35. ERIK

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A pesar de ser una ciudad pequeña y notablemente decadente, Soledad ocultaba increíbles secretos y riquezas. Secretos a los que solo Cuervo tenía acceso; Sorprendentemente la entrada a su guardia estaba en la arboleda, Oculta a simple vista.

Tras mi pequeña charla con Ronald, quien luego conocería como Sir. Ronald Creed. (Líder de cuervo). Las puertas a su organización se abririan ante mi.

Ronald camino seguro por el que fue el campo de batalla de 60 hombres, en el cual fui el único sobreviviente.

Descendió hacia el agujero lleno de barro y carbon, seguido de su séquito de niños y los dos extraños hombres. Tuvo especial cuidado de no entrar en contacto con los cuerpos calcinados ni con el cadáver del anciano. Una vez allí, el Líder de cuervo accionó un extraño mecánismo que movilizó la plataforma bajo tierra.

Asombrado, observé cómo aquella magistral obra de maquinaria, nos guío a través de la tierra. Tan profundo y tan lejano de la superficie, como para que incluso la luz se negara a buscarnos.

La oscuridad se cernío sobre nosotros, tan pesada y densa. Solo acompañada del crepitar de las máquinas, podía escuchar como el metal se movía, como accionaba pequeños engranajes a nuestro alrededor. Moviendo nuestros cuerpos en la oscuridad, la sensación de vacío me recordó al Tren 13, su movimiento rápido. Y el olor a carbón de las máquinas.

Estuvimos descendiendo en la más ínfima oscuridad por lo que pareció una eternidad. Pasarón los minutos y segundos, rápidos y sin regreso. Soportar el sonido de las máquinas y la total oscuridad, era sencillo. Algo que incluso podía apreciar, gracias a mis años de entrenamiento. Aún en la distancia podía oír el murmuró de los niños, sentir el calor del gigantesco cuerpo de Ronald y la calma aterradora de sus Guardias. Lo que me permitía hacerme una idea, de lo que ocurría a mí alrededor. Eloise me enseñó a no confiar en mis ojos, ni siquiera podía confiar en mis propios sentidos.

El descenso termino con un potente y brusco movimiento a nuestros pies, seguido del intenso brillo de las lámparas. La luz era extrañamente cálida y amarilla, diferente a la sacra luz del sol.

Levante mi mirada sobre la plataforma, observando la oscuridad sobre nuestras cabezas. No había rastro alguno de la plataforma por la que descendimos, haciendo que me preguntará Cuan lejos habíamos caído.

Siguiendo a Ronald, camine por el nuevo territorio de cuervo. La construcción era impresionante, toda una pequeña ciudad bajo tierra. Con pequeñas casas y maltrechas vías. Observé con detenimiento, recordando las palabras de Uno. Era imposible que algo así, hubiera sido creado en tan solo seis meses. Sin embargo ahí estaba, la Guardia de Cuervo. Oculta ante todos, bajo sus pies.

A mi alrededor caminaban docenas de personas, todas ocultas bajo las características túnicas de Cuervo. Ninguno enseñaba el rostro, pues vestían máscaras similares a la del delgado hombre de los cuchillos. Tampoco había más de aquellos niños encadenados, lo que me hacía pensar que únicamente servían a Ronald.

El increíble ascensor que nos guío hasta la ciudad, se elevó tras nosotros, desapareciendo en las negras paredes de tierra. Gerald me guío por las casas, cada una idéntica a la anterior. Hasta que llegamos a una construcción mayor, un edificio hecho de tierra y piedra caliza. El edificio, aunque simple era enorme, toda una edificación hecha de piedra y metal.

Al entrar en el lugar, Gerald libero a los niños. Alegando, que no tenía sentido mantenerlos encadenados, pues no había forma de escapar de la ciudad. El hombre me llevo hasta su oficina, un pequeño cuarto donde el y sus Guardias reposaban.

La oficina era sencilla y tenía únicamente un gran escritorio como decoración, frente a el una ventana que dislumbraba la subterránea ciudad y cuatro pequeñas sillas a su alrededor.

Hérederos: Dorado Ardulian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora