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Debía hacerlo. Después de la noche que había compartido con ella y de la oportunidad que parecía que estaba dispuesta a volver a darme, debía explicarle todo acerca de los problemas que llevaban semanas quitándome el sueño. No es que ella estuviese implicada directamente, pero quería y necesitaba explicarle lo que me estaba pasando antes de que pudiese complicarse todavía más.

Tras la inesperada visita de Ashley, la que por suerte acabó con ella marchándose sin tener que lamentar nada más que una pequeña provocación hacia a Lara, decidimos no desayunar nada para dirigirnos directamente al centro a comer algo. Llamé a mi amigo chef antes de salir para que nos reservase una mesa en un lugar apartado del restaurante en el que poder hablar tranquilos. En cuanto estuvimos listos, nos montamos al coche para pasar primero por su casa, para que pudiese cambiarse de ropa –aunque esa camiseta mía que llevaba le quedaba genial–.

Pude aparcar el coche justo delante del portal de su apartamento. Los fines de semana de verano en la ciudad eran muy tranquilos en cuanto a tráfico se refiere, así que prácticamente se podía aparcar en cualquier lugar y se podía circular con fluidez.

Mientras Lara subió a su apartamento para cambiarse, rechacé acompañarla para hacer una llamada que tenía pendiente desde la noche anterior.

–¿Si? –preguntó la voz de mi madre al otro lado del teléfono.

–Soy Enzo –informé sin más.

–¡Ah! Sí, hijo. Perdona. No he mirado quién llamaba –dijo con la falsa modestia que la caracterizaba y que Ashley tanto me recordaba. Estaba seguro de que tan solo lo hacía para ganar tiempo, pues mi madre era una mujer lo suficientemente inteligente como para saber que no la llamaba para saber cómo estaba–. Dime, hijo. ¿Cómo estás? Ayer te marchaste de la fiesta sin despedirte. Ashley se quedó muy preocupada.

–Me fui con Lara –expliqué con dureza.

–¿Otra vez esa mujer? ¡¿Es que no ves que tan solo quiere estar contigo por tu dinero y tu estatus?! –gritó al otro lado.

–Vale ya con eso, mamá –espeté con una tranquilidad que me sorprendió incluso a mí mismo–. No tienes ni idea de cómo es ella y el bien que me hace. La quiero. Y mucho. Así que tendrás que aceptarlo.

–¿Aceptarlo? No, hijo. Yo tan solo quiero lo mejor para ti y esa mujer no lo es –respondió con desprecio–. Mereces y necesitas una mujer como Ashley. Vino a España por ti y no la has hecho ni caso.

No pude evitar reírme. La cabezonería de mi madre rozaba la obsesión.

–Qué poco me conoces si crees que una mujer como Ashley puede llegar a gustarme de verdad –le hice saber.

–¡Dios, Enzo! Estuviste con ella en Australia. ¡Ha sido volver a ver a esa barriobajera y volver a llenarte la cabeza de tonterías! ¡Ashley no merece algo así! ¡Es una mujer hermosa, proviene de una muy buena familia y no entiendo cómo no puede gustarte!

–Me lie con ella un par de veces, sí. Pero eso fue antes de darme cuenta del tipo de persona que es. Es manipuladora, mezquina y clasista y deberías saber que es justamente lo que no quiero en mi vida –insistí–. Pero eso ya da igual. Me trae al pairo lo que pienses de mi relación con Lara o lo que creas que es lo más conveniente para mí. Solo llamaba para advertirte de que no eres quién para darle mi dirección a nadie y de que, como se te ocurra volver a meterte entre Lara y yo, ya puedes olvidarte de mí para siempre.

–¿Ha sido ella? ¿Esa tipa te ha pedido que te alejes de tu madre? ¿¡Es que no te das cuenta!?

–Lara no me ha dicho absolutamente nada. Ella no tiene nada que ver con esto. Asume de una vez que tan solo yo voy a decidir con quién estar y que tu único papel en esto es decidir si aceptarlo para al menos conservar una relación cordial conmigo o no hacerlo y perderme.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now