74. Existir

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Cepeda

Luis, ¿estás seguro de que esto va a funcionar?

No lo sé. Pero si no sale bien, lo volveremos a intentar Aiti, no nos rendiremos, y si lo hacemos, que sea los dos juntos.

Vuelve a mirarme con cara preocupada antes de asentir con las lágrimas en sus ojos acechando para salir. Le dejo un beso en la frente para después dirigir mi vista hacia el reloj, que indica que todavía tenemos que esperar un minuto más en nuestro baño que cada vez se me antoja más pequeño.

Tengo miedo, claro que lo tengo, es imposible negarlo y sé que Aiti está exactamente igual, por eso, cuando el móvil empieza a vibrar avisándonos de que ya han pasado cinco minutos, me pide que sea yo quien le dé la vuelta a la prueba de embarazo para saber el resultado.

Obedezco, pero lo hago con tanto miedo que mi pulso tiembla lo necesario como para estar a punto de que se me caiga el cacharro o, en su defecto, yo mismo. Me he leído unas cinco veces que es lo que significan las dos líneas dibujadas, pero es que ahora mismo me he quedado en blanco y soy incapaz de acordarme de lo que significa. Aitana, que no aguanta más sin saber una respuesta se acerca hasta mi cuerpo inmóvil para ver el resultado. Su reacción es exactamente la misma, por lo que ahora somos dos personas en un baño encerradas sin moverse más que para pestañear mientras miramos una prueba que ha dado positiva por la manera en la que mi novia se ha agarrado a mí.

Demasiados meses.

Demasiados intentos.

Demasiadas ilusiones que iban perdiendo fuerza con el paso del tiempo.

Demasiados miedos.

Pero lo hemos conseguido.

Vamos a ser padres.

Vamos a tener un bebé.

Semana 12 de embarazo

Aitana agarra mi mano con fuerza a la espera de que la enfermera nos haga pasar a la consulta del ginecólogo. El frío de finales de abril de cuela por las ventanas del lugar y es que este año todo parece ir retrasándose. Por fin, y cuando ya pensé que nunca ocurriría, nos dan luz verde para entrar a la pequeña sala.

El doctor nos explica el procedimiento para la primera ecografía de nuestro embarazo y la forma en la que Aitana asiente comprendiendo todo porque esto ya lo ha vivido consigue que un escalofrío me recorra la columna vertebral de arriba abajo al recordar que tres años atrás ella lo estaba viviendo sola.

El ecógrafo se mueve por un lado y otro de su tripa con el gel que, por la cara de Aiti, debe de estar muy frío. Aprieto su mano e, inconscientemente, la mandíbula también, hasta que veo una pequeña figurita en la pantalla y siento como una especie de liberación. Está ahí de verdad, existe.

Aitana y yo lloramos mientras que el médicos nos explica que todo parece en orden y no tenemos que preocuparnos por nada salvo por la pastilla que evita que el bebé nazca con espina bífida. El latido de nuestro bebé irrumpe en la sala y yo lo grabo para tenerlo siempre conmigo, con nosotros.

Semana 27 de embarazo

No es casualidad que hoy sea el cumple de nuestra hija y que salga mi primer disco, como tampoco lo es que la primera canción esté dedicada a ella, y la última a su madre.

Toda mi familia está en una mesa sin hablar, simplemente miramos el reloj que hay en la habitación impacientes aprovechando que ya los niños duermen. Aunque insistí en que no hacía falta mis padres han querido venir desde Galicia, así como los de Aitana se han juntado con Jimena y sus dos chicos para celebrar el lanzamiento del disco.

Estoy nervioso. Muy, muy nervioso. Mis manos tiemblan y la adrenalina corre por mis venas, pero, en el momento en el que el reloj por fin marca las doce y todos empiezan a gritar que ponga ya primera canción siento que algo en otra vida debí hacer demasiado bien porque esta es una de las mejores recompensas que podría tener.

Mi hermana tiene mi mano agarrada, igual que Aitana que se ha pedido la otra. Ahora todo el mundo las tiene agarradas al de ambos lados mientras siguen en completo silencio escuchando una canción tras de otra. Sn doce canciones, doce historias que en realidad es una vida, la mía, con melodías que cuentan cuando mi voz canta.

Les gusta, lo sé por el brillo de ojos de mi madre, por la forma en que Aitana me mira como cuando Eli dice alguna palabra nueva o por como Roi se seca una lágrima rápidamente. Cuando acaba la abuela de Aitana se lanza hacia mí y me llena la cara de besos haciéndome reír, Ana llora muchísimo insultándome por hacer música tan bonita, mi padre me da un abrazo al igual que mi madre y luego todos repiten su gesto entre vítores varios. 

Y entre miradas, abrazos y besos no puedo evitar pensar:

Que suerte poder llamaros familia. 

Semana 32 de embarazo

Aitana camina de un lado a otro por la casa persiguiendo a Eli, que corretea a una velocidad demasiado alta para sus piernecitas. Me cuesta unos cuantos besos de más despedirme de ellas para ir a Universal, donde me espera una reunión bastante larga pero que espero, merezca la pena.

El día es ajetreado porque no he dejado de componer en las últimas semanas a pesar de que mi jefe ya me ha pedido que baje el ritmo. Apunto todo lo que hemos hecho hoy en una libreta antes de mensajear a Ana, que fue a comer con mi hermana, sus hijos, Aitana y nuestra hija, claro.

Cuando vuelvo la casa está vacía y el silencio se convierte en un extraño, pero tarda poco en marcharse porque Eli entra por la puerta al poco tiempo mientras tararea una de las canciones infantiles que escuchábamos su madre y yo cuando éramos pequeños, o más bien yo ya era mayor, pero seguía escuchando porque Miriam iba detrás de mí sin parar de reproducirla en bucle.

Nos sentamos los tres agotados en el sofá y Eli se acomoda entre mis piernas, pero con una de sus manos en la tripa de su madre, que ya se ha hecho hueco en el espacio y ha estirado su piel más de lo que pensábamos. Roi bromeó con que en el momento del parto nos iban a decir que eran gemelos y hasta que le enseñamos una ecografía en papel no paró de repetirlo.

Papá, ¿"po qué" bebé no nace?

Porque al bebé le queda un tiempito, cielo.

Yo "quero" ya, papi, porfi, porfi.

Eli lleva pidiendo que su hermano o hermana nazca desde que sabe que va a tenerlo. Nos costó hacerla entender que hasta que ella no prepare sus calabazas de Halloween no va a nacer porque se tiene que poner bien fuerte para jugar con ella, pero al perecer, todavía no lo ha comprendido del todo. Sin embargo, no puedo evitar sonreír porque en el fondo, yo soy Eli en cuerpo de futuro padre impaciente. 

Toda la familia somos Eli.

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Hola a todos!!!
Definitivamente toda/os somos Eli.

Bueno, llego un par de horitas tarde, pero llego, que eso es lo importante, ¿No?

Además, que hoy os traigo un capítulo que ya llevábais pidiendo mucho, y por fin ha llegado. Me encantaría haberme podido explayar más con el embarazo pero es que...

2.

La próxima semana.

El miércoles habrá capítulo, el penúltimo. MADRE MÍA NO ME LO CREO. De verdad, no sabéis lo feliz feliz feliz feliz feliz que me hace el que sigáis aquí, aguantándome, sacando un ratito para leer.

No os entretengo más, en un rato, Resurgir. Os leo y os quiero!!!💘

TW: @orejasdelana
#AcordesyGuitarrasff

Tus acordes en mi guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora