69. Pasitos

613 35 44
                                    

Aitana

Hoy era el gran día. Por fin lo habíamos conseguido. Eliette era oficialmente nuestra hija.

Tras unas semanas de pensar largo y tendido sobre el único requisito que nos quedaba por cumplir, le preguntamos a la abogada que opciones teníamos y al final nos decantamos por firmar unos papeles que nos declarasen pareja de hecho.

Para nosotros no había tenido más importancia que la justa, es decir, que con esa firma podríamos tener a Eliette legalmente, sin embargo, a Miriam, Ana y Roi, quienes fueron los únicos que asistieron al evento para ser los testigos se antojaron en que había que celebrarlo además de aparecer con bolsas de arroz que lanzarnos cuando salíamos del ayuntamiento. Nos llevaron a un bar y bebimos unas cuantas copas, por suerte yo supe controlarme y parar en la tercera, pero Luis se dejó arrastrar un poco por su mejor amigo y ahora pasea por la casa como si fuese un fantasma y gruñendo a cada ruido que tiene más volumen del que su cabeza se puede permitir escuchar.

Antes de salir hacia la oficina mis labios colisionan con los de Luis, que parece estar más consciente que cuando se despertó y alarga ese beso unos segundos más. Beso la frente de Eli y salgo de casa con una sonrisa. Porque en realidad, hasta dentro de unas horas, puedo ser feliz recreándome en la familia de tres que hemos creado.

Jimena me saluda alegremente antes de chocar su cuerpo con el mío en forma de abrazo. Sigo pensando que lleva unos meses muy dicharachera y no aguanto a saber cual es el motivo. El otro día vino un chico no mucho más mayor que ella a recogerle, y aunque una parte de mí quería salir del local gritando la cuestión de si eran novios, la otra se contuvo pensando que podía ser su hermano, o cualquier amigo.

Cuando voy caminando a mi pequeño despacho ella me sigue mirándome de reojo, pero sin decir nada. Se contiene una risa y da dos pasos más antes de abrirme la puerta y soltarme un:

- Adelante, señora Cepeda.

Mi cara muestra una gran confusión, pero al segundo me doy cuenta de que se refiere y ambas estallamos en carcajadas. Luis me había hecho la misma broma ayer, antes de entrar a casa pretendiendo cogerme en brazos como hacen las parejas recién casadas, pero según cómo iba decidí que no nos arriesgaríamos a que mi cuerpo rodase por las escaleras o chocase con la puerta cerrada o a saber qué cosa me podría ocurrir.

Jimena indagó un poco sobre como había sido todo porque ella debido a la visita de su familia a la ciudad no había podido venir con nosotros. Se lo conté un poco por encima, pero al final le tuve que dar hasta los pelos y señales del evento porque no se conformó con la primera parte. Con una sonrisa se quedó callada mirándome, mientras que yo la sostenía la mirada sentada ya en mi escritorio. Agaché de la cabeza en busca de unos papeles y cuando la levanté ella se recogía una lágrima traviesa que recorría su mejilla.

- Ena, ¿qué te pasa? −pregunté levantándome de inmediato y realmente preocupada por ella

- Que todo es tan bonito, y te lo mereces tantísimo... ay, jolines, las hormonas, que me ponen más sensible de lo normal, perdóname.

La abracé muy fuerte y la quité el resto de lágrima que le quedaba por la cara. Ella también se merecía lo mejor, por como había ido conmigo, por cómo era ella con el mundo, que se debería morir de envidia por verla brillar tanto y tan fuerte.

- ¿Qué les pasa a tus hormonas, Ena? ¿Estás bien?

- Sí, es que... estoy intentando quedarme embarazada pero no lo consigo.

No evité que se notase la sorpresa en mi cara cuando me quedé boquiabierta y con los ojos como platos. Jimena rio ante mi reacción y yo no pude evitar hacer lo mismo porque la verdad, es que había sido gracioso. Cuando ambas nos calmamos me empezó a contar que tenía pareja y llevaba dos años ya con él, sin embargo, vivía en Tarragona cuidando de su hermana, y él era estéril así que, habían optado por hacerse una inseminación. Una, que al no funcionar se convirtió en dos, y luego en tres. Y ahora, cada noche ponía las piernas en alto para ver si por fin funcionaba el proceso de fertilización.

