6. ERIK

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No supe cuanto tiempo dormí ni lo que había pasado, al despertar estaba usando una ligera camisa azul y unos pantalones holgados de color gris. Me incorpore suavemente sintiendo dolor en cada parte de mi cuerpo, en especial en mi cabeza. Estaba en una habitación sencilla con dos camas más a mí alrededor, el lugar no era para nada ostentoso ni dorado como todo lo demás, era sencillo y estaba adornado con múltiples plantas y muebles de madera.

Mi valija y el resto de mis cosas estaban a un lado de la cama, me levanté aún con poco de dolor y me asegure de que el regalo de Eloise estuviera intacto, lo estaba, así que esa sería una preocupación menos.

Tenía recuerdos vagos de lo sucedido, la voz de la señora de turquesa, la sonrisa de Ilumia y la oscuridad. Mi mente dio un violento tirón al recordar la sensación de vacío y el golpe tan fuerte que me envió al suelo. La ceremonia de la tríada, ese recuerdo venía a mí constantemente al igual que la inquietante sensación de pérdida. Como si me faltará algo, algo importante. Tras dejar el paquete de Eloise donde lo encontré, camine por la habitación intentando recuperar mis pensamientos, observando más detenidamente la habitación, noté que mi cama era diferente a las demás. Pues sobre ella había ya algunos uniformes de Ardulian, una pequeña espada y algunos libros. Mientras las demás camas solo tenían cajones vacíos.

La habitación también tenía algunas áreas comunes, entre ellas una mesa de trabajo con múltiples frascos llenos de líquidos y polvos de colores, una estantería repleta de libros, un baño lo suficientemente grande para ser compartido por tres personas y un muro lleno de estantes y ganchos.

El muro tenía sobre si el emblema de Ardulian y una inscripción bajo el. "Tesoros y premios fruto de las hazañas de los héroes, por Ardulian el dominio del rey" Recordé entonces que el castillo de la ciudad amurallada tenía un pabellón similar, el marco de Victoria. Un museo que exhibe los regalos de múltiples batallas que genera honor a las hazañas y acciónes de los magos. Supongo que en el Reino dorado esta era una tradición más arraigada, puesto que se molestaron en ponerlo en las habitaciones.

El reconocible sonido de la puerta llamo mi atención, al girarme me encontré con una cansada ilumia mirándome. Tenía ojeras bajo sus ojos y el cabello enmarañado. También su piel blanca Lucía un poco opaca, al verme sus mejillas se llenaron de color y sus ojos recobraron su brillo. La chica corrió hacia mí y me abrazó con fuerza, como si quisiera absorber cada parte de mi ser, me sentí ligeramente ruborizado por el contacto, era extraño que me sintiera a gusto con alguien y lo era aún más pensar en que me sentía avergonzado y no incomodo.

De repente note que no traía mis lentes y cerré mis ojos con fuerza, habría notado mis destellos dorados? Debía ocultarlos, era poco probable que alguien aquí reconociera la marca de los Astrea y mucho menos que alguien relacionara su color con la familia real, con eso en mente abrí ligeramente mis ojos y la vi cerca a mi rostro, concentrándose en mi reacción más que en mis ojos.

-La Maestra Eva vino a verte un par de veces y dijo que estarías bien... pero parecías estar sufriendo, tu cuerpo se retorcía y no dejabas de llamar a Eloise. Debía estar con mi triada en la iniciación, pero la maestra Bodeler me permitió quedarme a tu lado.-

Su cuerpo temblaba y su voz amenazaba con quebrarse, Ilumia era totalmente diferente a mí hermana, pero por alguna razón creí que así se sentiría tener una pequeña protectora. Levante mi mano y la puse sobre su cabeza acariciándole el cabello, intentando así reconfortarla. Había mencionado a Eloise, incluso estando en otro reino esa mujer se las arreglaba para salvarme. Mantuve a Ilumia junto a mí por un par de minutos hasta que la chica se alejó, al hacerlo, nos miramos directamente a los ojos lo que era inevitable, pues teníamos la misma estatura. Su mirada aún Lucía preocupaba, como si algo la estuviera molestando. Noté que no traía puesto su uniforme si no que vestía un vestido negro con holgados y mangas largas. El vestido estaba arrugado y parecía algo sucio, "estuvo cuidandome".

Hérederos: Dorado Ardulian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora