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Ni siquiera me atrevía a salir de la habitación. El simple hecho de poder encontrarme a Enzo en cuanto saliese de esta, conseguía hacer temblar todo mi cuerpo, acelerar mi corazón y que un calor abrasador se instaurase en mí.

Intenté hacer caso al consejo que me dio Enzo antes de irnos cada uno a nuestra habitación, el de intentar descansar un poco. Y es que verdaderamente me sentía agotada. Pero en cuanto cerraba los ojos, venía a mí la imagen de Enzo, su mirada y las sugerentes frases que me había dedicado pocas horas atrás.

Tras haber colocado todo mi equipaje en su sitio, me encontraba tumbada sobre la amplia y cómoda cama. A pesar de que la habitación contaba con un gran ventanal desde el que se podía observar la piscina, el jardín y el mar, me quedé mirando al techo durante largos minutos. En mi cabeza, intentaba ordenar mis pensamientos y emociones, tratando de montar una estrategia en mi mente para poder afrontar los hechos, pudiendo al fin así hablar con Enzo con la mayor tranquilidad, pero me fue absolutamente imposible aclararme.

Dos suaves golpes sonaron en la puerta y me tensé al momento, pues solo podía tratarse de una persona, una que provocaba que mis latidos y mi respiración se acelerasen en cuanto era conocedora de que se encontraba cerca de mí.

–Lara, ¿estás despierta? –escuché que preguntaba su profunda voz.

–S-sí –tartamudeé yo tras carraspear.

–Solo... Quería avisarte de que la fiesta es a las diez y que allí mismo habrá canapés y otras cosas para comer –me informó mientras miraba mi reloj y vi que eran casi las nueve de la noche–. Se celebra al aire libre, en el jardín principal del resort y, aunque es un acto formal, no hay que ir vestidos de gala. Si quieres, podemos ir juntos. –Y supe que dijo aquello último con cierta timidez, transmitiéndome ternura y haciéndome sonreír.

–Claro –respondí sin más.

–Bien... yo... – Y dudó. Y creí que iba a decir algo que me hiciese abrir la puerta, pero no fue así– Estaré duchándome y arreglándome. Ya me avisarás cuando estés lista.

Lo que siguió a aquellas últimas palabras fue un tranquilo silencio que, sin embargo, consiguió ponerme tensa. Me levanté de la cama y me dirigí hacia la puerta, dispuesta a enfrentarlo de una vez y poder hablar. Mi corazón corría embalado y la adrenalina se apoderó de mi cuerpo, pero en cuanto abrí la puerta y no le encontré ahí, sentí como cada músculo de mi cuerpo se relajaba al instante.

Escuché entonces cómo Enzo cerraba la puerta de su habitación, por lo que no quise ir tras él y molestarle. Decidí que lo mejor sería darme una buena ducha, relajarme e intentar mentalizarme sobre la fiesta de bienvenida. Sabía que iba a ser un momento en el que la primera impresión que diésemos a los organizadores iba a ser importante. Debía centrarme en eso.

En cuanto salí de la ducha, una que contaba con múltiples funciones para relajarse e incluso un juego de luces que igualaban a aquel baño con cualquier estancia de un spa, me acerqué a mi armario para decidir qué ponerme. Enzo me había dicho que se trataba de una fiesta formal sin llegar a ser necesario ir de gala, así que agradecí haber llevado en mi equipaje varios estilos de vestidos de fiesta.

Aquella noche quería dar una imagen profesional y elegante, sin excederme demasiado con la formalidad, pues la fiesta se realizaba en un jardín, así que acabé por escoger un vestido midi ajustado de encaje y de color beige, con escote cuadrado y espalda descubierta con tiras y cierre anudado. Una vez estuve ligeramente maquillada con máscara de pestañas y brillo de labios, debía peinarme con rapidez, pues el tiempo se me echaba encima. Decidí hacerme un pequeño recogido a un lado para que toda la melena cayese sobre uno de mis hombros. Una vez estuve lista fui a ponerme el vestido. Sin embargo, me encontré con un problema, y es que fui incapaz de anudarme las tiras del vestido, llegando incluso a desesperarme.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now