Yo sigo intentando asimilar todo cuando se para y me pide perdón por no habérselo contando, pero eso a mí me parece una tontería porque ella siempre podrá contarme lo que sea, lo que quiera, y nunca nadie deberá presionarla a hablar. A no ser que haya atropellado a una persona y tenga que confesar, claro.

Ambas nos mudamos a la parte visible de la tienda, donde ella trabaja para poder seguir charlando sobre sus procesos y cómo se siente. Al final, hace tanto sus procesos que sus hormonas se vuelven locas hasta que ella llega a perder también la cordura, pero está feliz porque ya tiene una falta y esa una buena señal, aunque tampoco quiere ilusionarse por si acaso no saliese bien.

Dentro de siete días tendrá que hacerse la prueba, pero esta vez su pareja no va a poder estar con ella para darle la vuelta al predictor, así que me he ofrecido a estar con ella por si necesita un abrazo en el que llorar o una compañera para gritar de emoción.

Cuando llego a casa me noto bastaste cansada e incluso podría decir que un poco mareada, pero lo ignoro porque probablemente han sido las pocas horas de sueño que he tenido esta semana. Eli viene con poco equilibrio y no es hasta que Luis aparece boquiabierto que no soy consciente de que nuestra hija acaba de dar sus primeros pasitos.

Ambos lo celebramos muy emocionados y yo con lágrimas en los ojos incluidas porque últimamente todos los pequeños logros que consigue la pequeña de la casa me hacen llorar. Ella misma se aplaude y nos la comemos a besos porque, para que mentir, es irresistible.

Esa noche Eli se acuesta con nosotros porque somos demasiado débiles como para decirle que no a esa carita y cuando ya vamos a dormir, ella reclama un cuento con esa lengua de trapo que tiene y cosquillas de su padre, colocándose boca abajo para que Luis no pueda elegir otra opción.

Nos miramos por encima de la pequeña que ya ha caído rendida y, como si no nos hiciesen falta palabras sus labios susurran un "buenas noches" que yo contesto con un "que suerte que tú si existas" que puede que haya sido inaudible pero que yo sé que entiende de sobra por la sonrisa que se le dibuja en la cara a la vez que a mí.


_______________________________________

Hola a todos!!!

Espero que hayáis pasado una buena semana y que el finde esté encaminado igual. Yo os escribo desde mi cuarto con dos libretas, un ordenador y no sé cuántos papeles a mi alrededor.

Bueno, este capítulo me gusta mucho y es que ya todo empieza a ser muy bonito porque se acerca el final así que ¡A disfrutarlo!

Además, empezamos a conocer lo que le pasa a Jimena, que está inspirado en un libro que me he terminado hoy mismo, de Cherry Chic, "Y que te quedes".

Poco a poco se van encauzando las cosas aunque a veces no lo aparenten, pero os juro que en mi cabeza todo lo que está ocurriendo tiene un porqué.

Hoy es el último concierto de Luis con la gira en acústico. Quiénes vayáis, disfrutadlo muchísimo, por vosotros y por los que por algún motivo no hemos podido verle en directo. Y si sois buena gente pasadme videos, anda, que una necesita buclear lo suyo.

Últimamente y con esto de que se acaba la novela (menos mal que no quería recordarlo yo mucho) he estado con una duda constante en mi cabeza, os la lanzo y ya vosotros pues respondéis, o no, que también está en vuestro derecho. ¿Cuándo acabe TAEMG pensáis leer Resurgir o preferiréis tomar otro camino?

Bueno, que ya me voy. Muchas gracias por seguir aquí, de verdad. Muchos abrazos de osos y besos de esquimales (¿A qué molan mucho, Albita?)

Tus acordes en mi guitarraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora