Artur

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- ¿Por que debemos vestir esto? - Alegó mientras sostengo una vieja camisa negra y unos pantalones grises desgastados.

- No tenemos más dinero, es eso o andar desnudos hasta la estación. - Guila hace una mirada poco indulgente al vernos renegar.

-Entiendo... No te enojes. - Repito mientras camino hacia el pequeño vestidor de la tienda.

- Que te toma tanto tiempo, Zane! - Repite Guila, azotando la puerta de su vestidor. - Llevas 10 minutos allí, si no sales ahora llegaremos tarde a la estación. - Añade en medio de Gritos afanados.

Me quito el uniforme ennegrecido y chamuscado por las llamas, dejándolo en una pequeña cesta. Le doy un último vistazo aún incrédulo. Los uniformes de Ardulian resistían la magia, las artes y demás usos de la energía de la diosa. Pero aquel mago había destruido todas esas protecciones solo con sus llamas, su poder era abrumador. Desde su fuego hasta la manera en que había sanado a mis amigos. Había mucho que no sabíamos de la magia negra, ni de los magos de Voltakh.

Pero había algo de lo que estaba seguro y eso era que aquel mago no era más que un peón, que alguien más movía los hilos de todo este misterio. Y eso me aterraba, un solo mago había sido prácticamente invencible, como enfrentarse a un ejército. O al hombre tras sus movimientos, mi padre había previsto que los magos atacarían, suponía que estaban ocultos esperando el momento oportuno para atacar al reino. Me pregunto, si mi padre conocerá su fuerza, la habilidad latente en aquellos magos. 

Salgo del vestidor con las maltrechas ropas, la camisa me queda grande y tenga que fajarla dentro del pantalón, también tengo que arremangar las anchas mangas hasta la altura de mis hombros; me veo ridículo, nunca fui una persona de ropas holgadas, mucho menos un entusiasta de las prendas cortas. incluso el simple hecho de mostrar mis brazos me generaba conflicto. pero era mejor que tener que batallar con la tela colgante. Por suerte nuestras botas estaban intactas. 

Al salir me encuentro con mis compañeros; Zane viste un buzo azul claro con el cuello redondo y las mangas largas, el buzo le queda algo ajustado lo que denota sus gigantescos brazos. lleva un pantalón también azul aunque de un tono mas oscuro. Me acerco a el y le lanzo una mirada incomoda, recordando nuestra penosa actuación contra el mago oscuro. El tampoco parece muy complacido pues me regresa la mirada. 

- El negro es tu color. - Dice sin mas, entregándome a Solaris.

- El Azul el tuyo. - Respondo casi por obligación. 

- Y una mierda, parezco un copo de nieve gigante. - Su voz es un poco tosca, pero por lo menos no parece que su ira estuviera dirigida hacia mi. 

Guila sale del vestidor rápidamente y se une a nosotros, ambos bajamos los hombros agradecidos de que ella estuviera para aminorar la situación. Guila se detiene frente a nosotros y nos observa por unos segundos, su expresión no dice mucho, pero es una chica lista, sabe lo que esta ocurriendo y decide ignorarlo.

- Feliz de no usar Falda. - Inquiero observando su nuevo atuendo.

- Como no tienes idea. - Guila lleva una camisa blanca que se esconde un pantalón negro ajustado a sus piernas y que realzan el brillo de sus botas.

La chica se acerca a la caja de la pequeña tienda y entrega nuestras ultimas monedas. salimos a la calle y pasamos por la posada para recoger nuestras maletas. El día era frió, pero por lo menos la nieve había dejado de caer. Lo que nos permitió caminar por la ciudad hasta la estación del tren. me dolían un poco las piernas, pero mas allá de ello me encontraba listo para ir al siguiente punto. La magia del Mago negro parecía no tener limites, pues Zane y Guila lucían increíblemente bien, sin siquiera una magulladura. sacudo mi cuello tratando de alejar el dolor. <Debí ordenarle que también me sanara.> Guila había dicho que ella misma se encargaría de mis heridas una vez estuviéramos en el tren, aun así el dolor era incomodo. 

Llegamos a la estación y Zane se excuso para ir al baño, mientras esperábamos a veres. Al final y al no tener dinero decidimos permanecer en un pequeña banca frente a la cabina de tiquetes. 

- y bien, ¿que pasa? - Pregunta Guila al ver que Zane desaparece de la estación. 

La mire confuso, jamas podría mentirle, no a ella. pero tampoco era un tema del que quisiera hablar. 

- Lo arreglaremos. - Respondo en medio de una sonrisa, eso debería terminar la conversación.

Guila levanto una ceja y desvió la mirada hacia las personas en la estación. Era obvio que quería hablar sobre ello, pero también entendía que no era el momento. Sabia que era tonto pensar en ello mientras estábamos por lanzarnos a otra lucha desesperada por nuestras vidas. aun así, el sentimiento era el mismo. No quería que hubiera una brecha o un escalón entre nosotros, eramos una familia y ninguna corona podría con ello. 

- ¿No es extraño que no este aquí? - Pregunta Guila refiriéndose a Veres.

- Aun quedan unos minutos para que salga el tren, esperemos hasta entonces. - 

Veo a Zane correr por el pasillo, parece asustado. 

- Llegue a tiempo. - Responde finalmente, saltando a nuestro lado. su preocupación sigue allí, pero luce mas alegre.

- ¿Desde cuando te preocupas por ello? - Guila le lanza una sonrisa maliciosa. 

- Esa mujer me aterra. - Responde Zane. - Tiene un Aura extraña, ademas luce de nuestra edad cuando tiene casi 60 años. De solo pensarlo me da algo de miedo. - Añade finalmente hacia su cotidiana expresión carismática.

- Espero sea por mi belleza y no por algo mas. - Zane salta hacia nosotros al escuchar la voz de Veres.

La mujer sonríe ensanchando sus rojizos labios, Su sola presencia es intimidatoria, lleva una capa negras que le cubre el rostro y parte de la cabeza, dejando que sus mechones rojos caigan por su cuello. Zane se oculta tras nosotros y lanza una sonrisa angustiada.

- Por supuesto. - Responde rápidamente.

- Eso pensé, y bien, parece que salieron ilesos de su encuentro con el mago negro. Siento que los subestime. - Responde la mujer acercando su rostro hacia nosotros y moviendo sus manos llamando nuestra atención. Parecía preocupada, nos acercamos a ella y agudizamos el oído. 

- ¿Tienen dinero? - Guila retrocedio al instante, lanzando un pequeño bufido. 

-¿Que?  - Pregunto confundido. 

- Dinero, Monedas, Efectivo. - Repite la mujer ahora sin pudor. 

- Entiendo lo que dices, pero ¿para que?. - La mujer se levanta regresando a su estado etéreo.

- Los boletos... - Repite por lo bajo.  

- Espera no compraste los boletos. - Interrumpe Zane.  

- Se me acabo el dinero, No soy rica. - Responde veres a la defensiva. Guila se acerca ella con una mirada interrogativa. 

- Esto parece nuevo... - Guila pasa sus manos por la sedosa capa de la mujer. 

- Ok tal vez me gaste lo que tenia. - Responde Finalmente, parece enojada. - Niño, no puedes pedirle al operario que nos deje pasar. - Añade la mujer refiriéndose a mi.

- No usare el mandato para algo como eso. - Respondo algo irritado. 

- Tu padre solia usarlo todo el tiempo, no habia algo que el no pudiera hacer. - La mujer me observa caetulosa de mi reaccion. 

- Bueno, yo no soy mi padre. No doy ordenes solo para mi beneficio. - 



Hérederos: Dorado Ardulian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora