38. ARTUR

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Las llamas púrpuras se apagaron en tan solo unos segundos, el fuego había quemado mi uniforme, mis brazos y mi rostro. Sentía como me ardía la piel, pero no estaba lastimado.

Me levanté del suelo y observé mi cuerpo, mi piel estaba intacta únicamente algo ruborizada. Sin prestarle mucha atención corrí hacia Zane, sintiendo como Guila se incorporaba a mí lado. Levanté mi espada aún preocupado de los movimientos del mago negro, el aire había recobrado su temperatura normal e incluso las marcas en el suelo habían desaparecido.

Me arrodilló ante Zane y acerco mi rostro para poder verlo en la oscuridad, lo abrazo, está frío y no me habla. Aún así está vivo, puedo sentir su respiración en mi pecho cuando lo acercó a mí.

- Artur, levántate! - La voz de Guila suena intranquila. Me giró hacia ella preocupado y la veo tensa, lleva un cuchillo en su mano y tiene una postura defensiva. Siento un ligero siseo en mi espalda seguido del goteo.

Guila corre hacia mí y se interpone entre las sombras de la cueva, solo porta un cuchillo pues su arco ahora yace inservible en el suelo.

- Realmente es irracional, No lo entiendo. - Mi cuerpo se tensa al oír aquella voz distorsionada, no era posible.

El mago Negro habla desde el suelo, ni quisiera intenta levantarse. Solo permanece allí recostado sobre un mar de ceniza.

- ¿Tríada?, Esas son las tonterías que Sepehera les enseña. Es Irracional, simplemente debieron darme al príncipe. Así no tendríamos que llegar a este punto. - respondió el mago levantando su pecho y sentándose tranquilo, sacudiéndo su cabeza como si tuviera algo agua en sus oídos.

Zane no estaba en condiciones de continuar, aún respiraba, pero era obvio que aquel extraño fuego lo había lastimado. Tome sus brazos y los estiré sobre mis hombros, debía sacarlo de allí.

Era imposible que aquel hombre hubiera resistido mi mandato, estaba seguro que mi poder lo había obligado a retirarse, aún así, allí estaba tan calmado y apacible.

Sentí un olor extraño similar al óxido y me gire hacia la entrada de la cueva, la oscuridad era fuerte, pero logré divisar el origen de aquel fétido olor. Uno de los nocturnas estaba de pie frente a nuestra única salida, no podía verlo, pero podía distinguir su silueta, su olor a sangre podrida y el calor de su aliento. Había olvidado por completo que estaban allí, que aún permanecían en las sombras esperando el llamado de su amo.

Guila llegó a mí espalda tomando la espada de Zane y levantándola contra el mago Negro, tras el dos siluetas más aparecieron. Los nocturnas parecían tan calmados cerca a el, como gigantescos perros de Caza.

- Creí que eras mercancía de Calidad, pero tú herencia es débil. El se enojara si llego con las manos vacías, pero estoy seguro de que estará decepcionado. - Su distorsionada voz parecía venir de otro cuerpo, el mago se levantó del suelo y sacudió su túnica, elevando una ligera capa de polvo.

El hombre chasqueo sus dedos y una flama púrpura revoloteo entre su palma, iluminando el lugar.

- No soy bueno con la oscuridad. - Dijo el mago, elevando su pequeña flama hacia el techo de la caverna.

- No es una blasmefia que un mago de Voltakh diga algo así. - Respondió Guila casi sonriéndole.

- Voltakh no es tan rígido como su Diosa, además no odiamos la luz, la amamos y la apreciamos, pero no la luz proveniente de su sol que lo juzga todo, amamos a la luna y a las estrellas; por qué bajo ellas somos libres, por qué ocultan nuestros secretos. - Apelo el mago, caminado a nuestro alrededor.

- Quien está Siendo irracional ahora. - La voz de Guila sonaba como un desafío.

<Que estás haciendo> agudizó nuestra conexión, con la esperanza de que mis palabras sean escuchadas.

Hérederos: Dorado Ardulian.Where stories live. Discover now