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El momento había llegado. Aldrich estaba realizando su presentación y era la situación oportuna para que todo ocurriese.

Tras recibir el aviso por parte del informante anónimo de mi empresa del posible boicoteo a nuestra presentación, pude hablar sobre ello con la organización de las jornadas. Al parecer, estos estaban al corriente de mis problemas con la empresa de Aldrich y permitieron que colocásemos cámaras en la sala del ordenador central.

En teoría, todos los ponentes teníamos allí nuestras presentaciones, pues aquella computadora conectaba directamente con el proyector, así que, si alguien quería obstaculizar nuestra presentación, se dirigiría a allí. Además, me dejaron un ordenador portátil completamente nuevo, desde el que no se me podía rastrear, para poderlo conectar directamente al proyector con nuestra presentación del convenio, evitando de aquel modo cualquier posible hackeo.

Por todo ello, en aquel momento me encontraba en la sala de seguridad junto a un vigilante, mirando las cámaras del lugar sin perder detalle. Si todo iba según lo esperado, podríamos atrapar al espía –o a alguna persona relacionada con el mismo– con las manos en la masa. Eso nos permitiría seguir un rastro hasta la empresa de Aldrich y tener todavía más pruebas para demostrar las ilegalidades que su empresa realizaba contra nosotros, acabando de una vez por todas con aquel problema que casi lleva a la ruina a mi empresa y a la fundación.

Nos encontrábamos en aquella pequeña sala de vigilancia a oscuras y en absoluto silencio, pues la estancia del ordenador estaba justo al lado de nuestra posición. No queríamos disuadir a nadie si se percataba de nuestra presencia. Todos mis sentidos se centraban tan solo en la imagen de las cámaras, pues no quería perderme ni una sola particularidad de lo que pudiese suceder.

Mi corazón latía con fuerza; mi pausada respiración se contradecía con el estado agitado de mi mente y de mis nervios. Lo único que deseaba era ver que alguien culpable entraba a aquella sala, manipulándolo para intentar hackearlo y obstaculizar así nuestro propósito. Quería ver a esa persona, ir a atraparla y enfrentarme a ella si era necesario para conseguir llevarlo ante la justicia.

Llevaba tantos meses preocupado con aquel tema del espía, de los robos de proyectos y de la falsa demanda que no veía el momento de que todo acabase al fin. Solo de ese modo podría quedarme tranquilo de una vez y disfrutar de la vida que tenía planeada junto a Lara.

Pero los minutos iban pasando sin ningún movimiento. Aldrich parecía estar acabando su presentación –a la que dejé de prestar atención en cuanto soltó el primer comentario despectivo hacia los convenios de los demás participantes– y yo comencé a ponerme nervioso. Necesitaba que aquella noche pudiésemos aclarar algo y no podía dejar de aferrarme a aquella idea.

De pronto, la figura de un joven local, vestido con el uniforme del resort, entró a la sala, dirigiéndose directamente al ordenador. No esperaba que fuese nadie del país, mucho menos trabajador del resort, así que supuse que le habrían pagado para hacer aquello.

–Lo tenemos – comentó el vigilante con la intención de salir de la sala e ir hacia a él.

–¡Espere! –le retuve intentando no levantar demasiado la voz– Debemos asegurarnos de que manipula el ordenador e intenta hacer algo con este o con nuestra presentación –aclaré–. Si no, podría defenderse diciendo que está allí por otro motivo. Lleva el uniforme del resort.

El vigilante de seguridad, visiblemente alterado por la situación, asintió ante mis palabras. Sin embargo, y tal y como esperábamos, enseguida se puso frente al ordenador para abrir de inmediato la presentación del convenio que Lara había preparado. En cuanto la portada de la presentación apareció ante sus ojos, sacó lo que parecía un dispositivo USB de su bolsillo.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now