4. Lejos de casa

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4. Lejos de casa.

Se detuvo al amanecer en el borde de un peñón desde donde se apreciaba a lo lejos la inmensidad del mar. Eso fue lo que dedujo que era aquella vastedad azul que se extendía hasta perderse en el horizonte. 

El color del cielo llamó su atención y la distrajo por un momento de sus fantasmas. 

La asombraba la diferencia entre los textos y la experiencia real. Había notado los colores desde las ventanas de la cabaña, pero no había experimentado aquel fenómeno en su piel o había podido ser testigo directo de tan esplendorosa imagen.

Le conmovía la magia que se creaba en ese momento en que todo parecía adquirir un encanto sublime. 

Acababa de vivir un horror, pero al sol eso no le importaba. En su lugar, le entregaba la maravilla de sus colores al emerger para cumplir con su rutina, de forma inexorable. Cerró los ojos y se concentró en sus otros sentidos. En los sonidos de los animales desconocidos para ella, como el grito aéreo del ave que había observado en su llegada planear sobre su cabeza; en el aroma de frescura de los pinos y del mar traído por el viento que bailaba sobre su piel. Podía percibir la luz y el calor acariciando su cuerpo. 

Si alguien la hubiera visto, habría creído que era una deidad de oro surgiendo del mismo sol.

Desde el acantilado e ignorando la imagen que proyectaba desnuda con su cuerpo cubierto del dorado amanecer se dejó arrastrar por el sentimiento de ser minúscula en un gigante mundo que estaba descubriendo a su alrededor. Percibía de alguna manera bajo sus pies el movimiento de la Tierra en su perpetuo baile cósmico, como si fuera capaz de descubrir la música de la vibración del planeta que albergaba tanta vida.

Volvió a abrir sus ojos.

Estos brillaban como si fueran el mismo disco dorado. Enseguida se apagaron cuando recordó que estaba sola en aquel lugar. Y el sentimiento de ser pequeña ante tanta vastedad creció en ella. Y la soledad y el miedo la embargaron.

Suspiró, tomando coraje. ¿Qué debía hacer ahora? Era ella sola la que haría frente a lo que fuera. No tenía otra opción. No le habían dado otra elección más que seguir adelante. Continuaría hacia el oeste. Como le indicó el doctor. ¿Pero hasta dónde llegaría? Y qué ocurriría cuando llegara. Ya lo resolvería. Se dio vuelta y comenzó a bajar por la ladera de la montaña. Saltando entre las rocas.

Cuando alcanzó terrenos de menor elevación, siendo igualmente montañosos con vistas de valles que componían el paisaje bajo su mirada, llevó sus ojos hacia arriba. El cerro del que había descendido estaba a su espalda y caminaba rodeada de árboles, algunos con su verde perenne y otros desnudos, sin hojas, desde cuyas copas pasaban los rayos de sol. Las luces que atravesaban las ramas le daban al lugar un aire misterioso y cautivador. 

Daba pasos lentos, y a pesar de la gran cantidad de hojarasca, no emitía sonidos. Era parte de la naturaleza y por un momento, la presión en su pecho que la había acompañado desde que había abandonado su hogar cedió. Estaba maravillada otra vez ante un nuevo espectáculo. 

Se detuvo de pronto, agudizando su oído. Algo se movía entre el follaje y sin hacer ruido, se escondió detrás de un tronco, mirando por un lado. Esperaba, siempre atenta a la dirección del sonido, a ver qué era lo que lo producía. Su piel se había erizado y mantenía sus dedos como garras, mientras su cuerpo se agazapaba. Ella no sabía qué estaba haciendo, pero su instinto había tomado control de cada fibra muscular y su mente se agudizaba, lista para atacar de ser necesario. Sus ojos se encendieron. No podían ser aquellos hombres los que se movían detrás de las plantas. No podrían haberla alcanzado ni siquiera en aquellos vehículos en los que los había visto llegar a la casa del Dr. T. Imposible. Sin embargo, seguía esperando. Y lo que esperó fue a una liebre salirle al paso. En cuanto vio al pequeño animal desde su escondite, toda tensión muscular se aflojó y se enderezó, sin dejar de quitarle los ojos a la liebre con una sonrisa en su rostro. 

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora