51. Promesas (Parte I)

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51. Promesas (Parte I).

Cerró el libro tras las líneas finales y dejó que su imaginación vagara entre los personajes que la habían conmovido en una nueva historia.

Había aprovechado para tomar prestada una novela de la biblioteca del padre de Steve mientras padre e hijo se batían en un duelo ajedrecístico.

Uno que al parecer acababa de finalizar al ver que el joven se acercaba a ella en ese momento, caminando con paso soberbio sobre la arena. Iba descalzo, en un pantalón vaquero desgastado que se ajustaba a sus esbeltas piernas, y que le hacia el trasero muy apetecible, como había comprobado Aurora cada vez que lo tenía de espaldas. Arriba, una simple camiseta blanca que, sin ser apretada, permitía distinguir sus músculos definidos. Y peinado a la perfección hacia atrás.

Se puso de pie, sin quitar sus ojos de Steve mientras la distancia disminuía. Cuando sintió el fuerte pecho presionarse contra su espalda al girarla, y sus largos brazos sujetarla con cuidadosa posesión, confirmó, por milésima vez, que ese era su lugar en el mundo. Sus propios brazos acompañaron los masculinos y su cabeza se recostó sobre el cálido torso, debajo del mentón con aroma fresco a la espuma de afeitar, mezclado con el perfume que siempre usaba y que envolvía a Aurora en una nube afrodisíaca.

—¿Quién ganó la partida? —indagó, depositando un suave beso en la quijada de Steve.

—Yo. Pero el viejo dio batalla. Casi me doblega.

—Bien. Me alegro de que no te lo haya hecho fácil, sino, tu ego sólo seguiría aumentando.

La apretó con fuerza, gruñendo contra la piel de su cuello, en el punto de unión con el hombro, provocando que se le erizaran los vellos.

—Contigo, dándome palizas, tengo bastante para aplacar mi orgullo.

Aurora rio por lo bajo, apretándose más a él y llevando una mano a la nuca del rubio, donde enterró sus dedos entre las hebras.

Quedaron en silencio, contemplando el azul del mar fundiéndose con el del cielo de la mañana.

Suspiró.

—Anoche llegaste tarde y fuiste muy misterioso al no querer decirme nada de lo que estuviste haciendo.

—Lo siento, aunque creo que lo compensé con creces durante el resto de la noche, ¿verdad? —Su lengua jugó con su lóbulo, dando paso a sus dientes al morderla, haciéndola rodar sus ojos. Ese punto la volvía loca.

—Eso no hará desviar mi atención. Steve, ¿pasa algo? Por favor, no nos ocultemos nada. Nunca más.

—Aurora, amor mío, no pasa nada malo —liberó una de sus manos de su agarre, que usó para pasar un mechón del dorado cabello por detrás de su oreja, donde depositó un beso cargado de ternura—. ¿Confías en mí?

—Con mi vida —respondió sin atisbo de duda.

—Bien. —Aurora pudo percibir una sonrisa formarse en los labios del hombre contra su mejilla. Fue dejando un camino de besos, cubriendo cada espacio de su rostro. El aliento cálido se estrelló contra la comisura de sus labios, en un susurro—. No me has dado tu respuesta.

—¿A qué pregunta? —Mantenía sus ojos cerrados después de semejantes caricias de labios sobre su cara.

—A la de ser mi novia.

—¡Ah! Esa —sonrió, abriendo sus párpados y mordiéndose su labio.

—No te preocupes —la interrumpió antes de que continuara hablando—. Retiro mi solicitud.

—¡¿Qué?! —La felicidad se esfumó de su rostro. Quiso voltearse, pero el firme agarre de un único brazo no se lo permitió—. ¡No puedes retirar tu solicitud! Talvez desconozca de protocolos, pero no creo que eso se pueda hacer.

Demonio Blanco - Lágrimas de Oro - (Shiroi Akuma #1) - #HA2023Donde viven las historias. Descúbrelo ahora