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La pregunta le había tomado por sorpresa, haciendo que todo su cuerpo se pusiera tenso. Abrió y cerró sus labios sin saber que contestar mientras notaba como es que el alfa le estaba mirando de forma casi fija en espera de una respuesta de parte de sus labios. El alfa  podría jurar que al omega le estaba dando una especie de cortocircuito ante su pregunta.

— Sé que tal vez sea muy pronto aunque nos conocemos desde hace ya meses pero simplemente no tener que salir unas veinte veces antes de preguntártelo. Aunque entenderé si es que tu respuesta es un no. Solo lo creí correcto y no veía el punto de seguir esperando.

Dentro del pecho del alfa, una parte de él realmente estaba esperando poder recibir una negativa de su parte, quería que le dijera un no. Lo deseaba así podría ir con esos sujetos y decirles que había fallado, Jaemin al final le había rechazado. Mas esa parte entraba en conflicto con otra latente y que, a fuerzas, quería poder ignorar aunque le resultara imposible. Una parte de él también quería que aceptara, que le diera un rotundo "". Trató de mantener una cabeza fría al estar a su lado, de verse interesado pero no involucrar a sus sentimientos. Vaya mierda que había sido, fallando de manera olímpica. Jaemin había logrado con sonrisas brillantes y una bondad innata colarse bajo su piel. Antes jamás habría pensado en mirar a un omega como él y no porque creía imposible que los de su nivel le miraran, sino porque irradiaba una pureza que dolía en su mundo lleno de pecados.

Él recibía todos los días algo de dinero, no para su uso propio, sino para que gastara en el pelirosado tratando de lograr conquistarle. Cada día los billetes manchados de la desesperación de jóvenes que caían en los encantos de la red de Yang eran depositados en su mano directo desde las de Taeyong quien actuaba de intermediario. Y aunque solía ser la misma cantidad, cada vez parecía pesar más aquel pequeño fajo que recibía. Cada mañana era más difícil recibirlo y no decir nada sobre lo asqueado que estaba sobre ello.

Era por esa razón que no lo usaba o, al menos, trataba en lo posible de no hacerlo. Tenía el dinero suficiente guardado como para llevar a Jaemin al mejor lugar de toda la ciudad pero lo sentía tan frío, tan impropio de él que no podía hacerlo. Incluso sentía que el mismo Jaemin no encajaba en ese ambiente tan clasicista a pesar de haber nacido rodeado de riquezas y poder. Era un chico al que siempre se le había dado todo, quien con un chasquido de dedos tendría lo que quisiera pero no parecía importarle. Eso le gustaba. Por ello había optado por llevarle a aquel lugar tan especial para él, porque Jaemin era especial para Jeno.

Había estado tan metido en su propia mente, pensando en las mil cosas invadiendole y atacandole que casi se pierde de la respuesta dada hacia su pregunta.

— Por supuesto que quiero.

Creyó por un segundo que lo oído fue solamente un engaño de su mente queriendo escuchar lo que en ese momento más deseaba. El beso recibido a continuación le hizo saber que no estaba alucinando, que eso era verdad y que Jaemin estaba aceptando. Miles de emociones llenaron su pecho de manera abrumadora para volverle completamente loco. Respondió casi con desespero, moviendo sus labios sobre los ajenos en una pequeña danza que no tenía precedentes.

El beso se extendió por minutos que parecieron eternos allí, en medio de la nada y donde solo ellos dos estaban, habían dejado todo atrás. El miedo, los problemas y a los dueños de los hilos que les movían como títeres, todo eso ya no importaba. Eran solamente ellos, dos jóvenes comenzando a descubrir lo que el amor podía llegar a ser. En algún momento, terminaron recostados sobre la manta pensando sólo en seguir probando la boca que tanto les estaba volviendo locos. Una de las manos del alfa acariciaba suavemente la cintura del menor, perdido en la sensación pero ningún momento puede llegar a ser perfecto, no al menos siempre.

Opuestos En Común. NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora