0.2. Colapso

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0.2. Colapso.

Sólo quedaban dos de los voluntarios llegados tres semanas atrás. Y ambos tenían resultados impresionantes, aunque la sujeto 132 obtenía un rendimiento más allá de lo esperado. 

Todos los involucrados comenzaban a animarse pensando en que habían hallado la fórmula correcta del suero, aunque manteniendo cierta cautela ya que se encontraban en el tiempo límite de respuesta de todos aquellos que habían perecido con anterioridad. De superar esa jornada, estarían logrando un nuevo avance. 

Entonces ocurrió lo que tanto temían. Masao y Hank, que no habían quitado la vista en las pruebas físicas a las que estaban sometiendo a ambos veteranos, se alarmaron al comprobar que el sujeto 131, dentro de su habitáculo, comenzaba a convulsionar, cayendo de la caminadora que estaba a velocidad máxima.

El hombre gritaba, pero no lo podían oír desde el exterior, ya que las paredes vidriadas eran a aprueba de sonidos. Y entre celda y celda, estaban opacadas de manera de aislar de los otros voluntarios cualquier padecimiento de sus pares. Pero mantenían abiertas siempre las cámaras para seguir la evolución de cada uno y registrar el proceso completo. 

En ese caso, el último hombre estaba colapsando y los dos asistentes de Masao entraron raudamente para asistirlo. El líder del proyecto entró después, ya que su pequeño cuerpo no alcanzaba la velocidad de los otros. En cuanto estuvo al lado del excombatiente, el Dr. T lo miró con compasión, tratando con ello de dar alguna clase de consuelo ante semejante tortura. Consuelo inexistente, porque el dolor que transmitía la nueva víctima del doctor era abrumante. 

Sus ojos, que habían estado salpicados del dorado brillo del suero, se volvieron rojos y por los lagrimales emergía sangre que corría por el rostro contorsionado del soldado. Sus gritos, ahora que estaban a su lado, dentro de la celda, eras atronadores. Se sumaría a todos aquellos que lo atormentaban en las noches, despertando al científico al reclamarles paz. El cuerpo completo del experimento empezaba a colapsar y de las venas una luz dorada se encendía, abrasando su piel desde el interior. 

Allí era cuando debían apartarse. 

La primera vez que ocurrió, no lo sabían y un colaborador perdió también la vida. Pero habían aprendido y sólo podían seguir con la mirada el desenlace trágico. Todo su organismo se consumía y en un instante, su piel quedaba carbonizada; y el silencio y el olor a carne quemada inundaba la sala. Gracias a la extracción de aire, ventilaban de forma casi inmediata, pero igual, ese olor alcanzaba el cerebro y lo perforaba.

Despacio, cada uno comenzó a cumplir con su familiar rol. A Tasukete le tocaba, de forma autoimpuesta, analizar el cuerpo con la autopsia, una vez que se lo llevaran a la morgue y descubrir otra pista que los hiciera avanzar, aunque ya no creía que tuviera sentido. De morir también la última sujeto, el proyecto dejaría de existir.

Mientras lo levantaban para acomodarlo en la camilla, Masao salió para anticiparse a ellos y comenzar los preparativos. Una vez terminado, cremarían el cuerpo para que no hubiera ningún tipo de evidencia del programa y su fase tres.

Pasó por al lado de Hank, que seguía con atención a la última voluntaria. La mujer que, con unas calzas y un top deportivo, corría a una velocidad sobrenatural en la caminadora sin aparente esfuerzo. 

Su amigo lo observó y supo por su rostro que habían perdido al sujeto 131. Sabía lo que significaba. Y en aquella oportunidad, era demasiado para todos. No sólo una víctima más, que destrozaba el alma torturada del pobre Masao. También significaba un terrible proceso en la autopsia, y para colmo, prácticamente el fin del proyecto. Y con ello, el desperdicio de cada una de las ciento treinta y un vidas. La última esperanza, corría por su vida delante de Masao y Hank. Esperaban que no fuera la ciento treinta y dos.

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Where stories live. Discover now