68. Mudanza

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«Acción de mudarse de residencia o de lugar de trabajo.»

Cepeda

Eran las seis de la mañana, yo tenía el primer turno en la tienda y a Pablo le había parecido buena opción despertar a todo el barrio con su llanto. Oli le mandó callarse antes de darse media vuelta y volverse a perder en su edredón de princesas que le había regalado por su cumpleaños.

Mi hermana estaba en el salón con el móvil mientras se tomaba una taza de café. Al parecer había sido una noche movidita porque esta última no fue la única vez que mi sobrino lloró por culpa de la salida de su primer diente. Charlamos de temas banales cómo el porqué yo había dormido hoy en su casa cuando ya casi ni la pisaba y me excusé diciendo que tenía que hacer la hacer cajas de las pocas cosas que tenía para llevarlas a la casa de Aitana.

Y eso es lo que en realidad pensaba hacer después del trabajo, guardar todo en cajas. Por suerte, Oli se había ofrecido a ayudarme para terminar antes y poder jugar a las carreras de coches y luego celebrar una fiesta de muñecas para despedirme de sus juguetes.

Roi y yo de camino a la tienda dejamos a su primogénita y sobrina mía en el colegio donde se lanzó a los brazos de su mejor amiga Alba, que la esperaba en la puerta para entrar juntas. Una vez que nos despedimos de ellas y las vimos desaparecer por la puerta de colores pusimos rumbo al trabajo.

Cuando llegamos la tienda estaba cerrada pero ya había persona esperando en la puerta. Abrimos y nos disculpamos por el retraso de veinticinco minutos provocado por un atasco que habíamos pillado de improviso y sin formas de evitarlo metiéndonos por alguna otra calle.

La mañana se pasó bastante rápido a pesar de que Ana que era la que por lo general se encargaba de atender a la clientela, porque para entablar conversación y mostrar siempre una sonrisa era la mejor, se había pedido el turno de tarde para poder ir a ver a una amiga que había venido de visita a la ciudad. Así que a Roi y a mí nos tocó intentar parecer gente normal que no estaba muerta de sueño por un niño de unos cuantos meses que no dejó de llorar en toda la noche.

A mi favor podría decir que mis ojeras no eran para nada notables comparadas con las de Roi, que casi le tapaban toda la cara. La verdad es que me compadecía de él y le daba las gracias a quién estuviese allí arriba mirándonos y haciendo vudú de vez en cuando porque Eli siempre dormía profundamente y del tirón salvo en momento muy puntuales.

Cuando el turno acabó puse rumbo hasta casa de mi hermana, pero decidí pasar a recoger a Oli y así le daba una sorpresa. Hasta hace unos días había estado muy entusiasmada con tener una prima más pequeña a la que poder peinar y cuidar y darle de comer y todas esas cosas que le hace a sus muñecas, pero presumiendo de que esta tenía vida propia y no tenía que poner una vocecilla aguda para fingir que hablaban. In embargo, estos últimos, concretamente desde que le dijimos que me mudaba con Aitana, sus ánimos habían decaído, aunque tampoco estaba seguro de que eso fuese su motivo para estar más tristona porque, además, Sofía, otra de sus amigas se iba a mudar a otra ciudad y ya no se iban a ver más.

Apareció con un dibujo en la mano y cuando lo observé vi como había escrito con su letra que cada vez mejoraba más el nombre de Eliette, el de Aitana, el suyo y el mío y en corazón gigante. El mío se encogió y la ternura me invadió por completo hasta que desembocó en un achuchón que le hizo reír hasta gritar "ya tito, que las cosquillas me hacen risa" para después darme un beso de esos de esquimal.

Fuimos a su casa que estaba vacía por Miriam, aprovechando que no tenía que preocuparse de recoger a su hija se había ido a hacer la compra y a tener un rato para ella, que le hacía falta. Y Oli y yo después de merendar un sándwich de chocolate con un vaso de leche nos pusimos a hacer cajas.

Al principio era divertido porque la enseñaba a doblar camisetas y como envolver en papel objetos frágiles para que no se rompiesen, pero, cuando ya llevábamos demasiado tiempo sin salir de aquella habitación el tiempo pasaba más lento y todo costaba más. Oli se entretuvo con un peluche que habíamos encontrado en alguno de los cajones y yo seguí metiendo cosas en la maleta hasta que oí como sorbía los mocos y su llanto intentaba esconderse del mundo.

Me giré despacio y la encontré sentada en la cama mientras movía el muñeco con una mano y con la otra se secaba una lágrima. Se senté a su lado sin decirla nada, pero acomodándola en mi pecho para que se calmase. Mi mano acariciaba su pelo rubio y con la otra abrazada su espalda cuando su llanto se intensificó. Al final, sus ojos acuosos conectaron con los míos, que también estaban empezando a llenarse de lágrimas por no saber como arreglar lo que pasaba. Por no saber qué demonios pasaba.

Tito, es que no quiero que te vayas.

Pequeña, sabes que en algún momento me iba a ir. Además, puedo seguir recogiéndote del cole de vez en cuando.

La mirada de Oli brilla un poco más y eso me reconforta porque no podría verla así de mal. Desde que la cogí en brazos no he hecho otra cosa que desear arrancar todos sus males de cuajo para que sea feliz, y si eso significaba que yo sufriese estaba dispuesto a hacerlo. Pero supongo que de dolor y de saber levantarse trata la vida.

Ahora podrás tranquilamente si regañar a mis ronquidos por hacer tanto ruido —digo riendo y provocando que ella acabe igual

¡Pobre Eli y tata, que ahora van a tener que regañarlos ellas!

No creo que me regañen eh...

¿Por qué, tito?

Porque soy su debilidad —Oli me mira dubitativa mientras me acaricia y cuando veo que pone que pone su cara de ratona heredada de su tía, sé que automáticamente va a decir algo con lo que yo voy a reírme

Entonces... yo soy la tuya.

Efectivamente no me equivocaba y mientras asiento mi sobrina se ve incapaz de huir de un ataque demasiado leve de cosquillas para lo que se merece y cuando se vuelve a acoplar en mi pecho que encaja muy bien con su diminuto cuerpo veo como sus ojos se van cerrando a la vez que mis caricias por su espalda mantienen un ritmo contaste.

La acuesto en la cama comprobando que eso de no haberse echado siesta por ayudarme ha podido con ella y después de dejarla un beso en su cabeza pronuncio con suavidad:

Sí, vosotras tres sois las mías. 

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Holi!!! Hoy vengo con azuquitar para vosotros 🙈 premio por aguantarme a mí y a mis dramas y por seguir aquí.

Bueno, creo que no hace falta explicar mucho que le pasa a Oli y es que en niños de su edad comportamientos como estos son completamente normales.

Ayer grabé en audio el prólogo de una historia que tengo entre manos pero que de momento es sólo para mí. Alguna personita de por aquí lo ha escuchado ya pero si alguien quiere porque tiene un lado cotilla muy desarrollado que me diga y vemos la forma para mandárselo.

Con esto, y poco más me despido hasta el próximo viernes en principio, aunque no descarto datos algún capítulo sorpresa entre semana si la inspiración llama a la puerta.

Ahora procedo a ver La Voz y a reírme con Pablo y Orozco que tienen todo mi cora. Porque pablerda hasta la muerte xd

Choque de coditos para todos (lo que tiene no poder abrazarnos)!!!

Tus acordes en mi guitarraWhere stories live. Discover now