26. ERIK

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Corro através de la escuela sin perderme ahora en sus intrincados pasillos, recorro sus salones, sus aulas, la biblioteca y el comedor. Reconozco cada lugar de Ardulian, Freno lentamente al llegar a las puertas de la gran sala.

Me detengo ante el imponente marco de madera y recuerdo el primer día de clases, mi primer encuentro con Ilumia y la Ceremonia de las tríadas. Como todo incio en esta sala, paso mis manos por el perfecto uniforme, limpiando cada pequeña imperfección en el.

Limpio mis oscuras botas y me acomodo el cabello que ya había perdído el delicado corte de Eloise, mis negros mechones caían a la altura de mis hombros en una pequeña coleta, que Ilumia había trenzado con sus hilos.

Abro la puerta y me encuentro con que soy el último en llegar, veo a los 100 estudiantes correr por el lugar y me sorprendo de reconocer a la mayoría. Camino lentamente entre la multitud, saludo a Ciaro y a su grupo al fondo. Me escondo de la mirada asesina de Alan y de la imponencia de Raven. Me adelantó hasta llegar junto a Rick y Daimon, Daimon mantenía su misma expresión calmada mientras Rick ojeaba curioso a los demás.

Seis meses han pasado desde mi iniciación en Ardulian, todo había cambiado, yo había cambiado. Me giró hacia mis amigos y me sorprendo al escuchar esa palabra en mi mente, algo que el niño de las laderas nunca creyó oír. Miro a Daimon había crecido aún más en este semestre, su cuerpo Lucia más ancho y sus brazos más fuertes. Rick se mantenía igual tan solo diferenciable ahora por su nuevo corte de cabello.

Levanto mi mirada hacia el enorme candelabro dorado en el techo, lleno de sus increíblemente detallados diseños, de las aves esculpidas y de las flores de oro. Bajo la mirada al sentir unos pequeños pero fuertes brazos sobre mi cintura y mi rostro emite una sonrisa al escuchar la voz de Ilumia. Siento como presiona su cara contra mi espalda y su calidez se fusiona con la mía.

Ilumia se libera del agarre y se ubica a mí lado junto a su tríada, Ilumia había cambiado bastante, su piel blanca había tomado un aspecto más bronceado gracias al sol de Ardulian, su cabello había crecido tanto que ahora lo cargaba Atado a su espada gracias a sus plateados hilos. También se había vuelto más hermosa, su cuerpo se había tonificado y su rostro había tomado una imagen más madura.

Tell llegó a su lado junto a Julie, ambas chicas habían crecido un parde centímetros, por lo que Ilumia y yo. Luciamos un poco bajos ante ellas, Tell llevaba su cabello cenizo en una trenza, mientras Julie mantenía su cabello corto. Después comprendí que su cabello solía enredarse en su látigo y por eso prefería llevarlo así.

- Estás emocionado, brillitos. - me preguntó Ilumia mirando al Altar de los héroes, un muro tan grande y alto que era imposible de llenar. En el habían miles de extraños artilugios, viejas espadas, lanzas, escudos, colmillos de bestias, emblemas, joyas, banderas y demás. Todos premios obtenidos de alguna misión de los héroes de Ardulian.

- Eso creo. - le dije sin llegar a mirarla, lo cierto era que estaba aterrado. Más allá del viaje en auto que tuve desde la ciudad amurallada hasta Ardulian, nunca había salido más allá de mis zonas seguras. Ahora la escuela nos enviaría lejos, donde los caballeros comunes nunca irían, en peligrosas búsquedas y mortales misiones.

Veo como la maestra Bodeler entra a la sala seguida de los 6 maestros, Ilumia me había dicho que la escuela tenía un director pero que nadie nunca lo había visto. Según Rick el director era el responsable del movimiento extraño del edificio.

Los maestros entraron confiados y seguros, la maestra Eva llevaba su particular bata blanca y bajo ella un recatado vestido verde, también había soltado su trenza y dejaba caer su alocado cabello rubio por sus hombros. Tras ella el maestro Sebastián y el maestro Ignis lucían sus ya conocidos atuendos, el maestro Gerald bestia un extraño esmoquin azul Marino y llevaba un parde medallas en su pecho, la maestra Astrid iba a su lado. No se había quitado su armadura incluso para una ceremonia como esta, por último la señora Bodeler vestía su relevador vestido turquesa, recordándome su expresión fría al verme por primera vez, con el pasar del tiempo ella fue la maestra que mas cambio, paso de vernos como simples personas con poco valor a verdaderos herederos.

Hérederos: Dorado Ardulian.Where stories live. Discover now