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En cuanto entramos al enorme espacio en el que se celebraría la gala, me quedé embelesada con la decoración. Lo había visto y había estado allí durante los demás días de las jornadas, pero habían logrado decorarlo para hacerlo parecer un lugar completamente diferente aquella noche. El amplio escenario estaba cubierto por una elegante tela negra, resaltando la pantalla en la que se proyectarían las presentaciones que los responsables de las empresas participantes debían exponer. Un único foco iluminaba el atril, por lo que resultaba ser un escenario muy minimalista y sobrio, pero precioso y elegante a la vez.

Además, por toda la sala había colocadas pequeñas y altas mesas, taburetes y varios mostradores cerca de los ventanales donde se podían apreciar deliciosos manjares que servirían como aperitivo durante la noche. La iluminación del lugar también era perfecta y muy elegante. Sin duda, habían cuidado todos y cada uno de los detalles del evento.

A penas pude estar con Enzo algunos minutos al inicio del acto, pues enseguida tuvo que irse con los demás ponentes a preparar las presentaciones, para asegurarse de que no había ningún problema. Confiaba plenamente en él, y es que cuando de trabajo se trataba Enzo era excelente.

Además, sumándole sus dotes comunicativas y su magnética presencia, estaba completamente segura de que su presentación sería todo un éxito, del agrado tanto de la organización como de los asistentes. A veces me costaba aceptarlo, pero nadie podía resistirse a sus encantos, incluso cuando de una presentación profesional se trataba.

El ambiente que se respiraba era de auténtico entusiasmo y un nerviosismo electrizante. Lejos de resultar molesto, instauró en mi estómago la sensación de querer que todo saliese a pedir de boca para todos, pues bien sabía que la mayoría de los allí presentes, de igual modo que nosotros, habían trabajado duro en sus convenios.

Enseguida Ana vino junto a mí, colocándonos en una de las mesitas del lugar tras saludar y charlar con otras de las personas junto a las que habíamos compartido los últimos días. Ella también se encontraba nerviosa a pesar de que su padre sería el que presentara su convenio. Sin embargo, e igual que yo, Ana había sido una de las autoras principales del convenio que presentaba Global economics.

–Te veo más tranquila –comentó ella en cuanto estuvimos a solas– ¿Has podido hablar con Enzo? –se interesó en saber.

–Sí –confirmé–. Notó que me sentía agobiada por todo y pudo tranquilizarme. Lo importante es que la presentación salga bien y luego ya nos preocuparemos de lo otro –seguí explicando.

–Bien hecho. Sé que no es fácil, pero seguro que conseguís hacer una presentación de diez pese a todo–me animó frotando amigablemente mi espalda–. Para mi padre y para mí, si no lo conseguimos nosotros, obviamente, sois nuestros favoritos para llevaros el convenio. ¡Qué mejor que una fundación para realizar un proyecto como este!

–Gracias, Ana. Ojalá así sea, aunque estoy segura de que vosotros también presentaréis un buen convenio –respondí.

–Eso no lo dudes, así que, que gane la mejor –bromeó acercando su mano a mí, la cual estrechamos entre risas.

Como el primer día en la fiesta de bienvenida, varias personalidades tanto de la organización de las jornadas, como de asociaciones de pacientes o del mundo de la política y de las empresas locales, se encontraban allí. Algunos de ellos dieron inicio al acto con aburridos discursos estrenando el escenario, agradeciendo la celebración de las jornadas y resaltando la sana competitividad que habían visto entre los participantes.

A cada momento que pasaba me sentía más y más ansiosa. Me moría de ganas de escuchar las exposiciones de nuestros competidores y, para qué mentir, de ver a Enzo sobre el escenario demostrando sus dotes explicativas –y físicas, por supuesto–.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now