31. Posibilidad

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[«Señores pasajeros les informamos de que entramos en zona de turbulencias, por favor, abrochense los cinturones y agárrense a sus asientos. Gracias»

Estoy atenta a vuestras reacciones, os espero al final]

«Oportunidad, posible acción»

Cepeda

Me miro por decimoquinta vez en el espejo, mis nervios acechando con no dejarme salir. Aiti me grita desde la puerta advirtiéndome de que vamos a llegar tarde como no me de prisa. Me pongo el abrigo lo antes posible y agarro esa bolsa que lleva en su interior una caja envuelta que no oculta nada más que un juguete comprado hace poco más de un día.

Caminan ambos agarrados de la mano por el centro comercial. Llevan más de media hora buscando el regalo ideal para Hugo, que celebra su cumple al día siguiente con la familia y amigos más cercanos.

Han entrado en todo tipo de tiendas, recorriéndose cada pasillo sin encontrar ese juguete que el pequeño de la familia lleva tanto tiempo pidiendo. Al final, es en una de las pequeñas tiendas que hay afuera del centro comercial donde encuentran a ese muñeco verde versión adaptada para niños de más de 3 años que el primo de la catalana tanto ha demandado.

Ambos se miran sonrientes al encontrar en el escaparate a Browli, el muñeco de Dragon Ball que tato le empezó a gustar a Hugo después de una tarde con Luis viendo aquel programa. Entran a la tienda para ser atendidos por una señora de lo más amable que les envuelve el regalo justo antes de dárselo en mano.

No hace falta timbrar más de una vez para que la prima de Aitana, Bea, a la que considera una hermana le abra la puerta con la mejor de las sonrisas. Es cierto que ya conocía, en mayor o menor medida dependiendo de la persona, a la familia de mi novia. Sin embargo, con el ochenta por ciento de la gente que había ahí solo había intercambiado un par de palabras que incluía mi pésame en el entierro de Antonio o incluso no los había visto.

Hugo no tarda en salir corriendo hacia los brazos de su prima, a la que trata como a una hermana, para luego pedir los míos. Asoma su cabeza curioso hacia la bolsa, por suerte, Aitana es lo suficientemente ágil como para correr escaleras arriba y esconder el regalo en un lugar del que yo no tenía ni idea.

El pequeño me agarra el dedo índice y me arrastra al salón donde hay más niños de su edad jugando. Saludo rápidamente a todos los que me encuentro alrededor de la mesa y, saciando la impaciencia del bicho, me siento con él y con cuatro niños más a jugar a las carreras de coches. Se presentaron como Martín, Mateo, Alba y Emma, "compis" de clase de Hugo.

La tarde pasa entre picoteo y picoteo teniendo las carcajadas de los niños como banda sonora del cumpleaños. No es difícil perder de vista a todos los pequeños que corren imitando a los mejores modelos de Ferrari como si estuviesen en la Fórmula 1. Al igual que tampoco es muy complicado que tienen Mateo, Emma y Hugo, que, sin dejar de lado a los dos amigos restantes, crean una conexión al margen de todo que ni un adulto conseguiría tener con otra persona.

Cuando llega la hora de los regalos la euforia se puede percibir en todas las esquinas del salón. Muchos de los invitados se fueron antes de tiempo y dejaron sus regalos escondidos en una esquina, y estos son los primeros que Hugo abre. Sus amigos no tardan en demasiado en animarle a abrirlos pues todos se mueren de ganas de ver la cara de su amigo cuando abra los regalos que ellos mismos han comprado con sus respectivos padres.

Aiti y yo nos ofrecemos a llevar a Mateo a su casa después de una emotiva despedida con su mejor amigo, que se ha quedado en su casa con todos los juguetes que le han regalado. Sin embargo, él no ha sido el único que ha recibido un obsequio porque ha sido el propio cumpleañero quién le ha regalado a cada uno de sus amigos una pulsera con su animal favorito. Alba estaba tan feliz con su nueva pulsera de delfín que ha sido lo primero que le ha enseñado a su padre cuando le ha visto entrar por la puerta con el fin de recogerla. Al igual que ha reaccionado Martín con la suya de una jirafa, después de saludar a su hermana con un beso en la tripa de su madre pues, según como él mismo les ha explicado a los mayores "Lía está creciendo mucho con todo los bechitos que le dan él y Laia". Y si hablamos de Emma, a esa pequeña le ha faltado tiempo para salir corriendo a los brazos de su tía mientras gritaba eufórica que tenía una pulsera con un oso panda, su animal falovirito.

Tus acordes en mi guitarraOnde histórias criam vida. Descubra agora