entre sus manos y luego las frotó. Al ver a Jennie llegar, se apresuró a abrir la puerta de vidrio y, luego de un cordial saludo, la vio perderse tras las puertas del ascensor. No era la primera vez que la veía llegar a esas horas, ya en su época de "It girl" lo había hecho varias veces, pero era la primera vez que la veía así de feliz.

La rubia entró de puntillas desde la entrada de su departamento hasta su habitación, imaginando que todos aún dormían. La tenue luz de una lámpara iluminaba la zona de la cama donde dormían en posiciones bastante cuestionables, sus dos amigos. Parecían salidos de una escena de crimen por la forma en que estaban.

Rosé tenía medio cuerpo sobre Hoseok y éste le daba inconscientes empujones en el hombro de tanto en tanto. Jennie no pudo evitar reír al verlos, pero no quería despertarlos, así que se cubrió la boca con una mano para reprimir su risa y luego caminó hasta su vestidor para buscar un pijama. Aún tenía unas pocas horas para dormir, pero necesitaba un relajante baño antes. Ella se acostó en el pequeñísimo espacio que sobraba al borde de la cama, suspirando profundamente. El destello que emitía la hora en su simpático despertador con forma de labio rojo se reflejaba en su rostro. Eran las 4 a.m. y su mente formuló inmediatamente un pensamiento sobre Lisa y lo que pensaría por haberla dejado sola.

Una sonrisa socarrona se dibujó en sus labios y se cubrió los ojos con ambas manos. Giró el rostro rápidamente y observó a sus amigos, demasiado dormidos ¿Estaba Rosé babeando? Pero eso no era nada comparado a Hoseok hablando en algún lenguaje extraño mientras dormía. Rio silenciosamente y se sintió una chica muy afortunada. Tenía amigos que valían su peso en oro y empezaba a sentir de nuevo esa emoción de un nuevo amor...

******

— ¡Señorita Jennie! ¿Acaso no irá al trabajo hoy? — Era la voz de Luz. Los tres amigos se levantaron de golpe y con un rostro que daba miedo. Sus ojos por poco salían de su órbita y la maraña de sus pelos los hacia lucir como unos espantapájaros. Se miraron entre sí y exclamaron al unísono — ¡NOS QUEDAMOS DORMIDOS! — Saltaron de la cama y cada uno empezó a tomar su ropa para prepararse.

—Tú, al baño de la habitación de invitados — La rubia señaló a Hoseok. Éste asintió y corrió como alma que lleva el diablo. El padre de Jennie los observaba divertido desde la cocina, donde bebía su desayuno en compañía de Luz, a quien en realidad consideraban de la familia — Tú y yo entraremos juntas aquí — le dijo a la castaña y tomaron lo imprescindible para bañarse.

Habían logrado prepararse en un tiempo récord. Los tres casi chocaron al llegar a la cocina.

— Diez minutos — mencionó el señor Kim, señalando su reloj de pulsera, mientras levantaba ambas cejas — Cada vez lo hacen en menor tiempo — añadió, en forma de broma y los invitó a unírseles en la mesa.

— ¡Se nos hace tarde, papito! — respondió Jennie, tomando una de las tostadas con mermelada que acaba a de untar su padre. Este negó con la cabeza.

— ¡Gracias, señor Kim! — exclamaron tanto Hoseok como Rosé a modo de despedida, cada uno con una tostada en la mano.

— ¡Que tengan un buen día! — exclamó el señor Kim, viéndolos perderse hacia la salida.

The Secret [Jenlisa]Where stories live. Discover now