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El día del domingo llegó sorprendentemente soleado, un día bastante agradable y que hacía al omega sonreír mientras leía un libro en el patio de su casa recostado sobre una manta en el césped. Había estado esperando un mensaje del alfa para confirmar que se verían, aunque no sabía cómo. Su madre no había dicho nada sobre levantar el castigo que le había puesto. Mordió sus labios recordando la noche anterior. Había tenido mucho miedo de que su madre llegara a notar el aroma de Jeno en su cuarto pero al parecer había logrado ocultarlo bien pues no escuchó quejas. Nunca había sido demasiado bueno como para mentir, al menos no de esa forma.

Su madre estaba dentro de la casa, creía que en su oficina mientras hablaba por teléfono. A su memoria vino el recuerdo de hace unos días atrás, la imagen de su madre con el rostro bañado en lágrimas secas y maquillaje corrido. También los restos de los cigarros, no quiso tocar el tema pero estaba intrigado sobre que su madre fumara. Nunca la había visto tocar un cigarrillo en su vida. Tal vez era que no le prestaba demasiada atención en realidad, que siempre trataba de evitar su mirada pero ahora, con plena conciencia, no podía ver algún signo de aquello.

Tenía más cosas en su cabeza también y, a diferencia de sus compañeros, no era sobre qué carrera escogería para ir a la universidad o sobre que planeaba hacer con su vida a futuro. Constantemente su mente era invadida por la situación del alfa y el desolador sentimiento de saber que este se iría en cualquier momento. Incluso sabía que, posiblemente, no llegarían a despedirse. Trataba de ser positivo y siempre se decía que sería durante poco tiempo, que volverían a verse. Eso solía calmar a su dolido corazón pero también estaba su mente racional, la cual decía que podían no volver a verse en su vida.

Los romances durante la adolescencia era breves momentos de experimentación y aprendizaje, la gran mayoría eran cortos, pasionales y efusivos pero tenían la gran tendencia de no ser eternos. La cantidad de parejas que hacía una vida al lado de una pareja desde aquella edad era mínima y, para que mentir, con primeros amores la cifra era aún más pequeña.

Jaemin sabía aquello, lo suyo con Jeno seguramente sería algo pasajero que terminaría más pronto de lo esperado. No sería de extrañar que en un futuro analizara estos momentos y se riera de si mismo pensando en lo ingenuo que había sido. Un pobre niño cautivado por un alfa que tenía "Mala opción" en su frente. Aún así, en su corazón guardaba secretamente el deseo de que sí fuera la persona con la que pasaría el resto de su vida. Lo anhelaba aunque significara esperarlo hasta que regresara, si lo hacía. Eso desataba más dudas en su corazón ¿Y si esperaba por alguien que tal vez nunca iba a volver?

No se había dado cuenta del hilo que sus pensamientos habían estado siguiendo hasta que el sonido de un nuevo mensaje lo trajo a la tierra. Había estado mirando al cielo con una expresión en blanco y el libro sobre su pecho olvidado. Desbloqueó su celular viendo que era un mensaje de Jeno quien le mandaba una foto suya recién despierto y sonriente. Incluso despeinado y la marca de la almohada en su rostro hacia que su corazón se acelerara.

Un nuevo mensaje llegó, le decía que pasaría por él pasadas las siete de la tarde. Una parte de él se sintió emocionado pero también con miedo de tener que escaparse de casa. Aún faltaba mucho para que viniera por él pero ya estaba emocionado por lo que corrió dentro de su casa a buscar opciones de ropa.

En el almuerzo encontró a su madre más animada y conversadora de lo que recordaba fue alguna vez. Preguntó por sus estudios y, sorprendentemente, por si sabía a qué universidad querría ir. Sus manos habían empezado a temblar allí, estaba realmente sorprendido. Realmente no había pensado en que su madre le permitiera ir a la universidad o si era una real opción para él. Había tenido suerte de que no le mandara a esas escuelas de clases extracurriculares para ser un "omega de buena clase" y ahora sospechaba que su padrastro lo había ayudado en eso. Era extraño no verle allí en casa pero, por propias palabras de la señora Lee, sabía que su madre aún lo veía pero, orgullosa como sólo ella podía ser, no le permitía volver a casa nuevamente después de que su autoridad hubiera sido pisoteada de esa manera.

Opuestos En Común. NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora