31. ARTUR

24 4 0
                                    

Espere sentado en el jardín, Rodeado de las Doradas estatuas y de la nieve que empezaba a caer sin dilación sobre la escuela, tan rápida como la lluvia misma. Espere a que mi corazón se calmara y mi mente tomara control de mis sentidos, deje que los pensamientos sobre Arqeus desaparecieran, que sus palabras y su mirada se perdieran nuevamente en el olvido de mi memoria. 

Tras ello me levante de la pequeña mesa, observando sus sillas y en ellas las figuras de cuatro alegres niños que jamas volverían a estar juntos. Mas tranquilo camine por el jardín, fijándome en la nieve y en la oscuridad del cielo, en unos minutos regrese a la pequeña banca donde Guila y Zane ahora despierto me esperaban. Camine hacia ellos y me recibieron con una sonrisa, Zane parecía aun algo cansado mientras Guila lucia mas despierta, como si hubiera despertado de su letargo mental, del caos en el que su mente se había convertido. 

La chica me sonrió, entregándome la maleta y tomándome la mano, su tacto era cálido, mas delicado que la nieve que caía frente a nosotros. su sonrisa había regresado y con ella el dulce sentimiento de su corazón. Perdida en sus pensamientos había olvidado maquillarse, lucia su delicado rostro con orgullo, era tan bella con sus labios rosas y sus mejillas enrojecidas por la tempestad del viento, que el mas mínimo maquillaje en su piel, seria una ofensa misma a la belleza.

Zane puso su brazo alrededor de mi cuello, pasando por mis hombros y terminando en un cálido abrazo.

- Mis príncipes, es hora de partir. - Dijo, guiándonos por la espesa nieve hasta los elegantes autos de Ardulian. 

Al llegar el conductor nos saludo, sin emoción alguna. levantado suavemente su sombrero y abriéndonos el maletero. Zane libero su abrazo y tomo mi maleta, para después caminar junto a Guila hasta la parte trasera del auto. depositando nuestras valijas y lanzando algunos comentarios agudos sobre lo ligera que era la maleta de la chica. 

Los escuche Jugar y lanzarse pequeños insultos que se perdían en el viento, gire la mirada hacia el estacionamiento. Solo habían dos autos en el, me gire hacia la entrada, rebusque en el jardín y en las bancas pero no encontré a los ocupantes del ultimo auto. 

Por alguna razón sentía un ligero frió en mi espalda, un mal augurio de la diosa diría mi padre. camine hacia el vació auto y observe sus negras ventanas. no había nadie en el, ni siquiera un conductor. La nieve blanca empezaba a cubrirlo por completo, haciendo que el color negro del automóvil se perdiera ante la inmensidad de la nieve. el frió se metía por las rejillas del motor y cristalizaba las ventanas, pase mis dedos por el capo del auto y me sorprendí con su falta de calor.

"Esta helado, ni siquiera lo han encendido."   pensé mientras me alejaba de el, sintiendo como el frió en mi espalda subía por mi cuello. 

- ¿Estas bien, artur? - Me pregunto Guila, dejando una mano en mi hombro haciendo que su calidez eliminara el extraño presentimiento.

Me asuste con su tacto, pero me alegre de verla. Su sola presencia alejaba mis preocupaciones. La chica me sonrió, como si pudiera leerme la mente me tomo de la mano y me guió hasta el auto.

- Es hora de irnos. -Dijo mientras abría la puerta con delicadeza.

Ambos chicos me miraron sonrientes, a lo que asentí. entrando en el auto y dejando que su cercanía le brindara calidez a mi corazón. Me deje caer en el asiento trasero junto a la ventana derecha, con Guila en medio y Zane a nuestra izquierda. El conductor nos espero a fuera, con una mano en la puerta del copiloto.  esperando que alguno de nosotros tomara aquel solitario puesto y sorprendiéndose con nuestra cercanía. 

El conductor entro en el auto y nos miro por el retrovisor aun inseguro de nuestras acciones, al ser de la realeza, muchas personas esperaban que fuéramos muy protocolarios o estrictos con las normas. Pero aquí eramos nosotros mismos, solo tres amigos compartiendo un estrecho asiento.

Hérederos: Dorado Ardulian.Where stories live. Discover now