8. ERIK

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Desde que había despertado me había abstenido de salir de la habitación, no por qué no tuviera ganas de participar de las clases. De las cuales Ilumia me mantenía informado, según Ilumia el día después en el que me desmayé se realizó la inducción reglamentaria. Los maestros se presentaron y explicaron el funcionamiento de la escuela, también se dieron algunas instrucciones básicas para la participación de cada una de sus asignaturas. La razón por la que aún no me atrevía a acudir a las clases era por el temor hacia las miradas de los demas, estaba acostumbrado a desaparecer, a no ser Nadie, a pasar desapercibido. Pero ahora donde quiera que fuera en esta escuela tendría una cruz sobre mis hombros, no solo era el extranjero que desconocía sus costumbres, ahora también era la criatura extraña que consideraban una leyenda. Si a eso le sumamos la bomba de tiempo que era mi don, mí capacidad de desaparecer entre la multitud era cada vez más nula.

También temía a la mirada de Ilumia, quien con cada palabra se hacía más cercana, sentía una conexión con ella. Por alguna razón al ver su rostro no podía evitar pensar en mí hermana. Y de ese pensamiento nacía la necesidad de protegerla, de tenerla cerca y evitar que sufra. Incluso aunque este consiente que estar cerca de ella es una contradicción a mí deseo de mantenerla segura.

Para matar el tiempo, desempaque toda mi valija. Ocupando el fondo del gran armario de la habitación con las finas ropas que mi madre había comprado para mí viaje, seguro de que no las necesitaría. También organize, los múltiples zapatos y las botas negras del informe de Ardulian en un rincón. Utilizando solo una pequeña parte del gran almacenamiento, el armario se sentía tan vacío. Podría replegar mis prendas por el para tratar de alejar ese sentimiento, pero no sentia que fuera lo correcto. Aunque nadie nunca rellenará esos cajones vacíos, no significaba que fueran míos.

Al terminar me fijé en las camas vacías, la maestra Bodeler había dicho que las recogerían en la mañana mientras estuviera en la clase de la maestra Eva, para evitar así inconvenientes. También había dicho que las camas serían los únicos insumos que recogerían, los ingredientes alquímicos, libros e instrumentos de aseo permanecerían en la habitación. "Tómalo como un pequeño regalo".

Había recogido mis lentes del lavado y los había guardado junto a la ropa de mi madre, inseguro de si debía intentar arreglarlos. Ilumia también me había dicho que a la escuela llegaba el diario Golden, el periódico impreso que informaba no solo de las noticias del gigantesco reino, si no que era el objeto ideal para solicitar una misión. Añadiendo y con una mirada pícara como ya era costumbre en ella, que podría encontrar chismes de la realeza, incluso de la ciudad amurallada. Debía recordar cómprarlo esperando encontrar algunas fotografías de mi hermana que podría añadir a mi cuaderno. Me preguntaba cómo la estaría pasando, si mi madre la trataría con amor y si mi padre tendría tiempo para ella. Por lo menos la idea de que Eloíse fuera su maestra al igual que lo fue conmigo me reconfortaba. Aunque estaba seguro que mi madre le habría contratado ya tantos tutores como para perder la cuenta y que incluso ella misma la habría adiestrado en la Artes. Pues mi hermana había demostrado tener tal habilidad como para aprender y superar todo lo que en su camino le pusiesen.

Ilumia entro en la habitación sin tocar ni avisar, un mal hábito que empezaba a ser cotidiano. Tras ella estaban sus compañeras, no las conocía en persona, pero con las largas descripciones de Ilumia ya eran mucho más que conocidas. Me acerqué al grupo y las saludé con un movimiento de manos, totalmente seguro de que ellas, al igual que yo, ya habrían recibido la interminable charla llena de datos de Ilumia.

- Así que este es el caballero durmiente, es increíblemente guapo. Ilumia; por qué no lo habías mencionado antes, yo también habría permanecido toda la noche sosteniendo su mano, si lo hubiese sabido con antelación. - dijo la chica a su izquierda, quien debía ser Julie por las descripciones de Ilumia. La chica levanto su mano respondiendo a mi saludo y empujó ligeramente a Ilumia hacia la habitación. Mientras la compañera a su derecha saludaba con un pequeño movimiento de cabeza y cerraba la puerta. Las miradas y comentarios de Julie me ponían un poco nervioso, si no hubiera escuchado de su actitud,  probablemente estaría pasmado por la pena. Tell por otro lado era un mar de calma, según Ilumia era la líder y el imán que mantenía al grupo.

Hérederos: Dorado Ardulian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora