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Capítulo dedicado a @Angy12oviedo , por su apoyo <3

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Mi última semana en el bufete pasó con suma rapidez. Tuve que trabajar en mi último caso y terminar cualquier cuestión que pudiese estar a medias. Alicia se desvivió por ayudarme mientras me hacía ver que había tomado la mejor decisión para mi vida profesional. No pude agradecerle más todo lo que me había enseñado y lo mucho que me había hecho crecer durante aquellos meses.

Todavía a esas alturas sentía la angustia de la llamada de Carla del martes al mediodía. Jorge había decidido ser él mismo el que le explicase su engaño. La pobre estaba destrozada. Obviamente ni siquiera se planteó la posibilidad de perdonarle, pues al parecer llevaba varios meses viéndose con la otra chica. Mi amiga incluso se había puesto enferma hacía un par de días y, aunque no quisiese reconocerlo, bien sabía que seguramente el disgusto que se había llevado tenía mucho que ver con su estado de salud.

Desde el mismo martes en que Carla hizo la maleta, se vino a mi apartamento. Le dije que podía quedarse conmigo el tiempo que necesitase, así que acondicioné la habitación de invitados para ella, para que pudiese sentirse como en casa. Sabía que ella lo hubiese hecho también por mí, así que sentí que debía hacer todo lo que estuviese en mi mano para que pudiese sentirse mejor.

Tenía momentos de todo. A ratos veía a la Carla divertida, extrovertida y loca que amaba, pero en otros momentos la observaba con la mirada perdida o la escuchaba llorar desde su habitación. Al menos, teníamos un horario de trabajo bastante parecido y podíamos pasar las tardes juntas, ya fuese en la playa, en el centro comercial o simplemente compartiendo tiempo juntas en casa.

Después de un fin de semana en el que Carla, completamente herida y despechada, se trajo a un ligue a casa –el cual a pesar de ser muy atractivo parecía bastante vacío de mente–, el lunes llegó con la perspectiva de comenzar mi aventura como directora legal de la fundación y con la noticia de que Enzo debería de estar dirigiéndose al aeropuerto de Sydney para estar en España la próxima madrugada.

Fue el mismo señor Ferrara –quien volvió a insistir en que le llamase Alessandro–, quien me recibió para llevarme al que sería mi despacho. Este se encontraba en la planta superior de las dos que conformaban la oficina de la fundación, era bastante amplio y las cristaleras que tenía como ventana me proporcionaban unas vistas al puerto deportivo increíbles.

–Bueno, espero que puedas sentirte cómoda en este despacho –dijo Alessandro una vez estuve acomodada en la que a partir de ese día iba a ser mi mesa de trabajo–. Obviamente puedes personalizar el despacho como prefieras. Y si necesitas cualquier cosa, puedes pedirle un formulario de petición de material a Dana, la administrativa con la que a partir de ahora trabajarás codo con codo. Ella misma vendrá en un rato a traerte los archivos con los registros de las actividades realizadas en la fundación y las que estamos iniciando ahora.

–Claro. Gracias –contesté sabiendo que debería dedicar mi primer día a revisar aquellos archivos de los que hablaba.

–Espero que estés como en casa, Lara. Y bienvenida de nuevo –deseó antes de irse con una cálida sonrisa.

Alessandro había sido gratamente agradable conmigo desde que nos habíamos conocido personalmente y le debía aquella oportunidad laboral en la fundación. Él mismo reconoció hacía unos días en aquel ascensor sus errores del pasado, pero se veía un buen hombre. Uno que merecía sin duda una oportunidad.

Pronto, una mujer de unos cuarenta año,  llamó a la puerta del despacho, entrando cargada con tres carpesanos, presentándose como Dana. Parecía una mujer agradable y tuvo la amabilidad de explicarme cómo estaban distribuidos los documentos, por lo que cuando se fue pude revisar con más claridad todo lo que en ellos había.

Y de nuevo, tú © [TERMINADA]Where stories live. Discover now