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Suaves rayos de luz se colaron a través de la ventana de la habitación de Lara, despertándome. Su cuerpo se encontraba pegado al mío, el cual rodeaba con mi brazo. Su precioso rostro permanecía dormido encima de mi pecho mientras su mano se apoyaba también en el mismo. No podría haber tenido un mejor despertar. Después de días enteros sin dormir o haciéndolo a penas unas pocas horas, al fin había logrado descansar junto a ella.

Pude levantarme de la cama sin despertarla, y es que a pesar de que a penas eran las seis de la mañana, debía irme a casa para cambiarme de ropa e ir a la fundación. Hubiese despertado a Lara si ella hubiese tenido que ir a trabajar también, quizás para llegar antes que nadie y poder pasar esos minutos a solas que mi cuerpo tanto precisaba, pero sabía que Lara debía pasar la mañana reunida con la organización de la subasta, ultimando detalles jurídicos indispensables para el buen devenir del acontecimiento.

Me vestí lo más rápidamente posible, para evitar que se percatase de mi ausencia en la cama y se despertase. Sabía lo muy duramente que Lara había estado trabajando aquellos días y merecía poder dormir aunque fuese tan solo durante una hora más.

Sin embargo, no pude evitar quedarme embobado, mirándola. Su cuerpo a penas se encontraba cubierto por una camiseta de tirantes blanca y unas sencillas braguitas del mismo color, pero incluso de esa guisa era la mujer más hermosa que jamás había visto en mi vida. La expresión de su rostro era relajada, sus largas pestañas adornaban sus rasgados y cerrados ojos y su tersa y suave piel parecía brillar con la poca luz del día que se colaba para admirarla, igual que yo lo estaba haciendo. Sus labios entreabiertos parecían estarme llamando y su suave y calmada respiración parecían ser el sonido más relajante que uno podía escuchar.

Todavía a veces no me creía merecedor de tenerla a mi lado. Una mujer increíble, trabajadora, buena persona, inteligente y hermosa que podría estar con quien ella quisiese me había elegido a mí, y no podía sentirme más afortunado por ello. Lo único que deseaba en el mundo era seguir despertando junto a ella durante el resto de mi vida, estar a su lado para intentar hacerla feliz y ver cada día esa sonrisa que continuaba dejándome sin aliento cada vez que la tenía frente a mí.

Lara se revolvió ligeramente sobre la cama, y temiendo que se despertase y me impidiese marcharme –cosa a la que seguramente cedería viniendo de ella–, cogí rápidamente un bolígrafo y una de las vacías notas adhesivas que encontré sobre su pequeño escritorio.

Lara se revolvió ligeramente sobre la cama, y temiendo que se despertase y me impidiese marcharme –cosa a la que seguramente cedería viniendo de ella–, cogí rápidamente un bolígrafo y una de las vacías notas adhesivas que encontré sobre su pequeño...

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Dejé la nota en la mesita que había al lado de su cama y me imaginé la sonrisa que se le dibujaría en aquellos carnosos labios al leerla cuando despertase. Tan solo con imaginármelo, sabía que mi día iba a resultar ser mucho más agradable y soportable de lo que esperaba. De hecho, en cuanto llegué a la Fundación, tuve que obligarme a recordar su sonrisa, pues no hice más que recibir llamadas y peticiones que parecían acumularse como arena en el desierto, siéndome imposible ver su fin.

Cuando el teléfono me dio un respiro casi a mediodía, me dirigí al despacho del responsable del departamento financiero. Necesitaba comprobar los inversores con los que contábamos, los proyectos públicos y privados que teníamos concedidos y la cuantía de los presupuestos con los que contábamos, pues seguramente deberían hacerse algunos reajustes en algunas partidas con tal de que ninguno de los proyectos sufriera económicamente –o al menos lo hiciese lo mínimo posible–.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now