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Capítulo dedicado a @Yang1987, gracias por todo <3

***

Mi cuerpo temblaba. Estaba mareada y demasiado agitada. Me senté en la silla de mi despacho, cerré mis ojos e intenté respirar profundamente para tratar de calmar aquel desmesurado nerviosismo. A pesar de todo, Enzo parecía creer que me chupaba el dedo y que no iba a enterarme de lo que hacía en Australia, haciéndose el confundido por mi actitud. Y eso todavía me cabreaba o me entristecía más. Ya ni siquiera sabía qué era lo que sentía.

Me iba a dar igual todo lo que él me contase, la forma en la que intentase justificarse o si lo de la revista era más bien falso que cierto. Estaba harta. Harta de esperarle. Harta de decepcionarme cada vez que creía que lo nuestro era posible. Harta de perdonar y de hacer como si nada. Hastiada, aburrida, cansada y desencantada. Ya no podía más.

A partir de ese momento, iba a centrarme en mi carrera profesional, esperando que Enzo no se pasase demasiado por la fundación o, de ser así, poder evitarle todo lo posible, teniendo contacto y tratando con él tan solo para temas laborales.

Sí. Mi mente lo tenía claro, pero mi corazón se encogía con el solo hecho de pensar que de verdad se había acabado para siempre. Pero así debía ser. Y es que por mucho que volviese a sufrir, sabía que podía recomponerme por última vez, aprendiendo a estar sin él de nuevo, pero en aquella ocasión para siempre.

Poco a poco logré calmarme y sentí como mi cuerpo se relajaba gracias al control de mi respiración. No obstante, mi cuerpo se sobresaltó cuando el teléfono del despacho comenzó a sonar de golpe, retumbando en mi cabeza. Suspiré, regañándome por mi alterado estado emocional, y cogí el teléfono.

–Fundación Biomédica Ferrara, habla con la directora del departamento legal. ¿En qué puedo ayudarle?

–Lara –dijo la única voz capaz de remover mi interior con tan solo pronunciar mi nombre–. Ven a mi despacho, por favor.

–No quiero verte, Enzo –respondí–. Tengo que trabajar.

–Soy tu superior y estás en el trabajo, así que ven –repitió de forma autoritaria.

–¿Es por trabajo? –quise saber. Si era así, no podía negarme.

–Sí –dijo simplemente él.

–Ahora voy.

Colgué con un suave golpe el teléfono fijo y tiré mi cuerpo hacia atrás, quedando recostada sobre la silla con las manos cruzadas sobre mi vientre, concienciándome para volver a ver al hombre que una vez más había roto mi corazón.

Decidida y sin querer mostrar lo afectada que continuaba estando por nuestra discusión, me levanté de la silla, metí bien la camisa por mi pantalón, arreglé inconscientemente mi pelo y me dirigí con paso firme y una fingida serenidad hacia el despacho de Enzo, el cual se encontraba al otro lado de la amplia sala de aquella planta. En ella, numerosos escritorios y ordenadores servían como lugar de trabajo para parte del equipo que daba vida a aquella fundación.

Llegué frente a su puerta, volví a suspirar relajando mis tensos hombros y llamé dos veces a la puerta, sin esperar una respuesta para abrirla y entrar.

–Pasa y siéntate, por favor –me pidió él.

Su semblante era sumamente serio, pero no podía esconder el malestar y el desconcierto que había identificado en él a penas unos minutos atrás mientras hablábamos en la sala de reuniones. Enzo se encontraba sentado en la silla de su escritorio, en un despacho que era algo más amplio que el mío y decorado de forma muy parecida a cómo recordaba su despacho en F&A. Sin duda, aquella estancia tenía su sello personal y eso me hizo sentir que entraba en su territorio, algo nada positivo para el inestable estado emocional que me dominaba en aquel momento.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt