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La señora Na había estado dando vueltas, asegurándose de tener todo listo para cuando fuera la hora adecuada. Ya muchos de los invitados habían llegado y se encargó de recibir a cada uno con una enorme sonrisa, sobre todo a los señores Jung que venían acompañados de su hijo quien desapareció en cuanto le saludo formalmente. Estaba contenta, las cosas estaban saliendo como lo planeó. Claro que, en cuanto buscó a su hijo con los ojos, la sonrisa en su rostro se borró de manera casi inmediata. Allí estaba ese chico, aquel muchacho desconocido y quién le daba una sensación extraña desde la primera vez que le conoció. Sabía que ese alfa había ayudado a su hijo en su presentación y, aunque en el fondo estuviera agradecida de que no le hubiera tocado un solo cabello, tampoco le agradaba la cercanía de este con su hijo. No confiaba en que ningún alfa tan solo fuera amigo de un omega sin intenciones escondidas. Una de las encargadas se acercaba a preguntarle sobre unos asuntos pero ella apenas y podía responderle con naturalidad. Estaba a nada de morder una de sus perfectas uñas acrílicas y decidió que era suficiente.

Comenzó a caminar hacia ellos, manteniendo una sonrisa queriendo hacerlo pasar como un simple acercamiento casual notando que el grupo de jóvenes le miraba casi atentamente. Apenas se había acercado cuando el aroma choco en su rostro con fuerza. El aroma a café de un alfa, el mismo aroma que la sudadera escondida en el armario de su hijo tenía. Eso no estaba para nada bien. Como si no fuera suficiente la presencia de ese alfa notó a un omega que también le resultaba desconocido y a leguas se veía corriente aunque tratara de ocultarlo con ropa elegante ¿En qué momento su hijo había hecho aquellas amistades?

— Jaemin cielo. — Habló en un falso tono dulce. —¿La estas pasando bien? ¿Y tus amigos?

La mano fría y delgada de la mujer se posó sobre el hombro de su hijo haciéndole temblar, el ambiente se había tornado tenso en cuestión de un solo segundo. Pequeños comentarios hablando sobre la elegancia de la fiesta y lo bien que lucía fueron los únicos pronunciados. Ella dejó ir su sonrisa hasta clavar sus duros ojos sobre el alfa que desconocía y el omega a su lado.

— Oh, disculpen. Soy la madre de Jaemin pero pueden llamarme Jihyun si quieren. No hemos sido presentados formalmente antes.

Su voz sonaba tan dulce, como la de una verdadera madre amorosa que buscaba conocer a los amigos de su hijo aunque claro, aquello estaba bastante alejado de la realidad.

— Es un gusto señora Na, lamento no haberme presentado antes cuando asistí a la fiesta en su hogar. No se dio la oportunidad en su momento supongo y me disculpo por eso. No fue nada cordial de mi parte. Soy Lee Je No, compañero de su hijo.

El tono de voz usado por el chico la sorprendió. No había titubeos, nerviosismo ni nada similar. Era un tono demasiado firme y seguro para un joven de su edad, incluso había hablado con adultos menos seguros de sus palabras. Sin contar la mirada que había en esos jóvenes ojos. Era dura, penetrante y en definitiva intimidaba. Podía percibir la ligera hostilidad en su cuerpo, el chico reconocía que ella no estaba feliz de verle ahí. Era impresionante y preocupante en partes iguales. Ese niño exudaba alfa por todo su cuerpo y la tenía pasmada. La situación podía ser peor de lo que pensaba. Decidió tratar de ignorarle por unos segunodos y posar sus ojos sobre el omega a su lado quien pareció pegarse más al pelinegro al notar sus ojos.

— ¿Y tú cielo? — Le habló al chico, tenía unos cabellos en una extraña tonalidad morada que le resultaba desagradable. Tal vez de ese niño su hijo había sacado la absurda idea del cabello rosado. —

— Mi nombre es Donghyuck y yo...—Pero antes de que pudiera seguir hablando, la mano en su cintura perteneciente al alfa le callo. —

— Es mi novio, espero que no sea un problema su presencia aquí. Jaemin me dijo que estaría bien si traía a Donghyuck conmigo.

Opuestos En Común. NominWhere stories live. Discover now