27. ARTUR

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Erik estaba de pie en medio del atrio, su mirada se perdía en busca del origen de los gritos e insultos, el maestro Lovely parecía tan tranquilo, ningún maestro intentaba detener la conmoción. Solo estaban ahí, de pie observando como todo el caos se formaba.

Escuche la voz de Ciaro gritándole a algunos participantes, a Henry y Jenny lanzar toda clase de blasmefias. La herejía era considerada por muchos una leyenda de malos presagios, una mancha oscura en la divinidad de Sepehera. Un mero insulto a la existencia de la Diosa, para muchos que existiera un Hereje en Ardulian era una señal del caos venidero.

No comprendía en su totalidad a los herejes, de donde venían, por qué la diosa los rechazaría de tal manera. No comprendía su existencia, pero había algo que si entendía, que me guiaba,  y eso era mi instinto.

Como Candidato, sabía mejor que nadie lo que los títulos significaban, lo que influían y lo que nos transformaban. Pero también sabía que más allá de un estandarte para los demás, un título es un mero nombre, no nos define, ni dicta como debemos ser. Al ver al Chico de ojos dorados, no podía encontrar en el algo relacionado a la maldad, nada parecido a la magia oscura o las bestias de la noche. Al verlo, solo podía ver a alguien asustado, perdido, solo.

Parecía paralizado ante los gritos, conmocionado, como si su mente estuviera formando las piezas de algo más grande. Como si de repente notará todo el odio en su contra, muchos lo llamaban Hereje en los pasillos, incluso yo lo hacía. El mero nombre era ya una acción despectiva, en los entrenamientos lo atacaban, lo freanaban, solo Rick y Daimon lo protegían, Incluso Sebastián movía sus hilos para ayudarlo. Pensar en que no lo habría notado hasta ahora era ridículo, pero al ver su rostro afligido lo entendí, el era demasiado ingenuo. Como un niño que no entendía la maldad del mundo, tan inocente que era poco creíble.

Estuve ansioso durante toda la ceremonia, me emocioné al ver que aún a pesar de las fallas logramos quedar en el 10 puesto entrenado en el rango 4, Guila y Zane estuvieron ojeando misiones simples para comenzar, yo esperaba algo más arriesgado, algo que me hiciera brillar frente a los otros candidatos.

Cuando el maestro Gerald mencionó la categoría 0, supe que eso era a lo que debía aspirar. Nuestra puntuación no era muy alta, pero nuestra habilidad no se ponía en duda, Guila era de las mejores en la clase y Zane era de las personas físicamente más fuertes, combinados con mi nueva herencia. Esperaba ser seleccionado, cuando empezaron a nombrar a las tríadas campeonas, mi cuerpo se tenso esperando oír nuestros nombres de la boca de algún maestro, al oír a Rick y Sebastián, lo supe yo sería el próximo, nunca podría haber esperado lo contrario.

Cuando el maestro Lovely selecciono a Erik, vi como mis esperanzas se esfumaron, lo extraño, fue que mi corazón no se movió, no se dañó. Ni siquiera tuve un sentimiento de pena o perdida, una parte de mi empezaba a acostumbrarse al fracaso, lo esperaba inconscientemente. Una parte de mi deseaba perder, levante la mirada intentando alejar esos pensamientos, mi padre había puesto todas sus esperanzas en mi espada. Más de 500 años de espera no podían ser abandonados por el capricho de mi corazón, sin importar qué pasará debía ganar.

Sentí como la llama de mi herencia se encendió por un momento, en un segundo de emoción desbordante. Solo era el primer escalón, aún habrían más misiones, Solo tenía que seguir intentando. Con esa misma actitud decidida me gire hacia Erik, no esperaba que me estuviera observando, ni que sus ojos se centrarán en mi, pidiendo ayuda.

Comprendía esa mirada, era la misma expresión que solía hacer de pequeño. La misma actitud que solía tener frente a Arqeus, buscando en el un impulso. No necesitaba que peleará mis batallas, ni que me dijera nada, aveces las palabras estában de más. Solo necesitaba que me viera, no como mi padre lo hacía, con su decepción, ni con la mirada angustiada de mi madre, si no como solo el lo hacía, con confianza plena, no me compadeció, nunca, ni por un segundo, solo me impulsaba y a su vez me retaba, me enseñaba que era Alguien fuerte, Alguien que el podría considerar.

Hérederos: Dorado Ardulian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora