.74.

2.4K 273 128
                                    




La noche de la gala de presentación había llegado al fin. Tras una semana intensa, llena de nuevos conocimientos sobre Indonesia, nuevas personas increíbles que pude conocer y mucho estrés y angustia, las jornadas habían llegado a su fin. Me hubiese gustado poder aprovechar un poco más la isla, y es que a pesar de que con Enzo o con Ana dediqué los pocos momentos libres que las jornadas nos dejaban para disfrutar de Bali, estos acabaron siendo pocos debido al amplio horario de las actividades. Sin embargo, no dejaba de ser un viaje de negocios y, aún así, acabé disfrutando de las jornadas y enamorándome de la isla, de sus paisajes, de su gente y de su cultura.

Además, la preocupación sobre mi posible embarazo estuvo presente en todo momento y eso enrareció todavía más las cosas. Desde la mañana en la que desperté con náuseas y me encontré mal, no había vuelto a ocurrir nada igual, pero mis días del período continuaban sin querer aparecer. Y eso me preocupaba de sobremanera. Tanto, que a la mínima que los pensamientos llegaban a mí, lograban bloquearme y llenarme de ansiedad.

Había podido hablar con Carla y Mónica largo y tendido durante aquellos días, quienes consiguieron tranquilizarme –aunque levemente– con sus palabras y su apoyo. Ambas parecían entender que no quisiese hacerme la prueba antes de que finalizasen las jornadas por el golpe que podría suponer para mí enterarme de un positivo allí, apartándome seguramente del todo de nuestro objetivo profesional, así que en ese sentido me sentí arropada. Sin embargo, no tenerlas cerca me resultaba difícil.

Sí, cierto es que Enzo era sin duda el gran sostén de la situación incluso cuando para él también estaba resultando difícil, pero necesitaba a mis amigas presentes para algo así. Incluso a mi madre, aunque a ella no quise explicarle nada –al menos por el momento–.

Todavía recordaba el instante de la comida de aquel último día, en el cual por querer brindar con agua –por si acaso– alguien preguntó, sin maldad ninguna, si no bebía alcohol porque estaba embarazada. En ese momento tuve un pico de ansiedad enorme que lo único que hizo fue darme fuerzas para querer huir de allí. Y lo hice, junto a la compañía de Ana que, a pesar de conocerla poco, sabía que era muy hábil leyendo a las personas y se percató de que algo ocurría conmigo.

–Cielo, ¿qué ocurre? –preguntó ella en cuanto llegamos al baño del restaurante y lavé mi rostro con agua fría.

–Nada, tranquila. No te preocupes –quise tranquilizarla, pero el temblor de mi voz no transmitía lo mismo que mis palabras.

–Lara... aunque a veces parezca que soy una cabra loca, me doy cuenta de todo lo que ocurre a mi alrededor –me hizo saber, haciéndome reír por su modo orgulloso de describirse–. Me he dado cuenta de cómo os miráis Enzo y tú, por lo que estoy segura de que estáis enamorados, y aunque no me incumba saber si estáis juntos o no, sé que algo os pasa. A él le veo realmente preocupado por ti y tú te ves bastante angustiada por algo.

–Vaya, pues sí que eres buena –comenté impresionada por su acertado razonamiento.

–Mucho –presumió–. Pero puedes confiar en mí, guapa. Sé que estamos también compitiendo por el convenio, pero estoy segura de que tanto si lo conseguís vosotros como nosotros, acabaremos colaborando de todos modos –confirmó lo que yo también creía–. Te parecerá una tontería, pero te he cogido bastante cariño en esta semana y de verdad me preocupa verte tan angustiada. Si puedo hacer algo para ayudarte, aunque tan solo sea escucharte, aquí me tienes.

Suspiré. Necesitaba hablar con alguien sobre aquello en persona más allá de Enzo. Y confiaba en Ana. Sabía que no utilizaría nada de lo que le dijese para intentar perjudicarnos. Ni ella, ni su padre ni los valores de su empresa eran así.

–Adelante, te escucharé sin juzgarte –me animó ella en cuanto vio que me disponía a hablar.

–Enzo y yo estamos juntos –comencé, viendo cómo sonreía complacida por aquella información.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now