12. Preparatius

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«Cosa que se dispone o se arregla para un fin determinado»

Cepeda

Giré la llave en la cerradura para asegurarme de dejarla echada. Me acerqué hasta el perchero y, antes ni siquiera de haber terminado de colgarlo ya tenía a mi hermana detrás mía.

Esta noche no dormiste en casa

Estuve con Ana, que tenía que ayudarla con un par de cosas

Pareció que esa excusa la convenció, aunque al principio levantase la ceja en señal de que la estaba mintiendo, después asintió dando media vuelta rumbo a la cocina.

Mi hermana se había hecho una coleta, cosa que no estaba acostumbrado a ver y además, había preparado un caldo gallego, el cual le salía riquísimo. Lo llevamos hasta la mesita pequeña del salón, para aprovechar y ver una serie mientras comíamos.

Cuando me estaba metiendo una cucharada en la boca Miriam me miró con cara de pilla sabiendo que iba decir algo que, probablemente, me sorprendería.

¿Sabes? Ayer estuve hablando con Ana hasta las tres de la mañana más o menos. ¿Y sabes cuál era el motivo? Tú, que no aparecías por casa desde por la tarde.

Me miró fijamente, casi escupo el caldo que tanto estaba disfrutado por culpa de una coartada que no había funcionado. Tuve que asegurarme de que no me iba a hogar a beber más agua, y, una vez acomodado, me dispuse a contestarla porque ella pedía una respuesta a gritos.

Roi me necesitaba

Roi tampoco sabía dónde leches estabas —contradijo ella firme—. Si no quieres no me lo digas, pero tampoco me mientas que ya bastante hemos pasado con eso.

Ya, perdón, no me acordaba de...

Bueno que da igual, pero avisa la próxima vez, porfa —se levantó y recogió. Yo, volví a ver ese miedo en la mirada, ese que si pudiera le arrancaría de cuajo—.

A los quince minutos salió de casa, con unas cuantas capas de ropa y, de nuevo, su pelo suelto. Iba a ver a una vieja amiga de aquí, también quedaría con Ana, porque, según ambas, tenían mucho que contarse. Ellas juntas podían hacer tambalear el mundo entero. Y llenarlo de magia también.

Decidí ir a ver el centro de Barcelona vestida de Navidad. Lo avisé por el grupo, por si a alguno le apetecía. Roi estaba con Crislo celebrando su aniversario, mi hermana y Ana con sus amigas y, estaba claro que ni Amaia ni Aitana vendrían conmigo.
Por eso de que ver el alumbrado se hace con tu pareja.

Había pasado un cuarto de hora y yo ya estaba listo para marchar. Fue mientras me estaba poniendo la chaqueta cuando mi móvil empezó a vibrar. Ni siquiera miré quien era por si colgaba antes de que yo le diese al botón verde, bastantes veces me había pasado eso ya.

¿Luis? —ni siquiera esperó a que yo contestase— ¿Puedo ir a ver el alumbrado contigo? Lo único es que tengo que llevar a mi primo pequeño —se excusó—.

Sin problemas. Te veo dentro de quince minutos en la estación de metro.

Venía acompañada de un niño pequeño, al que, no sé porque, yo ya había visto antes. Y estaba claro que él a mí también pues no dudó en venir corriendo, poniendo en alerta a su prima.

¡Ceperaaaaa!

Hola bichillo, ¿Qué tal? —pregunté ya con él entre mis brazos—

Bem, pero a veces me cuesta hacer los deberes sin Mimam

Hugo, no puedes salir corriendo, así como así, que la Tata se asusta —le dijo la catalana echándole una buena reprimenda tras el susto que se había llevado—. ¿Me prometes que no volverás a hacerlo?

Tus acordes en mi guitarraWhere stories live. Discover now