10. Escenarios

1.2K 52 23
                                    

«Parte del teatro u otro lugar destinado a la representación de un espectáculo ante un público.»

Cualquiera que los viese podría pensar que su canción llevaba casi una semana de ensayo, pero nada más lejos de la realidad, pues no sabían que esa noche iban a subirse a un escenario juntos para cantarla la misma melodía.

Ni siquiera habían oído sus voces al unísono de un mismo compás, pero, para ellos, no quedan nada, pero que nada, mal.

La palma de sus mano recibió a la de su acompañante, quién acercó su pequeño cuerpo para fundirse en un abrazo. El flequillo de la chica ganó un beso, como si ya fuese su pequeña gran tradición.

Ambos bajaron del pequeño escenario, deseando no hacerlo, pidiendo quedarse un rato más, con sus brazos unidos. Ellos pedían cómo quién suplicaba cinco minutos más, solo que lo suyo era de duración eterna, un concierto para toda la vida, sólo uno más, los dos juntos.

Puede que las ganas venciesen a la timidez. Que los chupitos a veces suben demasiado rápido, o, simplemente, que existía una necesidad por liberar los sentimientos que tanto tiempo llevas ocultando.

Y la solución, de nuevo un micrófono.

Esta vez era una canción totalmente distinta, sin ningún acompañante. Solo ella. Ella, y su voz.

"Never mind, I'll find someone like you
I wish nothing but the best for you, too
Don't forget me, I beg
I'll remember, you said
Sometimes it lasts in love, but sometimes it hurts instead"

Apenas había notado como la gente se asombraba ante sus agudos. O como sus amigos la admiraban, sobre todo uno, que estaba embobado con su sonrisa de lado. Apenas sintió el tiempo pasar, al igual que las notas iban marcando un final. Así que, cuando el pianista ya había callado y todo recurrió al silencio, su voz volvió a emocionar, con el poder de una sola frase.

— "Sometimes it lasts in love, but sometimes it hurts instead"

Eso se había dicho muchas veces ella, demasiadas para el gusto de algunos. Lo dijo cuando sintió una mano fría impactada en su cara. Lo dijo cuando en vez de ser la primera, fue la veinteava vez. Lo dijo cuando todo a su alrededor se desmoronaba. Lo dijo cuando pensó que la frase "Quien bien te quiere, te hará llorar" tenía razón. Cuando pensó que pasar ese calvario a manos de su novio era normal. Lo dijo tantas veces que se lo acabó creyendo.

Hasta hoy, que después de mucho tiempo, supo que el amor no era llorar todas las noches en su cama sin poder moverte por culpa de golpes malintencionados.

Fue ahí, cuando su voz se rompió al recordar esas noches, escondida en un piano, intentando sanar todo lo que había pasado durante el día.

La música seguía, los recuerdos volaban y sus cuerpos cada vez suprimían más los centímetros que les separaban. Así, hasta que la distancia dejó de existir. El ritmo de
"Reggaetón Lento" marcaba el compás de sus movimientos, pero, a veces, las burbujas de magia se rompen, como pasó con la suya.

Ella volvió a sentirse insegura cuando todo era demasiado perfecto, cuando las respiraciones de ambos confirmaron estar sincronizadas y sus labios a punto de chocar. Él, buscó una excusa, que probablemente solo se tragaría Amaia, para salir de ahí. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, pero, sentir el escalofrío de Aitana y ver como apretaba los ojos le había roto.

Me voy, mañana viene Miri y tengo que recogerla —efectivamente, Roi arqueó las cejas sin creérselo, Ana le señaló advirtiéndole de que al día siguiente hablarían. Amaia sonrió compartiendo un poco de su paz, mientras, Aitana, sin que nadie reparase en ella, se limpiaba una lágrima al sentirse culpable de toda esa situación—. No bebáis mucho más, que luego no sabéis llegar a casa —él y su forma de ocultar sus sentimientos—.

Su gran cuerpo desapareció entre la multitud, dejando al grupo totalmente desorientado, pero, ante todo, con ganas de seguir con la fiesta por todo lo alto. La catalana se disculpó aludiendo aún malestar fingido pero que pareció servir para marcharse a su casa.

Ana le pidió que avisase cuando estuviese en casa, para así saber que nada malo había ocurrido. Fue ahí cuando Amaia se alarmó más, sabía que a su amiga desde hace un año no le gustaba salir sola de noche, y que, probablemente la acabaría llamando antes de llegar porque la inseguridad podía con ella muy a menudo. Esto a la de Pamplona no la incomodaba, pero si la molestaba que su amiga tuviese que sentir miedo después de lo ocurrido, y por eso, y muchas cosas más, la propuso irse con ella.

Amaia, tengo que superarlo, además, mi casa no está demasiado lejos —Se excusó. En el fondo, la catalana hubiese aceptado sin lugar a dudas, porque lo que menos le apetecía en ese momento era caminar sola, aunque se negaba a fastidiar a su amiga. Por eso, salió a la calle decidida, con paso firme y sin dejar que ni su sombra la intimidase—.

La boca de metro seguía abierta, cosa que le pareció ciertamente extraño pero que agradeció infinitas veces.
Vigiló que ninguno de los escalones la hiciese caer con esos tacones a los que tanto estaba empezando a odiar. No se oía a nadie, apenas unas voces que esperaban al metro. No tardó mucho en llegar con ese sonido que hacía retumbar toda la estación, indicando que había llegado, pero que, si no te dabas prisa, volvería a marchar.

Aquello parecía la metáfora de las oportunidades. Llegan, se presentan ante ti, y, en cuestión de minutos, debes elegir si tirarte al vacío o quedarte en tierra a saber por cuánto tiempo.

Eligió coger el tren, bajarse en la estación más conveniente, mientras pensaba en como hacía apenas una hora había perdido una de las mejores ofertas que se le podían aparecer. Probar sus labios.

Las puertas del tren volvieron a abrirse, dejando salir o entrar a quién quisiera. Y parecía que el destino estaba dispuesto a darle otra oportunidad, quizá las que hicieras falta. Porque, cuando menos se lo esperaba, volvía a tener su rostro a pocos metros de ella. Dejándola elegir su próximo paso, sin saber si quiera donde estaba.

A un solo error de ganar.











_______________________________________

Primero de todo, aclarar que a Luis lo que le molesta no es no besarse con Aitana y sino como sufre ella ante el tacto de un hombre. Yo lo explico por si acaso se malinterpreta, que es lo que menos quiero.

La propuesta que traía era cada 10 capítulos hacer uno de narrador omnisciente. No sé qué os parece esta idea pero me gustaría que me la contaseis por aquí jejeje👉🏼

Siento mucho esta patata de capítulo, pero últimamente la inspiración no es mi mejor amiga. Prometo que el próximo capítulo (que calculo que estará por mi cumple) será mucho mejor.

Dicho esto, gracias infinitas por el apoyo que está teniendo está novela. Como siempre, estoy atenta a los comentarios y os contesto en cuanto pueda.

Que paséis una buena semana!!💙

TW: @orejasdelana
#AcordesyGuitarras

Tus acordes en mi guitarraWhere stories live. Discover now