16. ERIK

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Permanecimos frente al cuerpo del nocturnas por media hora, esperando que el maestro Gerald o algún otro miembro de la escuela llegará en nuestra ayuda. Nadie había dicho nada desde que la criatura había caído, Rick y Daimon habían usado los sacos de su uniforme para cubrir el cadáver.

Por lo menos en una parte, pues la sangre empezaba a esperarse y mi vista no podía alejarse de ella. La cabeza de la criatura estaba cubierta, pero al estar Divida en dos partes los órganos, la sangre, los músculos y huesos del nocturnas eran perceptibles a la vista. El atardecer se levantaba sobre nuestras cabezas tiñendo de rosa el cielo e iluminando la tétrica escena.

Julie había sido la única víctima e incluso ella había salido ilesa, solo tenía un ligero corte en su muslo derecho y un golpe en su cabeza. Rick inesperadamente resultó ser hábil con las artes de sanación, con ayuda de Tell quien había vendado el músculo de su compañera. Mantenían estable y fuera de peligro a la chica, Daimon nos mantenía actualizados de la situación de los demás cada cierto tiempo. Entrando en su extraño transe y aliviando nuestra preocupación con sus palabras, al parecer los tres nocturnas habían sido derrotados. Sin ningún muerto ni herido de gravedad, a excepción de Ciaro. Según las Palabras de Daimon, su magia vibraba pausadamente como si estuviera durmiendo. El grupo de Sebastián era el único cuyos miembros estaban en perfectas condiciones, moviéndose hacia el punto de inicio de la prueba, cargando con el cadáver del nocturnas. No había rastro del maestro Gerald por la reserva, Daimon había dicho que alguien con su habilidad era difícil de rastrear, pero para Rick era sospechoso.

Cuando estaba en la ciudad amurallada creía que los magos de nuestra corte eran poderosos, sus artes y su habilidad con la espada eran refinadas. Pero los herederos dorados eran monstruos encarnados en el cuerpo de adolescentes, sus herencias eran aterradoras y mortales.

Camine hacia Ilumia y me senté a su lado, no dijimos nada, solo nos sentamos en el suelo mirando al atardecer. Los rayos rosados caían sobre su Blaco y sucio rostro, iluminando su perfecta piel, haciéndola lucir como una muñeca de porcelana. Como si fuera una modelo de alguna pintura, me fijé en sus dedos donde en tan solo hacía unos pocos minutos, hilos plateados habían bailado con delicadeza, enredándose en la bestia, arrebatándole su voluntad. Tenía curiosidad sobre su herencia, pero no conocía la dinámica entre herederos y no quería ofenderla. Ilumia miraba el cielo tranquila, a diferencia de los demás que lucían afectados por la batalla, ella parecía apacible. Como si no hubiera estado luchando por su vida.

No era muy bueno concectadome con los demás, Incluso las charlas casuales eran imposibles para mí, con todos a excepción de ella. Me acerqué más a Ilumia y deje caer mi cabeza sobre su hombro, agradeciendo que tuviéramos la misma estatura y nuestros cuerpos se acoplaran a la perfección, Ilumia giró su rostro hacía mi, pero no me dijo nada, solo me dejo descansar sobre ella.

El cielo poco a poco perdió sus colores mientras las aves empezaban a volar sobre nosotros, el sonido de los cascos del caballo contra el suelo nos alertó de la presencia del maestro antes que nuestros ojos. Endereze mi cuerpo para ver al maestro Gerald y a la maestra Eva acercarse en una carroza tirada por dos sementales blancos. La maestra Eva se bajó de la carroza y corrió al vernos, como si supiera a dónde debía ir nos ignoró y fue directo hacia Julie. Su trenzado cabello se sacudía con fuerza a causa de trote, incluso sus lentes amenazaban con caerse cuando se arrodilló junto a la chica, me levanté del suelo y le preste mi mano a Ilumia para que hiciera lo mismo, juntos caminamos hacia los demás. El maestro Gerald miro a la bestia cercenada y con chasquido de sus dedos la evaporó, la piel de la criatura empezó a dividirse y desaparecer como si fuera ceniza en el viento. Ilumia y yo vimos como desaparecía mientras el maestro levantaba a Julie del suelo. La maestra Eva le había dado a beber un extraño líquido púrpura que había calmado la respiración de la chica, haciendo que se durmiera.

Hérederos: Dorado Ardulian.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora