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Aquel martes por la mañana hacía bastante frío, Jaemin envolvió una bufanda alrededor de su cuello cubriendo también parte de su rostro mientras esperaba el autobús. Estaba un poco cansado pues no había podido dormir bien desde la charla con Mark. El lunes había faltado a la universidad por petición de su madre para que descansara un poco mas y lo hizo, al menos por una parte del día pues luego volvió a su departamento.

Al estar solo y aislado, pues apagó su teléfono queriendo poder quedarse tranquilo por un momento, se dispuso a pensar en todo. Pensó en su vida, hacía donde se dirigía, sus metas, sus sueños y lo que quería para si mismo. Fue duro el momento en que se dio cuenta que no era realmente feliz, no por completo. Tenía buenos amigos, su relación con su madre ahora era excelente y su futuro laboral no podía lucir mejor pero emocionalmente iba en decadencia.

Y puede que no solo emocionalmente. Estaría mintiendo si no dijera que se dio cuenta de lo pálido y desmejorado que estaba. Su piel estaba opaca y sin brillo, también algo frágil. Su peso bajaba sin importar cuanto comiera, que de hecho no era demasiado pues su apetito también iba disminuyendo.

Hace tiempo que había visto a un doctor por lo mismo y respondió que era a causa de su lazo y la separación. Separándose apenas habían formado su lazo lo dejó inestable y evidentemente herido, eso mismo le estaba consumiendo desde dentro. Esa mañana, frente al espejo, miró su demacrado rostro y se preguntó cuanto tiempo mas iba a poder seguir con ello.

En cuanto el autobús llegó, se subió y sentó junto a una ventana. Los vidrios estaban empañados por lo que le costaba ver a través de ellos. Sonriendo, encontró curioso que también le dificultaba el verse a si mismo.

Después de que Mark le dijera tales cosas y él no hubiera encontrado palabras para responderle, terminó echándole de su casa diciendo que necesitaba estar solo.

Las preguntas hechas aún pesaban en él. Habían pesado durante toda la noche mientras se envolvía en mantas viendo la ciudad desde su balcón. Era doloroso notar lo mucho que su opinión había cambiado en poco tiempo.

Tal vez aquel había sido el golpe de realidad que estaba necesitando para darse cuenta de que no estaba realmente bien. Que debía tomar una decisión definitiva y solo había dos opciones frente a él. Dos caminos que le llevarían a vidas diferentes. Podía elegir seguir esperando por él, mantenerse firme en la esperanza de que su joven y corto amor de la adolescencia volvería por él. También podía elegir dejarlo ir y empezar nuevamente desde 0.

Había estado mintiendo con el hecho de decir que se encontraba bien y que no esperaba a Jeno, que si se enamoraba de otro alfa lo dejaría ir. Se había obligado a si mismo a aceptar que en su interior, lo esperaba anhelante, que soñaba con el día en el cual regresaría a buscarle. Porque no había día en que no viera su marca, en que la tocara y pensara en él.

Se había querido engañar a si mismo pero era tiempo de ser sinceros. No podía seguir tomando una posición neutra en algo que influía e influiría tanto en su vida. Era, dolorosamente, tiempo de avanzar sea cual fuera el destino que eligiera.

Se bajó en la parada que lo dejaba a tan solo una calle de su universidad. Pasó por una tienda para buscar algo de té para calentar su congelado cuerpo. En el momento en que entró al edificio de su universidad, camino con calma por los pasillos. Hizo una mueca al pasar por las escaleras en las que había caído hace unos días.

Se metió en su primera clase, quedándose en un asiento al fondo del lugar tratando de prestar atención aunque su mente se disparara por cientos de lados diferentes. Sabía que Lucas ya le había visto pero no tenía ánimos de acercarse al alfa aquel día tampoco de responder sus mensajes que habían empezado a llegar a su teléfono. Su mente estaba bastante agotada como para estar tratando de lidiar con los sentimientos del alfa.

Opuestos En Común. NominWhere stories live. Discover now