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Maldita resaca. Todos los sucesos de la noche anterior se repetían una y otra vez en mi mente. Ni siquiera el alcohol logró que pudiese olvidarlos. No había dormido absolutamente nada y eso tampoco ayudaba a que mi dolor de cabeza o mi malestar se atenuasen mínimamente.

Después de dejar a Lara en el aparcamiento de la galería, tras verla bailar con Marcos y después de nuestra discusión, conduje por la ciudad, intentando airear mi mente, y acabé por volver al lugar del evento. Me rompía el alma la forma en la que la había dejado allí, intentando explicarse, así que me armé de valor y volví, dispuesto a hablar con ella y a escucharla. Estaba seguro de que podríamos solucionarlo. Lo necesitaba, y es que no quería creer que ella pudiese estarme traicionando de algún modo u otro.

Sin embargo, una vez allí, la madre de Lara me dijo que su hija le había enviado un mensaje hacía a penas quince minutos, diciéndole que se volvía a casa.

–La pobre ha estado muy estresada estas últimas semanas –me dijo la mujer–. Seguramente necesitaba descansar. ¿Todo bien entre vosotros? –preguntó extrañada.

–Sí, sí. No se preocupe, gracias –dije antes de volverle a agradecer todo lo que había hecho con el fin de que la subasta fuese todo un éxito.

Me disponía a irme de nuevo del lugar, sin saber exactamente si para ir a buscar a Lara o dejar que pasase la noche para hablar con ella al día siguiente. Pero cuando le vi a él, mi sangre volvió a hervir de ira y rencor. Marcos Sanz seguía allí, como si nada, y no dudé en acercarme a él para borrar la estúpida y cínica sonrisa que adornaba su rostro.

–¡Vaya, Enzo! Tú otra vez por aquí –comentó con cierta burla una vez estuve frente a él. Yo miré a la persona con la que estaba hablando, haciéndole entender que lo mejor para él era marcharse de allí–. Vaya humos... no es bueno para la salud estar tan enfadado.

–Cállate –espeté–. Y ni se te ocurra volver a acercarte a Lara, ¿me has entendido? Ella no es para ti.

Mis palabras sonaron con dureza y frialdad, pero eso pareció provocar una estridente carcajada en el hombre que ahora dirigía la compañía de mi familia, por la que tanto luché y acabaron por arrebatarme.

–Eres un ingenuo –me atacó–. Fue ella la que acudió a mí, desesperada por conseguir financiación para tu estúpida fundación.

–¿Cómo?

No podía creerlo. Si ya me costaba creer que Lara hubiese aceptado la donación de Marcos, ocultándomelo, mucho más me costaba creer que hubiese sido ella misma la que le hubiese contactado. No quería creer nada de lo que Marcos me estaba diciendo, pero una pequeña parte de mí continuaba dudando de todo lo que me rodeaba. Me odiaba por eso.

–Yo ya le dije que no te gustaría mi donación –prosiguió–, e insistió en que lo hiciese a través de alguna filial o de forma anónima. Estaba obsesionada con conseguir dinero y ya sabes lo difícil que es negarse a algo cuando se trata de ella.

El tono con el que dijo aquellas últimas palabras me envenenó. La rabia que ya sentía comenzó a fluir todavía con más fuerza por todo mi cuerpo y no pude evitar empujar al hombre que tenía delante, borrando al fin la ridícula expresión de engreído que siempre recordaba que le había acompañado. Estaba seguro de que Marcos mentía, de que lo único que quería hacer diciéndome aquello era hacerme dudar y no iba a permitir que lo hiciese. No sin antes haber hablado con Lara, intentando entender por qué había hecho las cosas.

Después de aquello, decidí marcharme antes de partirle la cara a Sanz y formar así un escándalo que complicaría todavía más las cosas. Volví a montarme en mi coche, conduciendo sin destino y algo más rápido de lo que debía, pero la rabia y el enfado me cegaron por completo y fui incapaz de controlarlo.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Место, где живут истории. Откройте их для себя