52. ILUMIA

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Ver a mis compañeras a la cara ahora parece tan difícil, no estoy molesta, no es mi estilo. Siempre he sido una chica dura, una guerrera de nacimiento, me adapto a lo que se interponga y lo venzo, es lo que hago, es mi estilo de vida. Pero cazar bestias está totalmente fuera de mi terreno, en especial cuando las instrucciones fallan y nos envían hacia la madriguera de un dragón! Un maldito dragón! Con grandes escamas y dientes del tamaño de espadas.

La carta pedía cazar un Torlefante! Un híbrido gigantesco entre elefante y Toro con la capacidad de moldear magia de hielo. Hielo, mi elemento, totalmente diferente al Fuego de esa Maldita lagartija. Aún así aceptamos, teníamos a Tell; una de las mejores Cazadoras en todos los reinos. Cómo podríamos fallar. Estaba tan equivocada, esa cosa era muy resistente, rápida y mortal.

Tell lo rastreo en tan solo unas horas, llegamos al bosque y de ahi en adelante su actitud cambió, se tornó silenciosa y fría. Su semblante era incluso más tenso que el de los guerreros en el norte, estaba concentrada, recogía hojas en el suelo y corría hacia un nuevo lugar. Como encontró a un dragón en medio de montañas y cuevas oscuras es algo que jamás lograré entender. Aún más cuando resulta que los dragones tienen la cualidad de volar y cambiar de tamaño para dormir en pequeñas madrigueras o gigantescas cuevas. Según Tell, pueden ser tan pequeños como un ratón y luego ser tan grandes como una ballena, dependiendo de la edad que tengan.

Lo hallamos en una cueva en cercanía a un arrolló, la cosa no solo era grande sino además antigua y ancestral, era la reunión de años de magia concentrada. En resumen, era una lagartija de casi 30 metros de altura y tan gorda como seis Torlefantes.

Además, estaba enojada, pues resulta que los dragones odian ser despertados. En especial por una flecha de acero necrotizante en el trasero. Creí que Julie era la criatura con el peor letargo mañanero hasta que conocí al dragón. Aunque siendo honesta, los dientes de esa lagartija son menos filosos que las miradas vespertinas de Julie en la mañana.

¿Fue difícil?, como nada que haya hecho en mi vida. Ni siquiera despedirme de mi padre fue tan complejo. Aúnque en parte agradezco que haya sido así, el que haya estado al borde de la muerte mantuvo mi mente ocupada. Me alejo de la lugubridad de ser una nueva huérfana. Aún no me lo creó, no puedo pensar que papá ya no está. Que no me despedí de el y que nisiquiera pude enterrarlo.

Tampoco pude pensar en Artur, ni en Erik, ni siquiera en el estúpido de Win y sus pinturas. Solo podía Escapar, correr alrededor de mis propios hilos sintiendo mi sangre arder ante la duda de esos filosos dientes. Yo recibí un ligero corte en mi brazo derecho, Julie se rompió una pierna y Tell estuvo a punto de usar un parche de por vida. Así de complejo fue derrotar al dragón. Pero ni siquiera eso fue tan violento como la discusión entre Tell y Julie.

Una quería matar al dragón, otra quería venderlo. En ambas opciones la criatura terminaría de trofeo en algún estante. No es que me molestará, no hasta que me pidieron decidir. Ahí lo supe, sin importar que decidiera tendría problemas con una de ellas. Así que tome la tercera opción, dejarlo libre.

No es que me agradara, es decir esa cosa estuvo a punto de convertirnos en carbón para el fuego. Pero no era malvada, solo estába enojada. Comprendía ese sentimiento y la misión pedía encargarse de la bestia que atormentaba el lugar, no especificada como.

Hablé con Tell primero pues siempre es la más calmada, ella me habló de viña vulcana. Un volcán donde criaban dragones para la armada del Reino rojo. No estaba feliz pero accedió a contarmelo, claro que omitió el pequeño detalle de que la reserva estaba en otro Reino y que enviarlo costaría una fortuna. No es que me faltase el dinero, aquí puedo parecer una extraña, pero en la región norte soy lo más cercano a la realeza. Aún así eran muchos trámites, lo que me remitío a Julie, su familia comercia lo que sea, en donde sea. También accedió de mala Gana. En parte lo hicieron por qué ninguna de las dos quería que la otra ganará, una tregua fue lo más sencillo.

Hérederos: Dorado Ardulian.Where stories live. Discover now