4. ARTUR

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El chofer nos despertó al llegar a Ardulian, aún con la mirada pesada la vista de la escuela es hermosa. Con sus enormes paredes blancas y sus destellos dorados, luce como una mansión gigante formada por cubos que se mueven constantemente en un extraño movimiento visual. Al bajar del auto, Zane hizo lo posible por mantener la compostura mientras Guila corría por su equipaje. Tomamos las valijas y nos acercamos al gran portón de rejas doradas que yacía frente a nosotros. Al llegar, las rejas se abrieron de golpe por si solas, como si la escuela reconociera a sus estudiantes. Temerosos dimos un primer paso hacia la escuela, Ardulian es Oro, Sus adornos, sus estatuas, incluso las perillas de las puertas son del preciado metal. De lejos luce como una mansión, pero una vez te acercas se ve como un cubo de cristal.

- Es hermoso. - la voz de Guila se pierde ante mi asombro, había visto fotos e incluso había visto espejismos a través de los hechizos de mi madre. Pero nada se compara a estar frente a la imponente estructura. No sólo la vista es impresionante, con sus interminables Torres y sus perfectamente esculpidas estatuas. El aire, el clima, la presión. Todo es diferente en Ardulian, da la sensación de un lugar etéreo, digno de los dioses. Junto a la reja, dos hombres que portan el mismo uniforme que nosotros nos esperan, al acercarnos nos percatamos de las múltiples medallas en el pecho de aquellas personas, así como de su marcada edad.

- Soldados imperiales- dice Zane en voz baja.

- No deberían estar aquí, son del rango más alto posible en la escuela. Algo anda mal.- le responde Guila sin dejar de mirar a los soldados.

Mi padre había nombrado a los Soldados imperiales en una de sus múltiples instrucciones de guerra, "Son soldados fieros hijo. Nuestra cuchilla más afilada contra nuestros enemigos". Se le concedía tal título a aquellos que permanecían en la escuela al terminar su entrenamiento, ellos se encargaban de las misiones más difíciles y ocasionalmente de tareas especiales encomendadas por el mismísimo Rey.

Los hombres nos miraron con recelo, pero no se nos acercaron, "están esperando algo". Ese pensamiento resonó en mi cabeza, la escuela está protegida, pero no es impenetrable. En Ardulian el peligro te espera en cada momento. Ignoramos a los guardias y continuamos nuestro camino, la entrada de Ardulian esta conformada por un largo pasillo hecho de piedras blancas y rodeado de enormes estatuas de tamaño real, cada una rindiéndole honor a los anteriores reyes del Reino Dorado. A menos de unos 10 metros esta la estatua de mi padre, August el Invencible. Al verla mi cuerpo se tenso ante el parecido con mi padre, de no ser por el aspecto dorado podría jurar que me encontraba frente a el. Caminamos por unos minutos sin llegar adentrarnos en la edificación, hasta que fuimos interrumpidos por una señora regordeta que vestía un enorme vestido turquesa. A pesar de su marcada edad se movía con gracia y sutileza, se acercó a nosotros y nos inspeccionó por unos momentos, tras ello sonrió complacida mientras ojeaba un pequeño reloj de bolsillo.

-Justo a tiempo, Adelei, lockster y Ardain. Hijos de la casa Real, por favor acompáñenme hacia el gran salón.- Dijo la mujer

Sin decir nada más y a una Velocidad increíble, la extraña señora empezó a caminar por los largos pasillos del edificio, seguirla era difícil, se movía con agilidad y premura. La escuela tiene intrincados pasillos y múltiples escaleras, que hacen aun mas difícil seguirla, pero para aquella mujer era como un camino recto, no se detenía ni se concentraba en un solo lugar. Solo se desviaba una y otra vez del caminó. incluso cuando el piso a sus pies desaparecía. Este lugar es una locura y ella es una parte mas de el. La mujer se detuvo de golpe frente a una gran puerta de madera, la puerta al igual que las encantadas rejas del colegio se abrió de par en par al pararnos frente a ellas. Tras la puerta, un grupo de más de 100 personas nos espera. Todos ellos vestían el uniforme de Ardulian y estaban reunidos en pequeños grupos. Con un simple ademán la mujer nos invitó a unirnos a ellos, mientras tanto se alejo a toda velocidad, esta vez hablaba con alguien a través de un pequeño artefacto en su oído derecho. parece angustiada, espero no tenga que ver con los soldados imperiales.

Hérederos: Dorado Ardulian.Where stories live. Discover now