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Jeno solo se había limitado a abrazar al tembloroso chico entre sus brazos, notando lo alterado que este se encontraba. Ten y su hermano se levantaron alarmados tratando de entender lo que estaba pasando pero solo podían saber, por lo que se veía, que el omega no estaba lastimado.

Tardaron un par de minutos en separarlo del alfa para llevarlo hacia el sofá en donde le sentaron y dieron un vaso de agua para que tratara de calmarse aunque pareciera imposible. Haechan se mantenía a un lado, observando todo con una expresión preocupada en su rostro y los brazos cruzados sobre su pecho.

— ¿Por qué esta aquí? Se suponía que ninguno de ellos debía saber la existencia de este lugar.

El pelirrojo fue el primero en hablar hacia el de piel oscura. No era un reclamo, a pesar del tono severo de su voz, sino una genuina duda. Sabía que el chico no les traicionaría, por lo que no hubiera traído al hijo de Yang hacia aquel lugar si no hubiera una razón lo suficientemente buena como para ello.

El moreno se negó a hablar moviendo su cabeza de un lado a otro, yendo directo hacia la cocina por algo de beber. Había mucha tensión, sobre todo por no saber lo que sucedía como para que al joven Yang tardara tanto en siquiera poder hablar con ellos.

— ¿Pasó algo con Bang Chan?

Jeno fue quien le habló, poniendo una mano sobre su hombro tratando de darle calma. Que al alfa le hubiera sucedido algo, o que incluso hubiera muerto, no sería para nada extraño. Debido al cercano lazo que compartía con el omega hacia a su mente trabajar rápidamente pensando en varios escenarios con este involucrado.

— No... al menos por ahora.

Jeongin limpió sus lágrimas mientras aún hipeaba con levedad. Su respiración estaba un poco agitada pero parecía estar logrando calmarse. La mano del pelinegro acarició suavemente su espalda tratando de reconfortarle.

— ¿Por ahora? ¿Qué paso?

— Le dispararon a papá... su pierna está herida pero se va a reponer.

El silencio reino por toda la sala. Jeno, su hermano y Ten se miraron sorprendidos por aquella revelación. Yang no era un objetivo fácil, de hecho llegar hasta él era sumamente complicado pues solía tener un gran equipo de seguridad que le respaldaba todo el tiempo incluso mientras dormía. Alguien le había traicionado lo que no era bueno para nadie.

— ¿Quién?

La voz profunda del pelirrojo salió angustiada, notando como es que sus manos comenzaban a sudar por los nervios de saber qué respuesta saldría de los labios del menor. Refregó sus palmas una y otra vez contra su pantalón en un gesto nervioso.

— Papá quería expandirse, tiene uno que otro vendedor y lacayo en otras ciudades importantes pero no tiene peso e importancia, no como aquí. Hace tiempo quiso debilitar al jefe de Busan y mando a matar a la hija con el claro mensaje de que pareciera traición de parte de su equipo. Ella tenía 12 años, la secuestraron a la salida de su colegio, la torturaron, abusaron de ella y luego la mataron dejándola en la puerta de su casa. Park pareció caer en ello por algún tiempo pero, de alguna forma, se enteró de la verdad. Con esto, le ha declarado la guerra.

La sangre se congeló en el cuerpo de los presentes y un sudor frío les recorrió el cuerpo. No era una mala noticia, era terrible. Absolutamente todos habían pasado a ser un blanco. En un simple momento, todo se había complicado mucho más de lo que en algún momento hubiera pensando.

— Me enviaran a China mañana. Mis otros hermanos por igual, de hecho no sé a qué parte irán. A partir de mañana, voy a estar aislado de todo y todos hasta que esto se calme. Tengo miedo, no sé si volveré a ver a alguien. Mis amigos, familia y todo ser querido. También puede que me maten, que me hagan lo que le hicieron a ella.

Opuestos En Común. NominDonde viven las historias. Descúbrelo ahora