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Todavía recordaba la noche que pasé con Enzo la semana anterior. Lo a gusto que me sentí entre sus brazos, lo rápido que encendió todo mi cuerpo pese a estar dentro de una piscina, el placer desmesurado que me hizo sentir aquella noche... Sin duda alguna, estar a su lado era mi lugar favorito en el mundo.

Sin embargo, aquel pequeño mundo que creamos cuando estuvimos juntos se vio perturbado en cuanto nos dimos cuenta de que no habíamos tomado precauciones y tuve que tomarme la píldora del día después a la mañana siguiente. Debido a ello, estuve varios días con náuseas, mareos y un dolor de cabeza insoportable. Además, el ajetreo de aquellos días tampoco ayudó a que me sintiese mejor. Enzo no paró de trabajar, yo me centré tanto en mi trabajo como en la preparación de la subasta de arte junto a mis padres y eso provocó que a penas pudiésemos repetir momentos como el de aquella mágica noche entre los dos.

Pero Enzo no paraba de sorprenderme. A pesar de lo muy atareado que sabía que estaba, siendo consciente de que a penas tenía tiempo para comer o incluso dormir, cada día hablábamos mínimo un par de veces. Se preocupaba en todo momento por mi estado de salud y me hacía visitas fugaces en la fundación cada vez que podía –o bien me sorprendía con flores o cartas de amor en casa que me entregaba un mensajero–. Parecíamos estar viviendo nuestra relación más intensa y profundamente que nunca y yo no podía sentirme más dichosa y agradecida por ello.

Era plenamente consciente del enorme cambio que Enzo había hecho en cuanto a sus habilidades comunicativas y de pareja, y es que ahora se había convertido en mi mayor confidente. Uno que me comprendía más que nadie y quien sabía decirme las palabras exactas para hacerme sentir mejor. Uno que sabía que contaba conmigo de la misma forma que yo lo hacía con él, habiéndonos convertido en uno.

Aquel lunes de finales de julio fue uno de los días más duros que recuerdo. Aquella misma mañana, después de un fin de semana separada de Enzo debido a su viaje a Berlín por negocios, se anunció en la mayoría de periódicos y revistas del país la celebración de la subasta benéfica aquel mismo fin de semana. No podía estar más nerviosa y estresada ultimando los detalles para que todo fuese perfecto. Además, el catering que prepararía mi padre estaba más que acordado y cerrado, con una selección de platos y bocados exquisitos que dejarían a cualquiera embelesado por su calidad, pero la organización del evento con mi madre estaba resultando ser agobiante sobretodo aquellos últimos días. Varios artistas de renombre internacional querían subastar sus obras para los fines benéficos del evento, pero lo decidían a última hora, teniendo que cambiar en numerosas ocasiones el timing de la noche o la disposición y/o presentación de las obras, algunas de las cuales tenían que llegar desde otros países.

Aquella mañana me encontraba en mi despacho. Acababa de tener una intensa llamada con mi madre, en la que a penas fui consciente de su agudizado tono de voz debido al nerviosismo y de que me hablaba de varios contratiempos que estaban teniendo.

Suspiré en cuanto colgué. Me sentía tan completamente saturada que tan solo deseaba cerrar los ojos y que fuese ya el sábado para asistir a la subasta, cerciorarme de que todo salía bien y conseguir los fondos que la fundación necesitaba como agua de mayo. Cierto era que conseguimos algún nuevo inversor en los últimos días, pero la todavía paralización de las cuentas de la empresa de Enzo dificultaba demasiado el avance de los proyectos que la fundación tenía en marcha.

Sonó de nuevo el teléfono y suspiré por enésima vez en la mañana al pensar que, de nuevo, se trataba de mi madre. Sin embargo, el número que aparecía en la pantalla del teléfono no lo tenía guardado, por lo que supuse que sería una llamada de algún cliente.

Lara Adúriz, ¿con quién hablo? –pregunté.

Buenos días, Lara –escuché que me saludaba una voz masculina conocida pero que no logré identificar–. Es un gusto escucharte, soy Marcos Sanz –se presentó.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now