.64.

2.8K 277 166
                                    



Su expresión lo decía todo. Lara era toda asombro y confusión. No dejaba de observar mi maleta, pasando de ella a mí repetidamente. Eso o miraba detrás de donde me encontraba, como si esperase que otra persona apareciese –seguramente mi padre–.

Pero no, él no iba a venir. Cuando el día anterior mi padre me informó de su viaje a Indonesia y de que le pediría a Lara que fuese con él para cubrir las necesidades legales que seguramente se darían en las jornadas –y tras comprobar que Lara no tenía demasiadas ganas de hablar conmigo– lo planeé todo.

Hablé con mi padre, comprobando que Lara había aceptado y pidiéndole que me dejase a cargo del proyecto de Indonesia para poder ir yo como representante. Algunos meses atrás, estaba seguro de que me hubiese dicho que ni hablar. No hubiese confiado en mí. Pero aquella vez fue muy diferente.

No sabes lo feliz que me hace saber que estás dispuesto a ir y encargarte tú, Enzo –expresó pareciendo aliviado–. Yo ya no estoy para esos viajes.

–¿De verdad? –pregunté incrédulo.

¡Pues claro! Pero con una condición.

¿Cuál? –quise saber temiendo por lo que me pudiese pedir.

Que arregles de una vez las cosas con Lara y no vuelvas a dudar de ella –casi ordenó–. Al final la perderás por idiota.

Y sí. Sin duda, estaba dispuesto a cualquier cosa para cumplir lo que mi padre me había pedido.

Cuando llegué hasta a ella, quien todavía me observaba completamente desconcertada, tuve que apretar mis labios para evitar reírme. Su gesto era tan gracioso que no podía evitar que me provocase simpatía.

–¿De qué te ríes tanto? –cuestionó, pareciendo realmente molesta– ¿Y tu padre? –quiso saber, aunque en el fondo estaba seguro de que Lara era consciente de por qué estaba yo allí y no él.

–Mi padre no va a venir –dije sin más.

Su morena piel del rostro, poco a poco se fue tornando pálida. Comprendía que estuviese sorprendida, pero no tanto como para disgustarle así la idea. Lara estaba realmente dispuesta a irse a Bali sin siquiera hablar conmigo o despedirse de mí, y eso produjo una ligera punzada en mi pecho, pero en el fondo sabía que yo mismo me lo había buscado por no haberla dejado explicarse cuando tuve ocasión.

–¿En serio? ¿¡Este maldito viaje ha sido una jugada tuya y de tu padre!? ¿¡Con qué intención!?

Lara sonaba realmente molesta y yo me limité a hacerle un gesto con la cabeza a Luis para que se marchase. A partir de aquel momento, yo me encargaría de todo y Luis no tenía por qué presenciar lo que se avecinaba como una buena discusión.

–Mi padre no ha tenido nada que ver con esto, Lara –le expliqué con calma–. Cuando no me cogiste el teléfono y supe que mi padre iba a hacer este viaje contigo, le pedí ir yo en su lugar.

–Bueno, eso lo mejora todo –dijo con sarcasmo–. La culpa es únicamente tuya. ¡Perfecto! –siguió cruzándose de brazos, desviando su mirada de mí y repiqueteando su pie derecho contra el suelo, denotando su creciente nerviosismo.

–Vamos, Lara. No es para tanto. Tendremos tiempo para hablar –intenté hacerle ver.

–Hablar... ¿Hablar de qué? ¿De mi traición y de tus dudas? ¿O quizás de mis supuestos sentimientos hacia Marcos Sanz? –atacó.

Auch. Eso me dolió. Pero quizás lo merecía. Lara estaba realmente dolida por haberme siquiera planteado algo como aquello y no podía culparla. Fui un completo estúpido, y mucho más al no haberme dado cuenta antes de que todo era un nuevo plan de mi madre para separarnos. Pero no pensaba perder la oportunidad de arreglar de una vez por todas las cosas con ella, de dejarle claro que no volvería a dudar jamás de ella y de que la amaba más que nada. Mis inseguridades, aunque cada vez en menor medida,  continuaban estando presentes a veces y eso fue lo que me llegó a comportarme de aquel erróneo modo con ella.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now