48. Bebé

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 «Ser humano de una edad todavía muy corta, que no puede hablar ni tampoco caminar. Un bebé recién nacido es un neonato.»

Cepeda

No sabía cómo reaccionar, Roi me había llamado alterado pues la policía le avisó de que su mujer había tenido un accidente.

Tuvo que conducir Jimena porque, aunque también estaba nerviosa, era la que más se podía controlar hasta llegar al hospital. Me senté con Aitana atrás y en un momento dado, entrelazó sus dedos con los míos.

El camino duró unas cuantas canciones, no demasiadas porque el hospital no estaba demasiado lejos, pero podría haber sido más corto sino fuese porque todos temblábamos y reducir la velocidad para mantenernos lejos del límite era la mejor opción.

Cuando llegamos, Roi daba vueltas por la sala de espera con las manos en la cabeza. Tenía los ojos rojos e hinchados de llorar y era incapaz de articular cualquier palabra. Yo estaba en la misma situación, sabiendo que lo único que podía hacer era abrazarle.

Caminé lo más deprisa que pude hasta su cuerpo y perdí la noción del tiempo allí. Aitana se acopló a nuestro abrazo y ambos la agarramos a ella. Jimena preguntó cómo estaban, pero Roi no le pudo contestar pues nadie le había informado del estado de su mujer y de Ana ninguno sabía nada.

Me acerqué a la recepción con Jimena, mientras Aitana llamaba al colegio de Oli para avisar de la situación. Pregunté por Ana, pero nadie me dijo nada, era como si hubiese desaparecido.

Perdí el control y con las lágrimas saliendo a trompicones pedí por enésima vez que la buscasen en la lista de pacientes. Ana, no podía irse, Ana no.

Durante unos minutos, probablemente los más duros de mi vida, esperamos en la sala de espera alguna noticia. Un hombre de bata blanca salió de una de las habitaciones con rostro serio hacia nosotros.

Familiares de Miriam Cepeda Rodríguez.

Nosotros —dijo Roi levantándose de la silla a la vez que yo—.

La madre ha tenido un gran impacto y se encuentra inconsciente, no obstante, vamos a inducir el parto pues no sabemos cuan riesgo está sufriendo el feto.

Pero... será prematuro, está de treinta y ocho semanas...

Sí, pero la matrona cree que es la mejor opción si quieren salvar la vida de la mujer.

En ese momento mil dudas se me pasaron por la cabeza. Mi hermana estaba inconsciente, sin saber que su hijo, que sería prematuro, iba a nacer. Y... ¿puede que solo se fuese a salvar uno de ellos?

Seguíamos sin noticias de Ana y a Roi le dejaron pasar a ver a Miriam que parecía haber recuperado la consciencia. La explicaron que la pondrían la epidural para hacerle una cesárea porque ella no estaba en condiciones de tener un parto natural.

Al parecer, el líquido amniótico había actuado de protector y gracias a él Pablo no había sufrido daños graves. Evidentemente, intentarían salvar las dos vidas, pero, en caso de que no se pudiese, la vida de la madre iba por delante.

Jimena llamó a Amaia y a Andrea, que juraron venir en el primer tren que saliese. Mientras, Aitana hablaba con otra persona al teléfono intentando encontrar a alguien con quien dejar a Oli, al menos, hasta que el estado de su madre dejase de ser crítico. Al final se quedaría con la madre de Aitana, Oli la adoraba, y a su abuela también.

Busqué nervioso entre mis contactos a Marta, la hermana de Ana, y sabía por la pequeña de ellas que se había venido unas semanas a Madrid para terminar de formarse en integración social después de sacarse el título de profesorado en primaria.

Tus acordes en mi guitarraWhere stories live. Discover now