49. ARTUR

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PARTE 1

Mi padre me dijo una vez:

"En el mundo hay muchas fuerzas que aún no comprendemos, muchos seres que se mantienen ocultos en la inmensidad del cielo, y en la oscuridad de la noche. Es ególatra pensar que en el bastó universo solo existen las personas; pues cada animal en las padreras, cada flor en los bosques y cada gota de lluvía, tiene alma y es un ser. Así de complejo y místerioso es el mundo, el deber de un Rey, no es ser el que gobierna a cada ser en su Reino, si no ser el hombre que es capaz de verlos a todos por igual."

Aún con el pasar de los años sus palabras seguían estancadas en mi memoria, como un recordatorio constante de mi labor. Como un acertijo sin respuesta, en especial sus historias, pues todas tenían algo en común.

"Sepehera y Talos, dieron vida a nuestro Reino. Nos dieron la fuerza de los dioses, pero no nos hicieron uno de ellos. Aún con nuestro poder, seguimos siendo humanos, seguimos temiendo a la muerte y nos aterra la soledad. Vivimos asustados de quienes son más fuertes que nosotros, y le rendimos pleitesía al cielo que nos otorgó la vida."

Todas ellas enmarcaban algo más que a la fuerza humana, siempre denotaban al cielo. A la divinad.

"Las personas creen que Sepehera y Voltakh vivían en una intensa batalla entre la luz y la oscuridad, lo que pocos entienden, era que no luchaban, si no que danzaban con Amor. Sepehera nos otorgó la vida y Voltakh la muerte, no como un castigó. Si no como un regalo para la memoria, para que el equilibrio naciera. Sepehera creaba la vida, les otorgaba un destino, Voltakh los rescogia al final del camino, no como un enemigo, si no como una mano bondadosa que los guiaba hacia la reencarnación."

Muchas fueron las historias que mi padre me contó, la mayoría en torno a los dioses. A la creación de los reyes y las herencias.

"Lo único inevitable en este mundo es la muerte, incluso la magia más poderosa no puede negarse ante ella. Pero incluso la muerte, no es el final, si no un nuevo comienzo, una nueva travesía. Sin embargo, hay quienes que se oponen al camino de los dioses. Quiénes niegan a la muerte. "

Siempre creí que mi padre se refería a los Reyes, a como aun a pesar de su muerte seguían vivos en la memoria de su pueblo, en sus actos. Ahora sé que hablaba de algo más.

"Sepehera creo el día, Voltakh la noche. La Diosa nos dio el sol, como fuente de toda vida. El dios nos entrego la luna, como compañera en la soledad. Y entre ellas existieron pequeños puentes que ocultaban mensajes de amor, mensajes de los muertos que solo podían ver los vivos. Las estrellas."

Recuerdo cada historia de mi padre, cada enseñanza y cada instrucción. Recuerdo sus consejos y también recuerdo la sonrisa de mi madre. Veo todo como en un carrete, mis años con Arqeus, mi primera pelea con Sebastián y Rick. Mi primer amigo, mi primer sonrisa con Guila. Lo veo todo.

Ahora tengo tiempo para pensar en todo ello, en los dioses, en el sol, en la luna y por supuesto, en las estrellas. Tal vez sea por qué estoy viendo una ahora mismo, elevándose en la oscuridad, brillando.

Caigo de rodillas pues no Puedo mantenerme en pie. Lo veo todo en medio de apagones visuales. Veo como el suelo que antes era de roca se desprende, se fragmenta en pequeños pedazos y se torna azúl.

Aquel Azul se extiende, se impacta en el aire en cientos de picos puntiagudos. Es hielo, hielo nacido de la tierra. Comprendo entonces el por qué de las historias de mi padre, el por qué de los seres que no son personas. Mi vista se apaga y veo todo negro, luego regresa, aunque me tiembla un poco.

Hérederos: Dorado Ardulian.Where stories live. Discover now