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El lunes llegó con un clima lluvioso sumamente contrastante al anterior que había estado tan brillante. Su camino a la escuela fue un poco silencioso y es que estaba un poco cansado por el domingo. Había llegado tarde a su casa y no durmió tanto como estaba acostumbrado. Sus ojos estaban bordeados por las oscuras ojeras pero no se arrepentía de nada, los recuerdos eran maravillosos y la experiencia inolvidable.

Al llegar se encontró con sus amigos hablando sonrientes sobre su fin de semana y no dudó en compartir lo que él había hecho. Lo relataba con emoción y una gran sonrisa, incluso sacó su celular para mostrarles las fotos que se había tomado con Jeno pero se detuvo en cuanto vio las expresiones de los chicos. Apretó sus labios en una fina línea. Sabía que era juzgado, no estaban de acuerdo con que siguiera saliendo con Jeno. Podía llegar a comprender su posición, si viera las cosas desde la perspectiva de ellos estaría de acuerdo pero era él quien lo estaba viviendo y se encontraba feliz de lo mismo. Era algo decepcionante no poder hablar con sus amigos de aquello e incluso le dolía pero no quería hacerles sentir incomodos por lo que decidió cambiar el tema hacia lo extraña que estaba su madre últimamente.

Jeno llegó tarde aquel día pero apenas uno o dos minutos antes de que el profesor entrara. Tiempo suficiente como para que Yeeun se acercara a él ofreciéndole una tarjeta con una sonrisa en su boca y mirada coqueta. Jaemin vio como aceptaba la misma y juraba que era por pura cortesía. Cuando se sentó a su lado, el omega estiró su cuello para poder ver de qué se trataba. Era una invitación a su fiesta de cumpleaños para ese sábado. Extrañamente esa tarjeta representaba bien a la chica, negra con letras plateadas brillantes y un muy bonito diseño. Aunque le pareció un poco curioso que entregara invitaciones para su fiesta con su edad pero cada quien hacia lo que deseara con su dinero, o con el de sus padres mejor dicho. Con curiosidad y el ceño fruncido giró su rostro hacia los pupitres de los betas notando que ellos también tenían aquellas invitaciones.

— ¿Debería ofenderme porque fui al único que no invito o reírme por ello?

— Yo me reiría, es un poco ridículo para ser sinceros.—Le dijo Jeno mientras observaba con curiosidad la tarjeta, era la primera vez en su vida que recibía una así.— Aunque no dijo nada de que no podía llevar a alguien conmigo, seguro no le molesta.

Se miraron antes de soltarse a reír y negaron con sus cabezas. El profesor entró y no tuvieron más opción que prestarle la atención que le debían. O al menos era lo que fingían pues estaban más concentrados en sus manos entrelazadas bajo los bancos y sus rodillas que se chocaban juguetonamente. Podían sentir que los betas les miraban un poco a veces pero estaban decididos a que estos no les molestaran. No tenían tiempo para detenerse en lo que otros llegaran a pensar de ellos.

Durante el receso se alejaron de ellos paseando por las canchas de la escuela, no habían soltado sus manos y conversaban de trivialidades. Estaban cómodos así, uno al lado del otro con solo hablar o incluso en silencio.

— Creo que los chicos me quieren totalmente lejos de ti. Hasta podría decir que me odian.

— No te odian solo están un poco asustados. No lo comprenden y tal vez nunca lo hagan pero no importa realmente.

Jeno se inclinó para besar suavemente la comisura de los labios del chico antes de sonreírle. Miró sus manos entrelazadas y acarició el dorso de la misma con su pulgar. Luego la levantó y besó sus nudillos mirando a los ojos a su novio haciendo que este se sonrojara de forma violenta.

— ¿Y si te pido que hagas algo que los haría enojar aún más?

Jaemin le miró con una expresión confusa antes de que este le señalara con sus ojos hacia una pared de la institución. Siguió su mirada y se quedó unos segundos con una expresión de duda hasta que la comprensión llegó a su mente.

Opuestos En Común. NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora