Hérederos: Dorado Ardulian.

5. ARTUR

Tan solo son las 7:00 am, pero nuestra habitación ya parece el lugar designado para la próxima gran guerra santa. Zane grita desde su cama mientras Guila le arroja desde libros, hasta ropa húmeda que el había tirado por todo el lugar. Cuando nos dijeron que compartíamos habitación, creí que serían dos años de secretos y buenas historias nocturnas, ahora tengo que esquivar libros voladores y revisar dos veces donde me siento, por miedo a recostarme en una de las dagas de Zane. Hundo mi cabeza entre la almohada y enrollo mi cuerpo con las sábanas, ahogando así una ligera maldición.

Son las 9:10, nos tomo dos horas salir de la habitación sin matarnos entre nosotros. Nos perdimos el desayuno con los demás por segunda vez en tres días. Pero por lo menos Guila y Zane hicieron las pases, nadie resultó apuñalado y logramos llegar al comedor sin ningún altercado que amenazará con el futuro de nuestra triada. Al llegar al comedor, este estaba vacío como ya empezaba a ser costumbre. El desayuno se sirve a las 8:00 am todos los días sin excepción y es servido en múltiples mesas largas que se acoplaban en la gigantesca habitación, la comida es repartida mágicamente entre los miembros presentes, por lo que si llegas tarde, debes acercarte a la cocina y auto servirte. Es todo un rollo, en especial por que la escuela suele hacer que los estudiantes se pierdan a propósito, Por suerte para nosotros, Zane es un experto en escabullirse en las cocinas y encontrar algo bueno, alegando que ese es un súper poder del que los miembros de la realeza jamás disfrutarían. Al cabo de unos minutos y de la impecable búsqueda de mi gigante amigo en la alacena, estamos desayunado unas frutas y algo de carne cocida que estaba oculta entre los vegetales.

- Altezas, la comida está lista.- dice Zane mientras se acerca a la mesa con una extraño delantal puesto.

- Cada día eres más extraño- le responde Guila mientras toma algo de agua.

- Eso es por qué tú no puedes reconocer mis innumerables encantos, princesa.- Replica Zane sacudiendo su delantal como si fuera una falda. Antes de que Guila pueda responderle, Ilumia atraviesa corriendo la habitación con su delicado vestido negro hecho un desastre y su cabello blanco bailando en el viento. A diferencia de los últimos días hoy parece feliz, aunque aún mantiene esa mirada preocupada en sus ojos.

- Cuando vas a hablar con ella?- me dice Zane, mientras pasa su brazo alrededor de mis hombros.

- Es muy hermosa, no se supone que los príncipes son hábiles conquistadores, ve por ella.- Añade Zane besando mis mejillas.

- Cállate, Zane - le digo mientras oculto mi enrojecido rostro.

- Artur es obvio que te gusta, la persigues con la mirada cada vez que pasa frente a nosotros.- está vez es Guila quien intenta ponerme contra las cuerdas, veo como Ilumia desaparece por el pasillo y me concentro en mis amigos.

- Si seguimos hablando de esto llegaremos tarde a la clase del maestro Ignis.- Repongo enojado, para distraerlos

- Desde cuando te preocupa tanto llegar temprano?- dice Guila mientras recoge sus libros.

- Creo que quiere ser una Bodeler 2.0- responde Zane.

Esquivo las bromas de mis amigos y me adelanto hacia al pasillo, con la esperanza de alcanzarla, pero Ilumia ya ha desaparecido. Caminamos por unos 5 minutos entre los pasillos cambiantes de la escuela hasta que llegamos a la sala de la noche. Al llegar los demás estudiantes ya están ocupando sus asientos y buscando sus libros, todos lucen muy tranquilos cuando están desarmados, siendo está claro esta la única clase en la que no debemos usar espadas. Nos ubicamos en nuestros asientos mientras esperamos que inicie la clase. La sala de noche en contraste con su nombre, es increíblemente blanca y tiene múltiples libreros en todas sus paredes, en una de sus esquinas hay uno de los comunes atrios dorados de Ardulian, decorado con sus increíblemente detallados trazos y formas. Tras el, un pizarrón azul y un pequeño caldero repleto de un humeante y burbujeante líquido verde, terminan con la sencilla decoración del recinto.