Y de nuevo, tú © [TERMINADA]

Introducción

IMPORTANTE: Esta novela es la segunda parte de "Entre la multitud, tú". Disponible completa en mi perfil.

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El jet lag estaba haciendo estragos en mi cuerpo –y en mi mente– y el hecho de haber estado trabajando los últimos meses sin descanso, en varias ocasiones incluso sin dormir, tampoco ayudaba.

El proyecto empresarial que había comenzado en Australia con algunos socios, tras vender mis acciones de F&A a la familia Sanz, iba viento en popa. Ya éramos la empresa con más beneficios a nivel nacional y con más proyección de expansión internacional. Pero sabía que eso era así, en parte, por mi nombramiento como director ejecutivo y las largas jornadas sin dormir ni centrarme en otra cosa.

Sin embargo, había merecido la pena. La empresa había conseguido abrir centros de gestión en otras partes del mundo y yo había conseguido volver a España para encargarme de una de ellas.

Pese al cansancio que invadía todo mi ser y al ligero malestar, aquella fría mañana de noviembre decidí salir a correr por el parque que quedaba cerca de mi apartamento.

Y no pude tomar una mejor decisión.

Por increíble que pueda parecer; por muchas otras horas del día que hubiese para salir a correr; por muchos otros lugares por los que hacerlo en aquella ciudad; por muchas fuentes existentes en aquel mismo parque donde parar a descansar, justo recibí una llamada de trabajo en aquella en la que una melena rubia reposaba en el suelo, descansando.

No era algo nuevo que cualquier cabello de ese color me recordase a ella –a mi Lara–, pero estaba tan acostumbrado a decepcionarme en otras partes del mundo sabiendo que no podía ser ella, que aquella vez, de modo inconsciente, ni siquiera me planteé el hecho de que pudiese serlo.

Aproveché el final de la llamada para acercarme a la fuente y beber algo de agua. Fue al levantarme cuando la vi. Cuando reconocí esos increíbles ojos verdes mirándome estupefactos.

Mi corazón aceleró su ritmo pese a la velocidad que ya llevaba por haber estado corriendo y una extraña debilidad se posó por segundos en mi estómago, para bajar recorriendo mis piernas.

Sí, eso era lo que ella continuaba provocando en mí.

En todo el tiempo que estuve fuera no me olvidé de su rostro, de su sonrisa, de sus labios y de sus ojos en ningún momento. Al verlos, incluso me parecieron más perfectos de lo que llegaba a recordar.

–Lara... –dije observando la manera en la que su cuerpo se tensó al escuchar su nombre.

Lo que vino después fue un intercambio de vivencias algo incómodo. Incluso, en un momento desesperado, acabé reconociendo frente a ella que no había podido olvidarla y que continuaba culpándome todos los días por haberla perdido de aquel modo. Pese a que Lara dijo sentirse igual en cuanto a nuestros sentimientos, vi algo en ella que no me transmitía lo mismo que sus palabras.

No supe si fue el desconcierto de tenerme frente a ella sin esperarlo; no sé si fueron las dudas o mi mente jugándomela, pero había algo diferente en su mirada. Algo que me llenó de inseguridades.

A pesar de eso, pude acompañarla hasta su casa y acabamos quedando para aquel mismo sábado.

Me sentía nervioso a la vez que más contento de lo que había logrado estar en los últimos meses. Verla había llenado mi pecho de aquel calor que solo ella provocaba en mí, el que perdí en cuanto cogí aquel avión hacia Australia. Que me hubiese dado la oportunidad de vernos, aunque fuese solo para charlar como viejos amigos, había logrado encender la llama que se había apagado en mi vida.